Sábado 22 de marzo de 2003
 

Una lluvia de fuego jamás vista en la capital iraquí

 

La gente pasó el día de Carnaval en sus refugios. Sólo ambulancias y milicianos en las calles en llamas.

 
Algunos de los heridos son atendidos por sus propios familiares, en el sur de Irak. La guerra se vuelve habitual para muchas personas.
BAGDAD. -Ayer los iraquíes deberían haber estado celebrando su festival anual de la primavera. Pero en vez de los fuegos artificiales, Bagdad sufrió ayer un verdadero diluvio de fuego que obligó a sus pobladores a pasar el día en oscuros búnkers, en lugar de los habituales picnics en las floridas orillas del Tigris y el Eufrates.
El festival de Nauroz, que se celebra el 21 de marzo, llega en un momento en que la guerra liderada por Estados Unidos para derrocar al régimen de Saddam Hussein entra en su segundo día. "No estamos de humor para alegrías y celebraciones cuando vemos la muerte con nuestros propios ojos cada minuto", explica Um Ahmad, un ama de casa de 45 años.
"Nos quedaremos en los búnkers junto a las pilas de comida en conserva y los bidones con combustible".
Al caer la noche, de pronto empezaron a caer decenas de bombas y misiles de crucero, desatando un ensordecedor estruendo en toda la ciudad.
Las deflagraciones, que se prolongaron durante más de 45 minutos comenzaron a las 19H00 GMT (16 hora argentina).
A orillas del Tigris fueron alcanzados varios edificios administrativos, y en particular el principal palacio de Saddam Hussein. Grandes bolas de fuego y espesas columnas de humo salieron aún del p
Una mujer se lamenta por la muerte de un familiar, luego de la primera ola de bombardeos en Bagdad.
erímetro del palacio. La mayoría de los edificios aledaños estallaron también en llamas,en un enorme incendio que iluminó de rojo el corazón de la capital iraquí.
El humo se elevó sobre los inmuebles alcanzados en esa ciudad de casi cinco millones de habitantes, completamente desierta y con el cielo iluminado por los disparos de la defensa antiaérea iraquí.
La onda expansiva de las explosiones sacudió buena parte de la ciudad, llegando hasta el hotel en el que se alojan la mayoría de los periodistas que cubren el conflicto.
Las calles de Bagdad se quedan vacías al desatarse la alerta, pero permanecen iluminadas, porque pese a la violencia del ataque no se cortó la corriente eléctrica. En varios lados resuenan las sirenas de las ambulancias que atraviesan a toda velocidad la ciudad.
Mientras parece haber vuelto la calma, una nueva serie de violentas explosiones sacude otra vez Bagdad, justo cuando el ministro iraquí de Defensa, Sultán Hachem Ahmad, está hablando a los periodistas. Por televisión se ve que la intensidad de las deflagraciones hace vibrar el local.
La nueva calma es precaria. Una vez más, fuertes explosiones sacuden el este de Bagdad.
La intensidad de los bombardeos no impidió a unas decenas de milicianos armados manifestar en las calles, como mostraban las imágenes emitidas por el canal de televisión Al Arabiya. Al grito de "¡Por nuestra alma, por nuestra sangre, nos sacrificaremos por ti, Saddam!", enarbolando retratos del presidente Saddam Hussein y la bandera iraquí.

Mi nombre es Guerra

En Irak, la habilidad de adaptarse a las condiciones de la guerra pasa de una generación a otra. Guerra, una mujer de 22 años cuyos padres le pusieron ese nombre porque nació a comienzos de la guerra Irán-Irak (1980-88), dio a luz a un niño hace poco, y también le puso Guerra. Empezó a tener contracciones durante el bombardeo norteamericano y no logró llegar a tiempo al hospital, por lo que dio a luz en el coche que la llevaba al centro médico, relata un vecino.
Unos 395 iraquíes que fueron hechos prisioneros por los iraníes durante la década de los ochenta fueron liberados hace poco, casi dos décadas después de la guerra que enfrentó a los países vecinos. "Estos pobres hombres han pasado de la Primera Guerra del Golfo a la Tercera Guerra del Golfo", señala un observador.
La "segunda" Guerra del Golfo estalló en febrero de 1991, cuando las fuerzas aliadas y lideradas por Estados Unidos expulsaron a las tropas iraquíes de Kuwait. (AFP/DPA)

Hospitales se preparan para una ola de heridos

Bagdad.- El charco de sangre en el servicio de urgencias del hospital infantil El Kindhi no se había secado aún cuando irrumpieron unos cien periodistas en el pequeño edificio, en el que hay apenas diez literas y camastros.
Normalmente, esta sala sirve para la atención primaria de víctimas de accidentes, aunque a partir de ahora estará dispuesta para los heridos de la guerra.
A los fotógrafos y camarógrafos, la fea mancha púrpura sobre el suelo de piedra les vino de perlas como imagen, en el tour que el Ministerio de Información iraquí les había preparado para ayer. La tarde anterior, el centro de Bagdad había bombardeado por primera vez.
Según informaciones oficiales, esta ola de ataques dejó 37 heridos. Sin embargo, el médico de urgencias Mohammed Saleh asegura haber visto sólo "seis o siete heridos".
"Pero yo no he estado todo el tiempo aquí, podrían haber sido más", agrega. Además, las víctimas podrían haber sido llevadas a otros hospitales. El doctor Saleh trató en las últimas horas las heridas típicas de estas situaciones: desgarros musculares, fuertes sangrados, rotura de huesos.
La mancha de sangre, algo no precisamente demasiado higiénico y que probablemente no fue limpiada para que la vieran los esperados periodistas, la había dejado un soldado herido.
   
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