Lunes 17 de febrero de 2003
 

En Bariloche no ocurría nada igual desde el "89

 
 
Los empresarios admiten que ningún visitante, aunque la demanda supere la oferta, debería irse disconforme del sitio que eligió para vacacionar, o al menos eso sería lo ideal.
SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Los operadores turísticos y empresarios de la ciudad coinciden en que es preciso remontarse a 1989, o antes, para comparar la actual temporada con otras con similares características.
La bonanza no sólo benefició a las actividades relacionadas con el turismo, porque hasta el comercio más modesto ha visto crecer sus recaudaciones debido a la formidable afluencia de turistas, sobre todo extranjeros.
Si algo puede ser característico de esta temporada es la presencia mayoritaria de turistas chilenos, provenientes de lugares tan alejados como Antofagasta de la Sierra o Punta Arenas, que a diferencia de años anteriores prolongan su estadía en la ciudad por cuatro días o más, el doble que hasta el año pasado.
La comparación con la temporada estival anterior es casi imposible, debido a que la devaluación del peso sorprendió a propios y extraños, y eran pocos los que tenían a Bariloche en sus planes, tanto argentinos como extranjeros. Sí se puede comparar con lo ocurrido en la Semana Santa de 2002, una experiencia que sirvió para modificar actitudes y encontró preparados a los actores del turismo.
En la última Semana Santa, la repetición de temporadas flojas, turísticamente para el olvido, predominaron sobre las advertencias que señalaban que podría producirse una óptima afluencia de turistas, sobre todo procedentes de Chile. Por eso, a diferencia de lo ocurrido en este verano, Bariloche no estuvo a la altura de las circunstancias y fueron muchos los que regresaron a sus lugares de origen con la sensación de haber sufrido más estrés que en el trabajo. "En los hoteles y los restaurantes, todos trataron de mejorar sus servicios para adecuarlos a mayores exigencias", destacó Juan Carlos Cornelio, que se desempeña en la oficina de información turística y atiende cientos de consultas diariamente.
Lo peor de la temporada, para Cornelio, son las tarifas diferenciadas que aplica Parques Nacionales a los extranjeros, que es de $12 por persona en lugar de los $6 que paga el visitante argentino. "Son claramente discriminatorias, y es el mayor motivo de queja de los visitantes, seguido del estado de los caminos y rutas nacionales", apuntó, y agregó que lo que más destacaron los turistas en esta oportunidad es "la calidad del servicio hotelero, la atención y la amabilidad de la gente".
Respecto de los precios, los turistas aprecian que exista una gran variedad en todos los servicios, en una ciudad que reparte su oferta de 18 mil camas en una gama que abarca varios hoteles de cinco estrellas, hasta habitaciones en casas de familia y albergues para mochileros. Otro tanto ocurre con los restaurantes, y los supermercados. En la última Semana Santa quienes más sufrieron la imprevisión fueron los turistas chilenos. En esta temporada, en cambio, han sido retribuidos con atenciones especiales.
   
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