Domingo 2 de marzo de 2003 | ||
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Algo más que una elección |
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Por Gerardo Bilardogbilardo@rionegro.com.ar |
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En la ciudad de Neuquén se define hoy mucho más que un puesto de intendente y la representación de nueve bancas de un Concejo Deliberante que se renueva parcialmente. El resultado de las urnas dejará esta noche, cuando se conozcan los resultados, una marca de fuego en la política de esta provincia que se proyectará con fuerza sobre un año que será ininterrumpidamente electoral. Los factores de poder han estado pendientes de esta elección como pocas veces se ha visto. Y esto sucedió porque hay mucho en juego detrás de una simple elección municipal. La anunciada polarización entre dos de los ocho aspirantes a la intendencia es un hecho que confirmaron las encuestas que manejaron los candidatos durante la breve pero intensa campaña electoral del atípico febrero. Horacio Quiroga, quien quiere continuar gobernando la ciudad por cuatro años más a partir de diciembre próximo, y Federico Brollo, al que el Movimiento Popular Neuquino (MPN) le encomendó la dura tarea de recuperar el control de la capital, protagonizarán de forma excluyente un atractivo capítulo de la historia política de la provincia. Quiroga llega con un inusual apoyo multipartidario, pero carga con cierto desgaste de cuatro años de gestión y enfrenta fuertes críticas internas que provienen de su partido, y también de ex correligionarios, hoy enfundados en la bandera del partido de Elisa Carrió. Brollo soporta el peso del oficialismo provincial y el lastre de corrupción que envuelve al MPN, sobre todo a partir de la sospecha de intento de compra de votos para lograr el control del Poder Judicial. Del resultado de la pelea electoral entre Quiroga y Brollo, una lucha financiada con dinero ajeno, tal como lo han denunciado candidatos de los demás partidos políticos, surgirán escenarios posibles con reacomodamiento o consolidación del poder. La hipótesis de una derrota para Quiroga, representante de Unión por Neuquén, una alianza de radicales y peronistas que resulta curiosa en otras latitudes, lo debilitaría dentro de su partido, la Unión Cívica Radical, una fuerza política de la que el actual intendente reniega desde que la Alianza se estrelló. Desde veredas ideológicas y trayectorias opuestas, algunos referentes del radicalismo le marcaron límites a Quiroga. Lo hizo el concejal Carlos Vidal, un hombre que mantiene vínculos sostenidos con el partido provincial, y Ricardo Villar, a través de la coalición que integra, Encuentro Neuquino, que definió al candidato como un aliado estratégico del sobischismo más allá del resultado de estas elecciones. La caída en las urnas del candidato de Unión por Neuquén también destrozaría rápidamente la alianza de partidos que hoy va tras la figura de Quiroga con la intención de vencer al MPN. De obtener un triunfo en las urnas, el actual intendente no sólo se afianzaría en el radicalismo local, sino que además, por tratarse de la capital, el corazón político de esta provincia, quedaría colocado en el trampolín, a la espera de las elecciones provinciales del 2007. A diferencia de Quiroga, Brollo pone en juego su pellejo, pero también arriesga el de su líder, el gobernador Jorge Sobisch, un hombre que, aunque lo niega en público, tomó conciencia de lo que puede significar para su proyecto político, y personal, una nueva derrota en la ciudad de Neuquén. Aunque ha intentado desviar la atención con lecturas antojadizas, si Brollo hoy pierde, la derrota en las urnas tendrá nombre y apellido: se llamará Jorge Sobisch. Difícilmente el gobernador pueda disimular un resultado adverso, porque se lo harán notar sus opositores externos, y también los del mismo palo, donde anidan las astillas que lastiman profundamente. Tal como le sucedería a Quiroga, el escenario de la derrota debilitaría a Sobisch en la poco disimulada interna que ya tiene planteada dentro y fuera del gobierno. En consecuencia, ese resultado precipitaría una nueva lucha por el control del partido provincial que fundaron los Sapag. En este caso, los interrogantes sobre lo que sucederá en los próximos meses superan a las respuestas que se puedan encontrar hoy. Se sabe que después de una caída electoral ya nada es como entonces. Y así como Sobisch logró disciplinar con cargos públicos y dinero a varios referentes que respondían a su hasta ahora único y más enconado adversario interno, el ex gobernador Felipe Sapag, su poderoso castillo puede desmoronarse. En el caso opuesto, la victoria de Brollo en las urnas no sería tanto del candidato sino del gobernador que, robustecido por el respaldo de los ciudadanos, sentirá que la llama del poder aún está en sus manos. Y un resultado favorable en la elección, aunque se presente por ajustada diferencia, facilitaría el proyecto de reelección de Sobisch, aunque persiste el interrogante sobre su compañero de fórmula. |
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