Miércoles 26 de setiembre de 2001

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"¡No!, por favor, no es posible ..."

 

En 1997 un joven neuquino, Sadrack González, decidió partir rumbo a Nueva York para aprender inglés. Desde entonces vive en Manhattan, donde lo sorprendió el atentado. Tiene 31 años, y desde el martes 11 de setiembre su costumbre cotidiana de salir a correr por las mañanas, cambió. Aquí su testimonio:

  "Martes 11 de setiembre. Como todos los días me levanté a las 8:30 de la mañana, para salir a correr por el Riverside Way, en dirección a las torres gemelas. Eran las 8:40 y luego de unos mates, ya iba corriendo camino a Downtown. Cuando estaba a cinco cuadras de las Gemelas, sentí una gran explosión, y de inmediato aparecieron por todos lados las sirenas de bomberos, patrulleros y ambulancias. Debo confesar que a nadie, en esta gran ciudad, nos llama la atención su ruido. Pero, a diferencia de tantas mañanas, esa mañana todo el mundo miró hacia el top del World Trade Center, donde había fuego. Pensé que sólo se trataba de un incendio. En unos segundos, en el instante en que decidí volver a mi casa por la 19 street, miré hacia arriba y ví algo que pasó como una mosca, gigante. Algo que se estrelló en la segunda torre. ¡Dios! en un abrir y cerrar de ojos, la gente empezó a correr a mi lado, gritando y llorando desconsoladamente. Me embargó una angustia y empecé a llorar yo también. Pronto ví cómo las dos torres más altas de la ciudad que tanto quiero, estaban en llamas. Seguí corriendo a mi casa pensando en que si la noticia había llegado ya a Argentina, mi familia, en Neuquén, estaría desesperada. Lo primero que hice fue intentar llamar, pero no conseguí conexión. Creí que se debía a mis nervios. Lo intenté por décima vez y lo mismo, hasta que no puede más. Tenía la sensación de estar encerrado, sin saber qué hacer. "Dios mío, ¿qué está pasando...? Es un ataque terrorista", pensé, y salí nuevamente a la calle. La desesperación invadió pronto a todo el mundo, que disparaba hacia cualquier lado. Yo quería ayudar, necesitaba hacer algo por las personas que no sabían cómo escapar del desastre.
"Estaba tan cerca del distrito financiero, pero no se veía nada, todo era humo y polvo. Había fuego, mucho fuego, y se acababa de caer una de las torres. La gente gritaba, en estado de shock. Corríamos hacia abajo, todos empujándonos, asustados. Nunca viví algo similar. Aunque el miedo era más fuerte, no podía quedarme de brazos cruzados. Sin embargo, en más de una oportunidad pensé qué hacía en ese lugar tan terrible sin huir lejos.
"La policía nos empujó hacia la costa del río Hudson, que une la ciudad de New York con New Jersey. Eran más o menos las 10:30, todos mirábamos hacia la torre que quedaba en pie. Era evidente que debíamos irnos. Ví a duras penas que de la torre caían cosas desde las ventanas, pero no eran objetos sino personas que se tiraban. "¡No!, por favor, no es posible..." En ese instante delante de nuestras narices se cayó la segunda torre. Fue ahí cuando sentí que yo desaparecía por un instante. Había llantos, lamentaciones. Ahora pienso que no tengo ni idea de lo que sucedió en los siguientes diez minutos. Cuando quise acordar, estábamos todos sobre un barco que nos cruzó al frente del río Hudson. El cielo era una gran nube de fuego negro. "Señor, esto es el fin". Estaba absorto, no podía más, no creía nada de lo que estaba pasando. Era como si estuviera en una película. Recuerdo que me largué a reír. No podía dejar de reírme. Deseaba que todo se acabara ya. Me sentía como al borde de todo.
"No pasó mucho hasta que nos encontramos todos del otro lado del río, donde ya había gente, pero no era mucha, en comparación con la que vi correr hacía media hora atrás. Todos seguían llorando. La distancia que nos separaba, desde donde estábamos hasta la bahía, era corta. Es un río tan normal como el Limay, allá en Neuquén. El humo era gigante, si hasta parecía que podíamos tocarlo, como cuando veíamos a las gemelas desde lejos. Alguien nos ofreció agua. Traté de explicarle que todo era una confusión, que había llegado hasta allí por error, porque en realidad estaba bien. Me miraron como diciéndome, "no es una confusión. Derribaron las Gemelas y aquí estaremos a salvo". La gente quería volver, gritaban que tenían familia allí. Preguntaban por trenes y buses que cruzaran nuevamente. La policía nos dijo, entonces, que todos las salidas estaban cerradas. "No hay vía para New York. La única vía de escape en este momento, es New Jersey, a través de Waterfront". Exactamente allí era donde nos encontrábamos.
"Como me sentía mejor, entonces dije que, yo no me podía quedar ahí. "Quiero ayudar. Please, Am okay, Sr. am okay!!", les digo. Un señor que me oyó me dijo que necesitaban un chofer para que lleve los heridos hasta el Medical Center Hospital, de Jersey city. Les dije que yo podía hacer eso. Empezamos a transportar a las personas que estaban heridas. Ayudé a sacar a la gente que estaba debajo de los escombros, a los que no podían caminar. Los dejaba en el hospital, y volvía por más, rápidamente, con la Vans azul que me dieron. No recuerdo la cantidad de personas que transporté y que dejaban de contarme cómo les habían caído encima pedazos de cuerpos humanos. Lloré otra vez. Todos aquí lloran.
"Hoy es lunes 24 de setiembre. A dos semanas del horror, continúo mis días como desde ese martes. Sigo ayudando. Se ven bomberos, policías, y gente que caminamos. Heridos, todos heridos".

Sadrack González

     
     
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