Sábado 22 de marzo de 2003 | ||
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Al amanecer, el desierto se vuelve un amplio campo de batalla
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Frontera Irak-Kuwait- Cuando amanece sobre el desierto de Irak, una unidad de marines estadounidenses apura el desayuno, dispuesta a sumarse a la batalla que ya se libra a su alrededor. El golpe de la artillería pesada sacude el suelo mientras el sol sube por el horizonte para iluminar el brumoso cielo del desierto y mientras uno tras otro se adentran en Irak los tanques y helicópteros. Los soldados de la unidad, que durmieron a la intemperie, viven de las raciones del campo de batalla y no se han lavado en cinco días, aseguran envidiar a los que van a la vanguardia y ya cruzaron la frontera antes que ellos. "Es tiempo de actuar", afirma el capitán Gordon Miller, quien fuma un cigarro antes del combate mientras el sargento John Stanley limpia el polvo del desierto de su pistola Beretta 9 milímetros. Este es el momento que ha estado esperando la compañía, que forma parte de un batallón blindado ligero, durante todos los meses de entrenamiento en el período de "apresurarse y esperar" antes de la invasión angloestadounidense. Distantes un mundo entero de los políticos, diplomáticos y manifestantes tan divididos acerca de este ataque preventivo, las mentes de las tropas se concentran sólo en lo que podría llegar en las próximas horas y días. A su alrededor unidades de artillería ensordecedoras bombardean las posiciones iraquíes en tanto que grupos de helicópteros de combate avanzan hacia las fuerzas iraquíes en una maniobra masiva y coreográfica. En el cielo, jets de combate y aviones de reconocimiento surcan el aire. A lo lejos una columna de humo se eleva de un campo petrolero cerca de Basora, ya sea a causa de salidas de gas o explosiones. Con sólo breves períodos de sueño durante la noche, los marines han visto cuando las fuerzas iniciaron la ofensiva terrestre y aérea. El jueves se apresuraron a ponerse sus máscaras de gas y sus trajes de protección nuclear, biológica y química cuando un misil iraquí impactó cerca en el desierto. Un conductor de 19 años tuvo que ser tranquilizado por sus compañeros cuando la amenaza mortal de armas de destrucción masiva se volvió de pronto más real que durante los incontables entrenamientos. La artillería estadounidense comenzó a atacar en el atardecer del jueves, liberando a los cañones letales que rayaron el cielo como estrellas fugaces. Cuando los cañones se callaron, olas de helicópteros de ataque se dirigieron hacia el objetivo de la andanada, seguidos poco después por una avanzada de vehículos blindados ligeros. Desde algún lugar del lado iraquí hubo disparos de ametralladora hasta que los helicópteros se apresuraron hasta el sitio. Momentos después cesó el fuego y las fuerzas estadounidenses continuaron avanzando. (DPA) |
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