Martes 16 de octubre de 2001

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Bariloche, sinónimo de dura advertencia para la política

Un tercio de los rionegrinos optó por invalidar su voto

Los humanistas dieron la gran nota

 

Análisis: La crisis del "voto bolsita" arrinconó a la Alianza

 

En Roca, usó 500 vehículos que llevaron 15 personas promedio a las urnas. No le garantizaron un triunfo amplio

  El voto bolsita de alimentos entró en crisis.
En Río Negro, no le pudo garantizar al radicalismo y su Alianza los holgados triunfos de cuantos pasados electorales uno quiera computar.
Este es uno de los datos más elocuentes que emergen a la hora de reflexionar sobre los resultados de las elecciones del domingo en Río Negro.
Si esa crisis se profundizará para confirmarse en términos más significativos en el 2003, eso es otra historia. Aquí hablamos de este hoy.
Y algo paradójico: ese voto está en crisis en un momento en que se agudizan las patéticas carencias que padecen miles de rionegrinos.
Casi un sinsentido si no se infiere un eventual estallido de una silenciosa decisión de dignidad última y autoestima de quien recibe la bolsa. Algo así como un "esta vez no, esta vez voy a votar yo".
Sucede que la crisis pone bajo sospecha la verdadera dimensión de la lealtad que tiene para con el radicalismo y su alianza la red de dominación y dependencia que genera la bolsa de alimentos.
O sea, lo que está en cuestión es el vigor de la estructura clientelar prolijamente diseñada y manejada por el radicalismo a lo largo de años.
Se llenan estómagos, se cautivan conciencias. Aunque no siempre.
Lo sucedido el domingo dice que algo falló en ese mundo de vínculos y canje de favores. Ese ámbito que para el "cliente es una estrategia de supervivencia, mientras que para el político es una manera de construir su base de poder", como lo define Javier Auyero en "La política de los pobres", trabajo recientemente presentado por una universidad de los EE. UU.
El caso de Roca es por demás significativo de los escasos resultados que le arrojó a la Alianza el dispositivo clientelar.
A comienzos de la semana anterior se supo que vía su Secretaría de Acción Social, el municipio estaba demorado en la entrega de bolsas Pronudes, alimentos.
El jueves, cuando la elección estaba a la vuelta de la esquina, fue incesante el paso por la comuna de gente humilde y muy carenciada. Ahí lograban la autorización para retirar la bolsa en un depósito municipal.
Como es habitual, funcionarios de la Alianza trataron con desdén las acusaciones sobre clientelismo que se formularon desde el peronismo.
Para esas horas, este operativo se fortalecía en otros puntos de la ciudad y de la provincia, con una dinámica red de distribución de alimentos.
Pero piruetas tiene la historia.
Con experiencia en el manejo de elecciones, para el domingo ya hacía varias semanas que la Alianza tenía contratados 500 vehículos destinados a acarrear gente a las urnas.
El término promedio que se pagó fue de 80 pesos por auto.
La flota estaba alistada. Los objetivos marcados. Sólo restaba la orden de levar anclas.
Esta llegó a las siete de la mañana del 14 de octubre de 2001.
Rauda, la flota se metió y serpenteó Roca durante toda la jornada. Cada una de sus unidades estaba perfectamente identificada en el parabrisas con una VF (Falcó-Verani), muy juntas, casi como expresando la amorosa comunidad de intereses que unen al mandatario con el flamante senador que él llevó a la banca.
Con experiencia en el manejo de playón ferroviario, en distintos puntos de la ciudad se congregaba a la gente y se la cargaba en los autos.
Estos partían hacia un punto de votación. A su llegada, planillas en mano había correligionarios que identificaban la carga. Una forma de decir "están bajo control, ya saben a quién votar". El auto esperaba y cumplido el deber cívico, devolvía la carga al barrio o la chacra.
Paralelamente, este tipo de operativo se desarrollaba en todas las ciudades que conforman el departamento de Roca.
En total -lo dicen fuentes radicales vinculadas con la maniobra- se movilizaron 2.000 vehículos. El promedio de transporte por auto fue de entre 15 y 18 personas a lo largo de la jornada.
Y llegó el escrutinio. Y con la noche, la historia siguió haciendo piruetas con los radicales y sus coronarias.
Para las 22, un correligionario de firme vocación a la hora de trabajar por la causa radical, se desplomó luego de un día de estar a cargo del operativo autos:
- ¡Para qué carajo laburé tanto! -dijo el "Mono" Vázquez.
¿Que había sucedido? Que el operativo no se traducía en votos ni en Roca ni en ningún otro punto del departamento.
En la madrugada, con los resultados finales en la mano, el asombro aliancista era digno de observación.
No era para menos. "¿Cómo es posible que en Roca, movilizando 500 vehículos, que a un promedio de 15 personas cada uno arroja 7.500 personas llevadas a las urnas, sólo hayamos logrado 8.600 votos?", fue la pregunta que no podían contestar.
Y para esas horas, esta devastadora reflexión martirizaba el ánimo de los radicales de cada una de las localidades y ciudades del Departamento General Roca. En todas se había repetido esa ecuación. En Cipolletti, la operación no garantizaba más que un 27% de los votos para una Alianza que en julio logró el 54%.
Sobre el filo del mediodía, un grupo de estudiantes universitarios sonreía en Roca ante un dirigente político. La Alianza les había pagado el traslado de Buenos Aires para que vinieran a votar. Pero todos habían votado contra la Alianza.
¿Qué pasó?
Por lo pronto, sucedió lo que los economistas llaman rendimiento marginal negativo.
O sea, la Alianza gastó 1, pero cosechó 0,50.
Las explicaciones son muchas.
Una, en un acto silencioso pero decidido, mucha gente transportada no se dejó usar.
Otra, el radicalismo está en la génesis que provoca desencanto con formas y estilos de hacer política y que la sociedad muy duramente computó el domingo.
Y dentro del radicalismo, el veranismo es la expresión mejor cincelada de lo más negativo de esos estilos.
¿Cómo pretender no pagar costos cuando el gobernador nivela hacia abajo su propia personalidad e investidura, respondiendo a insultos con más insultos?
¿Cómo pretender no pagar costos cuando, ante la sensibilidad que acarrea a miles de seres, se los manosea con los tikets?
En fin, el clientelismo está bajo fuego.
Y si el fuego se mantiene, tiempos más dignos es posible que le deparen a la política rionegrina.

Foto: La puntera anota, el taxi se aleja...

     
     
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