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- Maltrato infantil: el abandono o maltrato emocional, distintas formas de maltrato físico, el abuso sexual, la explotación laboral o la incapacidad parental para controlar la conducta de los niños son algunas de las formas de maltrato que pueden sufrir los adolescentes y los niños. Evidentemente, estas situaciones de violencia externas al ámbito escolar cuando se presentan en las escuelas impactan en el aprendizaje y la conducta de los niños en ellas. Los niños y adolescentes maltratados se caracterizan por su conducta agresiva, desobediencia y comportamiento antisocial, siendo menor su aprendizaje.
- Entornos sociales de gran marginalidad: zonas o grupos sociales caracterizados por conductas violentas que se convierten en un patrón cultural naturalizado (patotas, barras bravas, bandas delictivas, presencia de armas en los hogares). Chicos que viven todos los días el ingreso de la policía a sus barrios, peleas entre bandas, drogas y asaltos son el modelo donde ellos se desarrollan. Y la escuela se transforma en un escenario donde reproducen esas formas de vínculos.
- Abusos entre compañeros: se trata de situaciones en las que uno o varios alumnos o alumnas toman como objeto de agresión a otros compañeros/as sometiéndolos, por tiempo prolongado, a agresiones físicas, amenazas, hostigamiento, aislamiento, etc. En general, los más poderosos se aprovechan de la debilidad, inseguridad, miedo o dificultad del acosado/a para pedir ayuda o defenderse. En este tipo de violencia están involucrados víctimas y victimarios, pero también todos los demás miembros de la comunidad educativa que al no participar, o bien consienten el abuso (los compañeros/as) o bien lo desconocen (padres, madres, docentes), reforzando así la acción intimidatoria. En muchas ocasiones, las relaciones que los alumnos establecen entre sí son un campo de gran opacidad para los docentes y autoridades educativas. Una falsa y excesiva creencia en la autonomía personal, o el simple desinterés por los procesos no instructivos, ha rodeado de un halo de ignorancia a las relaciones emocionales, afectivas y convivenciales establecidas entre escolares.
- Violencias sutiles: la escuela, desde cierto imaginario igualitario e inclusivo, debería ser un lugar caracterizado por el respeto hacia la diversidad cultural. ¿Esto es así? Miradas etnocentristas, prejuiciosas y estereotipadas sobre "los distintos" aparecen en la escuela y no sólo portadas por los alumnos. La antropóloga Liliana Sinisi realizó entrevistas a directivos y docentes argentinos donde aparecieron sugestivas miradas de los "otros". "Los bolivianos despiden un olor fuerte y desagradable, y esto es producto de lo que comen, comidas picantes a las que nosotros no estamos acostumbrados" o "los chicos peruanos son callados, obedientes, sumisos, no dan para más y hay que aceptarlos como son...". Este otro "distinto" a lo que el docente considera como "lo normal" implica formas de comunicación muy diferentes entre grupos. Una investigación realizada por la Universidad del Comahue muestra las grandes diferencias en el lenguaje utilizado por los docentes con alumnos de sectores medios y con los de sectores populares. Por ejemplo, la regulación del comportamiento de los alumnos es mayor en escuelas de sectores populares a través de usos imperativos ("se callan", "sentate", "pasá") sin mediar ningún tipo de justificación. Mientras que las intervenciones regulativas de los docentes en los sectores medios ("si no se sientan no pueden empezar a trabajar", "si no se callan no pueden empezar a trabajar") sí son acompañadas por justificaciones.
- Violencia contra el espacio escolar: el espacio y los objetos escolares son muchas veces objeto de violencia a través de robos, distintos tipos de vandalismo, maltratos y agresiones. Ponen en evidencia el rechazo a la escuela y muestran que en ciertos ambientes escolares las relaciones son conflictivas y que los miembros descargan agresión sobre paredes, vidrios, mobiliarios, etc.
- Violencia contra los docentes: décadas anteriores los jóvenes discutían la cultura de los adultos; hoy, directamente, niegan su cultura y en muchos casos su integridad física. Como no les importa la palabra para el diálogo y la confrontación, directamente optan por pegar.
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