Jueves 20 de diciembre de 2001
 

"El equívoco humano es arte puro"

 
 
En los 90, Erica García formó el grupo Mata Violeta con Karina Tamburini y Nancy González. En julio de 1995 se separaron y algunos demos quedaron en el camino.
Alma de líder, se lanzó como solista y grabó "El cerebro", compacto del "97, con producción de Ricardo Mollo, violero de Divididos y su pareja por diez años.
Ella solita, impulsada por el entusiasmo y su pasión por la música, un año más tarde lanzó "La bestia", conduciendo una banda que también integraban Martín Aloé en bajo, el baterista Gustavo Glussman, Ervin Stutz en trompeta y los teclados de Matías Zapata.
A los siete años, su viejo le enseñó tres notas y se aferró a la guitarra. Se pasaba la vida en su cuarto descubriendo sonidos, lejos todavía de los ruidos del escenario, del rumor del público en espera, de la escalera que la lleva -guitarra en mano- a su encuentro, del seguidor que la centra en escena...
"No hay conciencia ahí, hay una mezcla de nervios no paralizadores, te abrazás con los músicos al grito de ¡vamos, vamos a romper todo! Te reís mucho, es un momento de alta euforia, adrenalina, muchas confianzas circulando.
Sobre el escenario ya no hay posibilidades de tocarse de la misma forma. Cuando te colocás para salir, está todo preparado, siento que alguien -nadie- me empuja, caigo al vacío y empiezo a volar. No sé nada más, pierdo la conciencia. Se nubla todo y ya estoy bajo las luces".
- ¿Cuándo empezás a ver a la gente?
- Apenas salgo, ya pasé ese túnel nublado, veo la luz -la gente- y empieza a rodar la energía. En un segundo se adueña de mí la más Erica que soy en ese momento, la que canta mis canciones y se enfrenta a la gente, en los límites.
- La más Erica.
- Sí, porque allí no puedo hacer otra cosa que ser al máximo yo. El público te saca la ficha enseguida, si estás nervioso, contento, triste, súper-eufórico, muy adrenalínico o borracho... En esos instantes no podés esconder nada.
- ¿Qué margen hay para el error?
- Todo puede ser. Me encanta crear en base al error, me parece la esencia del arte. El equívoco humano es arte puro, es el cuerpo solo que te llevó a hacer un trazo en la tela, que no querías, que la voluntad no quería, pero los impulsos, ¡sí!
Mil veces sucede que armando una canción, te equivocás y ponés un tomo distinto al que pensabas y quedó buenísimo. Bueno, queda, lo hago. Eso sólo te lo da lo ilógico, el equívoco, lo no planeado, la espontaneidad. En un show debe haber espacio para ella. Cuando el error ocurre, te deja totalmente desestructurado y ahí, o creas o te comen! (E.R.).
   
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