Cuatro periodistas fueron asesinados en una emboscada
Cuatro periodistas fueron acribillados por presuntos grupos pro-Talibán mientras viajaban en una caravana desde la ciudad oriental de Jalalabad hacia la capital afgana, Kabul. Según testigos, los periodistas -un español, una italiana, un australiano y un afgano- fueron sacados de sus vehículos y ejecutados en el acto.
Cutuli y Fuentes eran, respectivamente, corresponsales del diario italiano Corriere della Sera y del español El Mundo, y Burton y Haidari trabajaban para la agencia británica Reuters.
La noticia fue confirmada por el gobierno italiano y la Cruz Roja. "Hemos recibido la confirmación del gabinete de crisis (en la zona). Las declaraciones de los testigos dejan claro que los cuatro cadáveres encontrados en el borde de la carretera son los de los cuatro periodistas desaparecidos", explicó Ruggiero, según la televisión italiana.
La dinámica de la emboscada aún era confusa al promediar la tarde ayer y al parecer esa situación se mantendrá hasta que alguien llegue al lugar del ataque y pueda establecer lo ocurrido.
Desde Peshawar, noroeste de Pakistán, fuentes locales dijeron que las autoridades de Jalalabad enviaron "combatientes" para intentar recuperar los cuerpos de las cuatro personas muertas cerca de Sorabi, en la ruta, que serían los de los periodistas.
La caravana de ocho vehículos, sin escolta, había partido de Jalalabad con una veintena de periodistas a bordo con dirección a la capital afgana y, cuando llevaban dos horas de viaje, algunos de ellos fueron atacados por seis presuntos guerrilleros talibán, informó el corresponsal de la televisión catalana TV3, Eduard Sanjuan, quien también integraba el grupo.
"Les dijeron que bajasen, probablemente con la excusa de que más adelante había ataques. Les preguntaron si eran espías y, aunque se identificaron como periodistas, comenzaron a tirarles piedras y, luego, les dispararon" a quemarropa, contó Sanjuan.
El periodista catalán agregó que había sido informado por el conductor de uno de los vehículos de que, en el momento del ataque, avisó a los que lo seguían, entre los que estaba el de Sanjuan, para que dieran la vuelta. Cutuli y Fuentes viajaban en el mismo automóvil.
Otros vehículos que llevaban periodistas griegos y japoneses también fueron asaltados, relató Abdul Hadi, conductor del automóvil en el que se encontraban los primeros, quien explicó: "Dijeron que eran guerrilleros de la Alianza del Norte y me instaron a seguirlos a su cuartel general. Me negué y entonces trataron de quitarle la cámara fotográfica a uno de los periodistas, pero no lo consiguieron".
La de ayer fue la tercera caravana de periodistas que había salido de Jalalabad con destino a Kabul, por lo que es probable que los agresores hayan tenido tiempo de estudiar los movimientos y preparar el ataque. La emboscada se produjo en un desfiladero de la provincia de Nangarhar, cerca del puente de Tangi Abrishum, a 90 kilómetros al este de Kabul, en una de las peores carreteras (de 150 kilómetros) del país, definida por un periodista italiano como "ideal para emboscadas", porque en ella no se puede circular a más de 20 kilómetros por hora.
La organización Periodistas sin Frontera, RSF, afirmó ayer en un comunicado emitido en París, que la zona de la emboscada "es conocida como escondite de muchos bandidos". En la misma carretera, después del asesinato de los periodistas se produjeron otras dos emboscadas contra civiles afganos, en tanto trabajadores de Radio France fueron desvalijados el domingo último cuando se dirigían a Kabul y tuvieron que entregar dinero y material a los atacantes, armados con Kalashnikov.
Julio Fuentes, el enviado de El Mundo, decidió a último momento unirse al convoy para ir a Kabul, contó Sanjuan. El director del diario, Pedro José Ramírez, definió a Fuentes como "un destacado representante de la tribu de corresponsales de guerra. ". El periodista español publicó ayer, en la tapa de El Mundo, su última noticia: una exclusiva sobre el hallazgo de ampollas etiquetadas como gas sarin en una base de Osama ben Laden.(ver aparte) Lo mismo ocurrió con la última primicia sobre el mismo tema de Maria Grazia Cutuli que apareció, también ayer, en el Corriere della Sera.
Una ruta en tierra de nadie
La carretera de Jalalabad a Kabul es una pista de piedras y guijarros donde no es fácil superar los 30 kilómetros por hora, y en muchos trechos discurre en un enorme desfiladero donde es muy fácil esconderse.
En teoría, este territorio está controlado por la Alianza del Norte, aunque el incidente de ayer se atribuye a guerrilleros talibanes que aún se encuentran en la zona. De hecho, la ruta está controlada por diversas facciones armadas que responden a diferentes comandantes cuya filiación política no está clara.
El domingo un grupo de cronistas franceses fue asaltado en el camino, lo que demostró que no era seguro. Un periodista griego narró ayer que él y otros colegas fueron salvados por su chofer, quien los identificó como musulmanes ante un grupo de hombres armados.
El gobernador de Jalalabad, Hajji Qadiri, y sus hombres advertían en los últimos días a los periodistas sólo garantizaba la seguridad en un radio de pocos kilómetros. Desde el domingo, y hasta ayer varios grupos de periodistas llegaron a Kabul por sus propios medios, ya fuera en taxis o alquilando camionetas y hasta colectivos.
Testimonio: Ultima crónica del horror
En su última exclusiva, publicada ayer en el diario "El Mundo", Julio Fuentes descubre ampollas de gas sarín, capaces de matar a miles de personas. Este es parte de su relato.
"Encontré las delgadas ampollas de finísimo cristal tiradas bajo el sol en el pedregoso suelo de la base Farm Hada de Al Qaeda, 20 kilómetros al sur de Jalalabad, la más grande de la internacional terrorista en Afganistán. Estaban en uno de los muchos contenedores cerrados con candados chinos".
"El líquido que contienen los recipientes, de unos siete centímetros, es casi transparente, aunque tirando a amarillo. Aún ignoraba lo que tenía entre las manos, pero tras deletrear varias veces las cinco letras en cirílico empecé a temblar. En la rústica caja de cartón figuraba la inscripción en ruso SARIN/V-GAS".
"Lo que sujetaba entre los dedos de la mano derecha era aparentemente una terrorífica arma neurotóxica de destrucción masiva, el gas sarín, utilizado en 1995 por la Secta de la Verdad Suprema en el metro de Tokio. Una cucharilla de gas sarín puede matar a 10.000 personas, y ante la puerta de este contenedor de Al Qaeda había ayer unas 30 cajas de 10 ampollas cada una, sin contar las que yacían en el suelo. A una exposición de gas sarín la muerte sobreviene en un minuto y es tan tóxico que mata al contacto con la piel".
"La evidencia recogida por "El Mundo" podría revelar que Al Qaeda dispone de esta arma química de destrucción masiva, proveniente del arsenal de algún país del este de Europa, o de una sustancia denominada con el mismo nombre y de las mismas características. En la etiqueta blanca de la caja se advierte de que el único antídoto para evitar la muerte es una inyección de Antropina".
"No soy un héroe, pero necesitaba pruebas de que Ben Laden, tal como afirmó el pasado 10 de noviembre, tiene en su poder "armas químicas y nucleares", y la única forma posible de demostrar que controla algo similar a las primeras era una de aquellas cajas".
"Comencé a extraer lentamente, una a una, con la punta de los dedos de la mano izquierda, las 10 herméticas ampollas que contiene cada caja, y las fui depositando cuidadosamente en el suelo. Al finalizar, me guardé la caja vacía en el bolsillo del pantalón". (El Mundo)
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