Sábado 15 de marzo de 2003
 

Un barilochense, escudo humano

 

A la familia de Francisco Ciavaglia no le extraña la decisión

 
La madre de Pancho, María González, asegura que "desde pequeño mamó la preocupación por los derechos humanos".
SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- "Mi hijo siempre tuvo una gran inquietud por testimoniar fotográficamente algo que podía ser de interés para otros. Por ello se hizo reportero gráfico. De la misma manera, desde pequeño mamó los derechos humanos. Por ello, no me extraña que haya decidido ser un escudo humano y esté hoy en Bagdad", señaló María Eleonor González, madre de Francisco "Pancho" Ciavaglia, uno de los tres argentinos que están en Irak.
Ciavaglia decidió abandonar Barcelona (España), donde se encontraba trabajando, viajar a Jordania y desde allí hacia Bagdad, con un grupo de 37 voluntarios, para proteger con su propio cuerpo una refinería de petróleo de Daura, a 20 kilómetros del centro de la ciudad.
"Formamos parte de un grupo que estamos
El fotógrafo que aún está en Irak.
aquí para que no bombardeen esta planta, esencial para la electricidad y el agua de los 5 millones de personas que viven en Bagdad", explicó Ciavaglia en diálogo con un corresponsal del diario "Clarín" en Bagdad. Según los propios jóvenes, todavía quedan en Iraq entre 150 y 200 activistas repartidos en nueve centros.
Su madre, dijo ayer a "Río Negro" que comparte plenamente la decisión que ha tomado su hijo. "Si yo fuera más joven y estuviera en la situación de él, también me enrolaría en el propósito de paz que impulsa a los escudos humanos y que suma varios centenares de voluntarios", dijo.
De hecho, es muy probable que Ciaviglia haya participado ayer de un partido de fútbol en favor de la paz entre un club de Bagdad y un equipo de "escudos humanos" occidentales, que finalizó empatado 4 a 4. Los jugadores de Argentina, México, Bélgica, Turquía, Italia, Gren Bretaña, Francia y Eslovenia liberaron una paloma blanca como símbolo de paz antes del partido y exhortaron a a "jugar al fútbol, no a la guerra".
González informó que su hijo se encontraba trabajando en Barcelona y allí decidió dejar todo para defender la paz en el mundo. Exhibió un reciente correo electrónico, enviado por Pancho a su hermano mayor, Lisandro, quien reside en Buenos Aires, en el cual confirma que hará de escudo y "además voy a tirar los 150 carretes de película que traje", escribió. Allí, Ciavaglia no dudó en señalar que el único argentino conocido en el desierto "es Maradona". También reseñó algunos aspectos de la vida en Aman, la capital de Jordania, a la cual definió como "una ciudad terriblemente sucia, muy segura pero llena de gente que habla en dialectos extraños y a los gritos. El tránsito es caótico, nadie respeta nada y ni siquiera en los semáforos se frena", aseguró. Agregó que "la comida es buenísima, el té fantástico y el ron iraquí intomable".
González es docente y reside en esta ciudad desde 1994. Recuerda que "Pancho siempre tuvo interés en tomar fotografías".

"Adicto al fotoperiodismo"

Los que tuvieron la oportunidad de trabajar al menos una vez junto a Francisco "Pancho" Ciavaglia recuerdan que es un verdadero "adicto al fotoperiodismo". Ante una noticia de interés para el medio que trabajaba, no duda en tomar la cámara y dejar todo lo que está haciendo en pos de la noticia.
No duda en meterse en ojotas en medio de un incendio forestal, subir sin ropa adecuada ni mochila para tomar las imágenes de un helicóptero caído en plena montaña o bien "matarse a golpes" con su tabla de snowboard para tomar fotografías en las pistas del cerro Catedral. Para él lo primero es la fotografía, sus imágenes ilustraron tapas de diarios y revistas y no sería extraño que lo hagan las fotos de Bagdad.
Arribó a Bariloche como reportero gráfico del diario La Nación en otoño de 1998 y como tal trabajó hasta fines del 2001, cuando el caos nacional y su desvinculación del matutino porteño lo llevaron a buscar otros horizontes. Idealista y orgulloso de su trabajo, no aceptó que le reduzcan el salario y emigró a Brasil primero y a Europa después, convencido que tenía un mejor futuro. Pancho tiene pasaporte italiano y ello le permitió ingresar sin mayores contratiempos a la Comunidad Económica Europea. No obstante, la falta de idiomas hizo que recalara en España, donde puede entenderse con su castellano. Siempre viaja con sus cámaras a cuestas, por más que algunas veces trabaje en otro rubro para subsistir.

   
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