Viernes 21 de diciembre de 2001

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Derrotado, renunció De la Rúa y vuelve el peronismo al gobierno

 

Análisis: En disolución

 
  La historia pegó ayer un brinco en Argentina.
Preguntarse hacia dónde rumbeará, es hundirse sin fundamento significativo en el agitado mundo de la especulación.
Una tarea donde duda y certidumbre se disuelven con la velocidad del rayo.
¿Pero qué se disuelve en la política a partir de la aplastante derrota de la administración De la Rúa?
Veamos.
Se disuelve lo que quedaba de la Alianza.
Podrá mantenerse vía la formalidad de alguna que otra buena intención. Pero como estructura destinada a luchar por el poder, su capacidad de seducción está reducida a cero y para siempre.
Final patético para una convergencia articulada desde la neurótica convicción que el nucleamiento podía funcionar más allá de logrado su objetivo de derrotar electoralmente a la única causa que le dio razón de ser: el peronismo.
La Alianza ya marcha hacia la noche larga de la historia.
Y desde ayer - además-, se disuelve mucho de la precaria identidad que define a la UCR desde hace 110 años.
No es aventurado afirmar que el partido tiene más posibilidades de sobrevivir precariamente, que de reformularse y proyectarse tiempo mediante, a un futuro de poder.
Voluntarismo. Carencia de rigor en su pensamiento sobre los densos problemas nacionales. Incapacidad en el manejo de contradicciones propias del juego político. Resistencia a convencerse que en Argentina la economía suele determinar lo político. Resistencia a admitir que el poder es para usarlo, y que si no se usa se atrofia. Y un insólito convencimiento que en alguna medida el tiempo siempre acarrea alternativas al gobernante y que este sólo requiere de un correcto manejo de esa variable para tener éxito, son algunos de los legendarios condicionamientos que tiene el radicalismo para gobernar.
Y este disolver también alcanza a cierta percepción que anida en el radicalismo sobre los roles de sus dirigentes en la ecuación pasado-presente.
¿Cómo es posible que Fernando De la Rúa haya elegido a José Luís Machinea como ministro de Economía cuando este - independientemente de sus virtudes técnicas -, tenía su imagen abollada por la hiperinflación que sacó en términos de ventarrón a Raúl Alfonsín de la presidencia?.
¿Cómo es posible que el propio doctor Alfonsín - u n hombre tan digno en la lucha por la vida, pero tan poco responsable para el manejo de cuestiones decisivas en la vida argentina como lo es la economía -, pueda seguir siendo determinante en la formulación de la política del partido o de lo que el partido cree que es una política?
¿Cómo es posible que con sus más de 110 años de existencia, el radicalismo argentino tenga dos presidentes que en una década dejan el poder casi huyendo de el?
En fin, un inmenso tema para la historia.
     
     
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