Miércoles 26 de febrero de 2003
 

Abuso sexual, una aberración que no exime de castigo
 

Los niños siempre nos dicen cosas, con sus palabras, actitudes y silencios. Es importante prestarles atención para advertir posibles abusos.

  El impacto que produce en un niño el hecho de haber sido abusado sexualmente es muy fuerte y tiene a veces, si no se detecta o no hay un buen tratamiento y contención, consecuencias muy dolorosas para el desarrollo y futuro de ese niño. Los expertos coinciden, en general, en que la situación de abuso sexual conlleva riesgos importantes de tipo emocional para las víctimas, en particular cuando el agresor ha sido un familiar o el abuso se produce de forma repetida.
"Cada caso es distinto, el traumatismo que genera el abuso sexual de un niño o una niña es muy fuerte, los desestructura mucho en la constitución de su personalidad porque están justamente en plena formación, pero en la medida en que los chicos lo puedan expresar y encuentren apoyo terapéutico, lo pueden superar", afirmó la especialista María Elena Naddeo.
Los expertos entienden que en el abuso sexual infantil se atenta violentamente contra la posibilidad de un desarrollo adecuado a la edad, contra lo que el niño sabe y comprende acerca de su propio cuerpo y sus sentimientos y contra su integridad. El abuso sexual infantil es todo acto de índole sexual, desde exhibicionismos, toqueteos, hasta la penetración, y en el que son comprometidos niños, niñas o adolescentes. Naddeo expresó que cuando el niño abusado es muy chiquito es más fácil que lo cuente, "pero allí, si bien hay técnicas muy especializadas, es complicado el tema del diagnóstico psicológico; cuando son más grandes sienten muchas vergüenza y lo ocultan; piensan que de alguna manera ellos también aceptaron, entonces les cuesta más conversar el tema, por eso es muy importante la detección por parte de quienes están alrededor".
"Un niño que sufre solo -afirma en sus estudios Lucrecia Miller, psicóloga de la provincia de Salta-, que no tiene contención ni crédito por parte de su familia o de su entorno escolar o social, es un niño condenado al peor de los padecimientos", "De ahí -continúa- la importancia de reconocer todo indicador y de reaccionar a tiempo, por cuanto si nos dejamos estar, y la situación se prolonga, las consecuencias para su salud mental son irreparables".
Con respecto a la revelación del abuso, distintos estudios internacionales, dan cuenta de que un 30 por ciento de las víctimas no se lo cuenta absolutamente a nadie porque teme la reacción de los demás, por sentimientos de culpabilidad o por vergüenza. Que no quede silenciado es entonces uno de las prioridades, para lo cual fundamentalmente docentes y madres no sólo deben tener una actitud atenta frente a los niños sino que además deben creer en el chico, confiar en él y poder escucharlo. Según los especialistas, las consecuencias inmediatas y más frecuentes que se dan en muchos chicos que han vivido situaciones de abuso sexual, pueden ser: pérdida de confianza en sí mismos, en el abusador -familiar o persona allegada- o en las personas del sexo del abusador.
Miedo, hostilidad, abandono del hogar, actitudes agresivas, vergüenza, culpa, angustia, depresión, actitudes regresivas; trastornos en el sueño y en la alimentación; comportamiento sexualizado, obsesiones, aislamiento, alteraciones en el rendimiento escolar, trastornos en el habla.
Ante la aberración de este delito, cuando un niño que fue abusado no puede contar lo que le sucedió y no hay ninguna mirada adulta que repare en él para advertirlo, o lo cuenta pero no le creen, o da vueltas por hospitales y juzgados, el daño que se le hace a ese niño es tan grande que vuelve a ser victimizado, y esta vez por la sociedad que debería protegerlo.
   
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