Domingo 1 de diciembre de 2002
 

Nuevas generaciones e ideas para La Angostura

 
 
Dos imágenes de la casa del reconocido arquitecto Jaime Grinberg.
Algunos de los objetivos del Plan Estratégico son:
• Garantizar un desarrollo equilibrado de los aspectos sociales, ambientales, turísticos y económicos.
• Priorizar la naturaleza por sobre los demás aspectos relacionados con el desarrollo, promoviendo una mejor calidad de vida para residentes y turistas.
• Generar una identidad propia e inconfundible que la diferencia de las demás poblaciones de la zona, conservando la característica de aldea de montaña.
• Alentar el mejoramiento de los servicios turísticos mediante la concientización de la comunidad y capacitación de sus actores.
• Implementar líneas de acción específicas e integrales que favorezcan la concentración de sus principios rectores para obtener así una ciudad solidaria, equitativa e integrada socialmente.
La villa, como algunos países del primer mundo, se ha transformado en un recipiente en el que el imaginario colectivo nacional e internacional puso amplias expectativas.
La fusión de intereses de esta pequeña sociedad, construida a partir de un espíritu de connotaciones capitalistas de fuertes rasgos ecologistas, ha dado buenos resultados que se evidencian en un crecimiento sostenido y el bajo porcentaje de desempleo.
"Llegó un momento en que nuestros padres no querían hablar del tema. Nosotros lo sacábamos en las cenas. Les decíamos: "encontramos una cabaña para vivir" y cosas así, y nada. Después se fueron acostumbrando. Ese que ves ahí es mi suegro. Mi mamá me dijo la otra vez cuando vino de visita: "yo podría vivir acá" ", dice Rodrigo el flamante dueño de la Cervecería Epulafquen. Rodrigo es la cara visible de este rústico bar que abrió sus puertas en el último invierno y ya tiene un libro de visitas lleno de buenas ondas y perspectivas. "Doce cervezas por persona, superen eso", "La pasamos increíble, buena suerte", dicen dos de los tantos mensajes que les dejaron escritos. La sociedad propietaria de la idea la forman su pareja, Ursula -ambos atienden y cocinan- y dos amigos, otra pareja, Diego y Mariana, que proveen la cerveza artesanal.
Rodrigo está satisfecho con el emprendimiento, aunque todavía tiene proyectos por cumplir. "Este es un buen negocio, pero en un tiempo espero poder desarrollar cosas que tienen más que ver con mi vocación: la educación física, el entrenamiento en la montaña. En todo caso se nota que la gente que viene percibe nuestra intención, nuestra simpleza y por eso se van contentos de aquí", dice. Rodrigo, nacido y criado en una villa más populosa, Ballester, es uno de los tantos jóvenes que vinieron de la ciudad buscando aire puro y una oportunidad. "Desde hace mucho sabemos que éste es nuestro lugar", afirma. Su vida está llena de esas típicas anécdotas de la villa. Un día acarrearon leña, padecieron el frío, gozaron el verano y conocieron gente con ideales parecidos. Lo cierto es que el trabajo tuvo su premio y su historia continúa. Al menos en su caso, su vida depende sobre todo de ellos.
"Dólares", aclara el hombre de la inmobiliaria. En 65.000 dólares está tasada un hermosa casa de típica arquitectura de montaña, con un lote de 1.000 m2 y una superficie de 80m2 en Lomas del Correntoso. La misma inmobiliaria ofrece lotes en la zona de Las Balsas a 9 dólares el m2.
"Con respecto al año pasado hubo una caída en los precios de un 35 por ciento aproximadamente, aunque ya hacia el fin de año se ha ido reponiendo. De todas formas no fue un año malo, el mercado se ha movido", dice Guillermo Luis Frixione de Frixione Propiedades, otra de las inmobiliarias consultadas.
La Angostura aún es un sitio medianamente accesible para determinado nivel económico. Según Frixione, con 20.000 dólares es posible comprar un terreno de 1.000 m2 cuadrados, con todos los servicios, en una zona residencial o de explotación turística. La villa fue durante años un lugar de paso entre aquellos que visitaban Bariloche o viajaban a Chile. Eso cambió radicalmente en los últimos cinco años. Algunos de los turistas volvieron para no irse jamás.
Sus atractivos naturales y su infraestructura alimentan en la actualidad esa imagen seductora de la Patagonia que tanto se ha popularizado en el extranjero, y todo indica que sus visitas, alrededor de 50.000 por año, seguirán creciendo de la mano del turismo europeo y americano.
En el principio la inspiración fue una pirca. Esta barrera defensiva indígena de piedras llevó al arquitecto Jaime Grinberg a fundamentar el concepto de su propia casa en La Angostura a tan sólo siete minutos del centro comercial y con una vista al lago que enmudecen a cualquiera.
El resultado es una casa en medio del bosque que, sin colisionar con el entorno, establece una diferencia. Definitivamente ésta es la casa de Jaime. La muralla da justo al camino de acceso y, salvo esa pared y una entrada, son lo único que verá quien pase por allí.
En su interior Grinberg planteó una estructura abierta y funcional que se abre a ese paisaje imponente. En la amplia sala de estar de su casa confluyen objeto y deseo. Es la geografía patagónica convertida en una versión superlativa, poderosa de aquél calendario de almacén. "Con esta casa convertí una situación difícil como la del corralito. Yo tenía plata ahorrada en un proyecto de vida. De una situación de pérdida logré otra de ganancia", dice.
El estudio de Grinberg (Grinberg-Dwek-Iglesias) fue nominado este año para los prestigiosos premios Konex y ganó hace poco una licitación para un moderno proyecto urbanístico en Buenos Aires. Se trata de un corredor verde que irá por arriba de la línea Sarmiento, la que sale del Once.
"Ambas cosas confluyen en mi cabeza y la experiencia es muy rica. Por un lado este contacto con la naturaleza tan fuerte y por otro la metrópolis. Es una oportunidad muy rica en mi vida", explica Grinberg, a cargo de la cátedra de proyecto de la facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires.
La casa de Grinberg causará asombro, discusión, admiración, entre otras cosas. Pero no pasará desapercibida. El arquitecto utilizó materiales propios de la zona y con ellos se diferenció de la tradicional arquitectura que rodea a la villa. Grinberg, seguramente, no será el primero dejar su marca.
Una oleada de gente nueva ha venido a la villa para refundar sus vidas. Y así como algunos, tal vez la mayoría, aprenderán del contacto con la tierra, La Angostura, en tanto sociedad, deberá adaptarse a las multiples personalidades provenientes de la Argentina y otros lugares del mundo.
Por cuánto tiempo seguirá siendo una aldea de montaña o qué formas tomará en el futuro, son dudas que no pueden ser respondidas desde los papeles. La vida, como el arte, simplemente sucede y eso nadie puede impedirlo.

Claudio Andrade
candrade@rionegro.com.ar
   
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