Jueves 20 de diciembre de 2001
 

Erica García, una chica sin límites

 

Su tema "Positiva" se escucha en todas partes, es que Erica García de a poco se fue ganando un lugar en el pop argentino y su último disco, "Amorama" -que grabó con los músicos de Beck- muestra un crecimiento que logró al eliminar los límites y dedicarse a la creación.

 
Desde fines del año pasado a comienzos de éste, Erica García se instaló en Los Angeles para grabar, producida por Gustavo Santaolalla, los nueve temas de su tercer CD, "Amorama" que salió en noviembre. Unos días antes, a mediados del mismo mes retomó los escenarios en Mar del Plata, Buenos Aires, Córdoba, Villa María, Santa Fe, Chaco, La Plata y Rosario, y estuvo en la segunda de las dos presentaciones de Alejandro Lerner, junto a Soledad Pastorutti, Juanse, Luciano Pereyra, Javier Calamaro, Sandra Mihanovich y David Lebón.
Erica se sumó a las estrofas de "No hace falta" y además de la ovación, se llevó la primera de las rosas que Lerner brindó a sus invitadas. "Ese tema lo cantaba de chica, fue un flash estar con Ale en su casa, ensayándolo en el piano. Más allá de los estilos diferentes, es una canción que yo tarareaba en mi infancia y eso no me lo saca nadie, mi papá la cantaba conmigo. Un encuentro parecido me pasó con Beck, lo conocí, me vino a ver al estudio de Los Angeles donde yo estaba grabando con quienes eran y son sus músicos. Con Divididos me parecía todo más natural, porque éramos pareja con Ricardo Mollo y no me daba ni cuenta que estaba tocando con ellos. Poder cantar con Lerner o que me invite León Gieco o que Beck venga a verme, es una sensación inexplicable. No quiero llamarla magia o fantasía porque es pura realidad, pero es hermoso el reconocimiento y poder compartir con personas que me han marcado o canté sus canciones en algún momento de mi vida".
-¿Con qué lo relacionás?
- Con Alejandro nos conocimos en la entrega de los Grammy el año pasado, ambos estábamos nominados, ahí le había dicho que me gustaba mucho "No hace falta". Días pasados vino a mi presentación y después me llamó. No conocía lo que yo hacía y me llenó de orgullo que viniera a verme y luego me invitara a su teatro. Quiso asegurarse de que hacía bien lo mío y luego decidió. Todos somos iguales, tenemos talento para diferentes cosas, pero en el mundo del arte, de la música, del espectáculo, se tiende a idealizar a unos, bajar a otros y hacer escalafones, categorías.
- Cómo fue la experiencia en Los Angeles.
- En Los Angeles, cuando fui a grabar con unos músicos increíbles, bajista, baterista y tecladista de Beck, locos, geniales, me presenté toda nerviosa, muerta de miedo y los pibes me recibieron con un gesto de respeto, casi de sumisión, diciéndome Erica, gracias por dejarnos tocar tu música. La habían escuchado en los demos que hice en casa con la porta-estudio. Ahí, dije, estos tipos están en otra frecuencia. Cuando empezamos a tocar, a los quince minutos me propusieron hacer un show y empezó la locura. Fueron tres, los armaron ellos, nos encantó tocar juntos. No sabían de mí ni de mi pasado, sólo me tomaron como un artista llegado de otro país, tenían que grabar conmigo y nos recopamos haciendo música juntos. Cuando fui con mi baja autoestima, un tanto achicada de chica del sur, me miraron como diciendo ¡basta de esas pavadas! Les gusta verte como ellos; no es cómodo hablar con alguien que pide perdón todo el tiempo. Y me fui dando cuenta de que somos iguales, me lo estaban expresando. Pensé que merecía eso, que no era fantasía, magia o el cuento de la cenicienta, sino una consecuencia lógica de venir tocando, creando, apostando a distintas vías. Siempre dije que quiero crecer hasta donde pueda y así pasan estas cosas maravillosas, por no ponerme límites. Para crecer no puedo pensar que esto es un regalo y nunca más me va a pasar. Ya es mi vida, es parte de ella. Ahora, a pesar de admirarlos, ya no son el fantasma que para mí eran; viéndolos como monstruos, yo indiecita sureña. Somos músicos, somos lo mismo. Ellos me hicieron crecer, pero me preparo para dar lo que sé que puedo, aunque ignoro el límite ni me lo pongo. Mi meta es el no límite. El trabajo creativo no puede tenerlo.
- ¿Qué es el disco?
- Grabar es un mínimo aspecto de un disco, es la vía mecánica que imprime la música en un soporte, pero en realidad, la emoción que lleva dentro, la gestás. La canción es una parte de mi vida que se mete entre las notas y las palabras, es pura emoción y lleva un tiempo de gestación, un proceso altamente visceral. Grabar graba cualquiera, cualquier cosa, pero un disco con alma, con personalidad, con mensajitos, hay que parirlo. Yo me descargo en las canciones, no las tengo inspiradas en hechos sociales o en acontecimientos puntuales. Podés hablar de cualquier tema pero siempre estarás pintando el momento que te toca vivir. Es inevitable, se cuela lo que está pasando en el país con la economía, el estrato social del autor, su historia. Eso en mis temas se ve y también que una chica argentina los escribe. Mi música no podría haber salido de otro lado que no sea nuestro país.

Eduardo Rouillet

Foto: Erica García crece sin temerles a los errores.

   
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