Miércoles 10 de octubre de 2001

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EE. UU. ya es dueño del cielo afgano y ataca sin limitaciones

 

Escenario: Vivir con miedo, una constante en los EE.UU.

 

Miles de personas con problemas de sueño, ansiedad y pesadillas.

  Nueva York.- Desde los atentados del 11 de setiembre, el miedo se ha instalado en la sociedad estadounidense de una manera aparentemente irreparable. Esa inseguridad psicológica se percibe en pequeños y grandes detalles.
Colas interminables en los aeropuertos, un espectacular incremento de la venta de antibióticos contra el ántrax, barreras antiterroristas delante de estaciones y oficinas, y miles de personas con problemas de sueño, ansiedad y pesadillas.
Las máscaras antigas son un artículo de lujo por su escasez, y los más hipocondríacos han renovado sus sótanos para convertirlos en refugios resistentes a las armas químicas y biológicas, siguiendo los consejos de los respectivos departamentos de bomberos.
Son los síntomas de una población que lucha por recuperar una cierta normalidad pero que, en realidad, sigue presa del terror, la incertidumbre y la inseguridad, y que, según todos los expertos, tardará bastante en acostumbrarse a vivir con este sentimiento.
Lo cierto es que ya nada es lo mismo. Los madres evitan dejar mucho tiempo solos a sus hijos. Las grandes corporaciones han prohibido todos los viajes innecesarios y hasta los fanáticos del fútbol o el béisbol se lo piensan dos veces antes de ir a los estadios, ante la duda de que sean objetivos terroristas.
La alerta máxima afecta a todos los rincones de Estados Unidos desde Filadelfia, donde los visitantes que quieren ver la simbólica Campana de la Libertad tienen ahora que pasar detectores de metales, hasta los vendedores que reciben gratuitamente un pequeño libro de instrucciones, editado por las autoridades, sobre como prevenir el terrorismo cuando asisten al Recinto Ferial del estado de Missisipi.
El servicio de trenes y las aerolíneas han borrado de sus páginas de internet información que pueda facilitar acciones terroristas, y las autoridades del estado de Georgia recomendaron hoy que los que tengan que ir por alguna razón a oficinas federales se tomen 15 minutos extras para poder pasar los controles de seguridad.
Los responsables del aeropuerto Sky Harbor de Phoenix piden ahora que los pasajeros se quiten los zapatos antes de pasar por los detectores de armas, y la Oficina de Administración Aérea clausuró el lunes al tráfico de aeronaves sobre el estadio Silverdome, en Pontica (Michigan), durante la celebración de un partido de fútbol americano al que asistieron 80.000 personas.
Las ciudades de Nueva York y Los Angeles parecen las más afectadas.
La primera porque sus habitantes ya conocen el devastador efecto del terrorismo, que se ha cobrado más de 5.000 víctimas en las Torres Gemelas, y la segunda por pensar que será el próximo objetivo, una vez destruidas las Torres Gemelas.
En California, muchos como Loren Greensberg, de Santa Mónica, han almacenado agua, alimentos y equipo de emergencia en habitaciones especiales o sótanos preparados especialmente con plásticos, para aislarlos de un posible ataque biológico o químico. (EFE).

La máscara preferida para Halloween

NUEVA YORK.- Una sombra siniestra se extiende sobre Halloween, la noche de las brujas con la que cada 31 de octubre los norteamericanos intentan exorcizar sus miedos: esta vez la máscara con el rostro de Osama ben Laden está tomando rápidamente la delantera en las ventas.
Las máscaras de Halloween son consideradas por los sociólogos como un barómetro exacto del inconsciente colectivo del país. En un año electoral, por ejemplo, es un indicador bastante confiable del candidato que será el vencedor, casi como si se tratara de una encuesta.
El año pasado se vendieron más máscaras de George W. Bush que de Al Gore.
Pero en los tiempos que corren la carrera refleja la tensión en Estados Unidos en guerra "contra el terrorismo". Los rivales de Osama en la lucha por el primer puesto son los policías y los bomberos, convertidos el 11 de setiembre en héroes por la televisión que los mostraba desafiando la muerte y escalando los escombros del World Trade Center en busca de sobrevivientes.
Son los niños quienes están empujando las cotizaciones de los "super-héroes del bien". Con respecto a las ventas del 2000, en esta oportunidad creció el 124% la venta de disfraces de bomberos.

Malestar en la colectividad árabe

Los latinoamericanos de origen árabe, que se cuentan por millones, admiten que sufrieron las consecuencias de los ataques a Estados Unidos perpetrados por extremistas islámicos, pese a que se consideran integrados plenamente.
Representantes de las comunidades árabes en diversos países de América Latina denunciaron que han padecido campañas de desprestigio, falsas amenazas de bomba, hostilidad en calles y escuelas y detenciones arbitrarias, que consideraron casos puntuales, a pesar de que repudiaron los atentados terroristas nada más ser cometidos el 11 de setiembre pasado.
El vicepresidente de la Asamblea Mundial de la Juventud Islámica, jeque Jihad Hasan Hamadeh, dijo que en Brasil, donde viven más de seis millones de personas de origen árabe procedentes en su mayoría del Líbano, han sufrido ciertas hostilidades en las calles, mientras que algunos niños fueron tachados de "asesinos y terroristas" por compañeros de clase.
Una "campaña de desprestigio", así como también actos de discriminación en escuelas, fue denunciada por ciudadanos de origen árabe en Argentina, donde existe un alto grado de integración en la sociedad.
En Paraguay, donde viven unos 10.000 ciudadanos de origen árabe dedicados sobre todo al comercio, fueron detenidas una decena de personas de esa colectividad, la mayoría de las cuales quedó en libertad y sólo sobre algunas hay sospechas de ilegalidad en sus documentos, lo que es investigado así como una posible existencia de células del terrorismo islámico.
La Embajada palestina en México también denunció amenazas telefónicas durante los días siguientes a los atentados, aunque el representante de la comunidad musulmana en ese país, Said Louahabi Shash, de origen marroquí, dijo que "no tenemos problemas".

Foto: Terminales de colectivos y aeropuertos se han convertido en poderosos centros de control para los estadounidenses.

     
     
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