Lunes 27 de enero de 2003

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Con cuarenta y siete mil horas de vuelo, cuentan cientos de peripecias en el aire

 

"¡Y para colmo, no vamos a figurar en los diarios!"

 
  -¿Felipe? ¿Felipe Sapag? ¿Para volar con él? ¡Ah no, un tipo muy sereno! Lo llevé muchas veces de aquí para allá... se sentaba al fondo, piola... la cara larga... inexpresiva, como es la cara de don Felipe. ¡Un tipo macanudo, no se metía en nada! Porque a la hora de volar... ¡mamita mía, los neuquinos hemos tenido cada gobernador! ¡Trimarco... por Dios, se metía en todo! ¡Pero Felipe, piola! ¡Y eso que con el don allá arriba, me tocó pasar algunas situaciones bastante fieras!
-¿Por ejemplo?
-¿Cuál? El día que murió Perón. Felipe era gobernador y había que ir al velatorio. Salimos de Neuquén rumbo a Buenos Aires. Era de noche. De comandante iba Pujante, que era director de Aeronáutica de la provincia. Yo, copiloto. Además de Felipe iba el "Turco" Creide, que fue intendente de San Martín de los Andes y otro era De la Valentina, en ese entonces director de Ceremonial. Todo iba bien hasta que nos acercamos a Santa Rosa, donde comienza a disminuir la intensidad de luces del avión. Lo primero que hicimos fue dar la posición a Santa Rosa, que la transfirió a Ezeiza, ya que era un vuelo controlado y si uno no emite señales de dónde anda, se inquietan. Luego hicimos una transferencia de funcionamiento de un regulador de voltaje a otro, pero nada... nos íbamos quedando sin luz... y bueno, nos quedamos sin luz y la batería se consumía... y ¡agarrate Catalina porque no teníamos instrumental! Con una linterna yo le alumbraba a Pujante lo poco que funcionaba... Ezeiza nos ordenó ir a Quilmes, hacer un 360, o sea, todo un círculo sobre Quilmes y tirarnos ahí... en esa pista... Pujante me pidió que le informara a don Felipe de la peripecia en la que estábamos... ni se inmutó: "Tranquilo, Mastice. Si sale bien, sale bien, y si no, ¡qué le vamos a hacer Mastice!". Me parece verlo, con las manos cruzadas sobre las piernas... inmutable. Pero cuando se enteró el "Turco" Creide de lo que estábamos pasando... ¡Qué rompe, madre mía! ¡Iba y venía y preguntaba, preguntaba, preguntaba y seguía preguntando! Quería saber si nos podíamos dar la piña... le decíamos que todo estaba controlado... "Tranquilo, turco, tranquilo"...¡pero nada conformaba a Creide! En una de esas, dijo: "¡Y para colmo, si nos damos la piña mañana ni siquiera figuramos en los diarios... porque con la muerte del viejo éste de Perón, no figuramos ni en agrupados!" Ya sobre Quilmes teníamos problemas para bajar el tren de aterrizaje, no había indicación de luces, pero bueno, aterrizamos, y como en las películas... bomberos, ambulancias... sirenas.

(Testimonio de Mastice)

   
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