Viernes 14 de setiembre de 2001

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Bush ya diseña la primera acción de "la guerra del siglo XXI"

 

Powell transparentó sospechas sobre Bin Laden

 

Admitió que es el principal sospechoso. El jefe de la diplomacia norteamericana presiona sobre Pakistán para que obligue a los talibanes afganos a entregar al terrorista saudita.

  WASHINGTON- El secretario norteamericano de Estado, Colin Powell, identificó a Osama bin Laden como principal sospechoso de los atentados terroristas en Nueva York y Washington.
Powell, durante una conferencia de prensa en el Departamento de Estado, admitió que sobre el terrorista de origen saudita refugiado en Afganistán recaen la mayoría de las sospechas de la autoría de esos ataques.
Estados Unidos "busca entre las organizaciones terroristas que tengan capacidad suficiente co-mo para llevar a cabo un ataque como el que hemos visto", dijo.
El jefe de la diplomacia, primer miembro del gobierno de EE.UU. en identificar oficialmente a un presunto culpable, dijo que "uno de los candidatos en la lista (de sospechosos) resi-de en la región (Oriente Medio)". A la pregunta de si entre los candidatos estaba Bin Laden, Powell se limitó a responder: "Sí".
Algunos analistas en Islamabad, Pakistán, creen que sólo es una cuestión de tiempo el que EEUU lance un ataque contra Afganistán en represalia por los atentados del martes, y hay quien no descarta que Washington estudie la posibilidad de hacerlo desde Pakistán.
Los investigadores, desde el comienzo, orientaron sus sospechas hacia Bin Laden, a quien Washington considera responsable de los atentados de 1993 contra las Torres Gemelas -destruidas ahora por el atentado del martes-, de 1996 contra las Torres Jobar, en Arabia Saudita, y de 1998 contra las embajadas de EEUU en Kenia y Tanzania.
Powell indicó que hablaría ayer con el presidente de Pakis-tán, Pervez Musharraf, en medio de la presión de EEUU sobre ese país vecino de Afganistán, donde vive refugiado Bin Laden.
Islamabad puso ayer a su Ejército en alerta en la frontera con Afganistán en previsión de un ataque de EEUU contra ese país por acoger a Bin Laden.
El ex jefe militar estadounidense señaló que conversaría por teléfono sobre la situación actual con el líder paquistaní, "como si estuviera hablando con un ami-go" y que ambos tendrían "un intercambio de puntos de vista sobre el estado de la región".
"Me acercaré a él como si estuviera hablando con un amigo y le quisiera comentar a un amigo lo que quiero que suceda para mejorar la situación en la región y en el mundo. Y espero que el presidente responda como un amigo, los indicios apuntan a que lo hará", dijo.
Pakistán es presionado por Estados Unidos para que colabore, en su calidad de país vecino clave de Afganistán y que reconoce al régimen de los talibanes.
La embajadora de EEUU en Islamabad, Wendy Chamberlin, se entrevistó ayer con el presidente paquistaní, principal aliado de los talibanes, para plantearle el tipo de asistencia que Washington esperaba de su gobierno.
Uno de los objetivos de Washington, según los analistas, es que Pakistán presione a los Talibanes que controlan el 90 % de Afganistán, incluida la capital, Kabul- para que entreguen a Bin Laden.
El presidente paquistaní ha prometido a Estados Unidos "cooperación incansable en la lucha contra el terrorismo".
Su colega de EEUU, George Bush, reconoció que esas palabras son alentadoras, pero aña-dió: "Veremos en qué se traduce la declaración" de Musharraf.
Pakistán ha subrayado su incapacidad para influir sobre el régimen de Kabul en lo que respecta a Bin Laden. (EFE/AR)

Los afganos aguardan posibles represalias y los extranjeros se alejan de Kabul

En Kabul, donde cunde el temor, no quedaban ciudadanos extranjeros, mientras grupos de afganos comenzaron a cavar trincheras y a construir improvisados refugios en vistas de una eventual y temida represalia norteamericana.
En un avión con destino a Pakistán partieron ayer los últimos extranjeros que quedaban en la capital afgana, entre ellos incluso los diplomáticos que habían llegado hace pocas horas para asistir a los diez occidentales (dos norteamericanos, dos australianos y seis alemanes) recluidos en las cárceles de los talibanes acusados de haber intentado difundir el cristianismo en Afganistán.
El diplomático alemán Helmut Landes dijo poco antes de su partida que "nosotros esperamos que el gobierno talibán tome en sus manos la seguridad de los prisioneros". Deborah Oddy, madre de la operadora humanitaria norteamericana Heather Mercer (una de las detenidas en Kabul), lloraba silenciosamente junto a Landes.
En una jornada que había comenzado con un conmocionante rumor, luego desmentido, sobre el arresto del súper buscado Osama bin Laden, los afganos comenzaron a ocuparse de montar una defensa civil temiendo que deberán pagar en un futuro cercano una cuenta extremadamente salada por la hospitalidad concedida por los talibanes al enemigo número uno de EE.UU.
Entretanto, desde Alemania un representante del gobierno afgano en el exilio, Asmanullah Jayhoon, dijo dudar de que Kabul vaya a extraditar a Bin Laden quien, en su opinión, tiene relaciones demasiado estrechas con el régimen de los talibanes que a su vez obtiene sustanciosas ventajas financieras por su hospitalidad.
Según la BBC on line, Afganistán además hospeda a muchísimos militantes islámicos procedentes de países tan distantes como Pakistán o Chechenia.
Precisamente ayer en Moscú se informó que documentos hallados por los servicios secretos rusos en bases de los secesionistas chechenos prueban la estrecha relación existente entre los guerrilleros caucásicos y Osama bin Laden.
La agencia Itar-Tass dijo que esos documentos serán puestos a disposición de la delegación del Parlamento Europeo que ayer llegó a Moscú.
La corresponsal de la BBC en Afganistán Kate Clark había dicho que son precisamente esos militantes islámicos extranjeros, y no los afganos, los más temidos por los operadores humanitarios en caso de un ataque militar norteamericano.
Clark recordó que en 1998 después del lanzamiento de misiles norteamericanos contra los campos de entrenamiento de bin Laden en Afganistán, como represalia por los atentados dinamiteros contra embajadas norteamericanas en Africa, un empleado italiano de la ONU fue asesinado por un extremista islámico pakistaní.
(ANSA/DPA)

El terrorista recluta y hace estudiar a los más fanáticos del islamismo

PARIS- Morir como mártires, para sentarse en el paraíso a la derecha del "Unico y eterno", es el impulso que mueve a los fanáticos de Alá a transformarse en suicidas y sacrificar la vida por el Islam.
Pero hoy, en la era de la comunicación, el islamismo radical que lucha contra Occidente ya no está formado sólo por jóvenes desheredados que se enrolan en el ejército de Alá para tener un plato de comida.
En las filas de fanáticos que siembran la muerte están, según Antoine Basbous -director del Observatorio de los Países Arabes en París- abogados, médicos, pilotos, ingenieros, todos educados con paciencia por los instructores de las "madrase" (escuelas coránicas) en Pakistán y en el campo de El Qaeda en Afganistán (el brazo armado del Frente Nacional Islámico para la guerra santa contra los judíos fundado en 1998 por Osama Bin Laden).
Desde hace casi 20 años, gracias a los medios financieros que dispone, Bin Laden formó su "semillero" de fanáticos de élite. Gente que prácticamente fue criada por el gran titiritero del terrorismo integrista, "que nació con la cuchara de oro en la boca", dice Basbous.
"Es culto, procede de la alta burguesía, comprendió que necesitaba un equipo especial". Cientos de jóvenes que durante años, de la mañana a la noche, fueron adiestrados en los oficios modernos y en dos sentimientos extremos y convergentes: el amor por Alá hasta el sacrificio de la vida, y el odio por Estados Unidos e Israel.
Los emisarios de Bin Laden revisan los ambientes musulmanes de todo el mundo, especialmente donde se combate, para reclutar a los "más convencidos", dice un ex militar francés que sirvió en Medio Oriente.
A menudo son ex militares profesionales, convertidos en mercenarios de la fe. La disciplina es férrea, la selección durísima: durante meses, los futuros kamikaze estudian el Corán, y si sus conocimientos no están a la altura de sus futuras misiones son desplazados.
Luego llega el adiestramiento militar, digno de tropas de élite, y quien muestra el más mínimo signo de debilidad es expulsado.
La lectura y el estudio de los manuales militares norteamericanos forman parte de la instrucción de los fanáticos de Alá, muchos de los cuales -según expertos- son enviados al exterior para perfeccionar sus conocimientos, que pondrán al servicio de la Jihad.
El juramento de fidelidad ciega al gran líder sella el "matrimonio". Bin Laden es el catalizador del fanatismo: sus continuos discursos ardientes encienden los ánimos de los futuros mártires.
"La guerra santa es fatigosa -dijo en las raras entrevistas- por eso la recompensa es tan grande". Miles de jóvenes, dice, "juraron morir por mí".
A sus kamikaze -dice Mireille Duteil, del Nouvel Observateur, les explica que antes de la batalla Allah les envía la "seqina", la tranquilidad. Esa que permite incluso desviar aviones y atacar con sangre fría a civiles.
"No importa si por la causa asesinan a miles de civiles inermes -dice Basbous- el fin es decapitar al Gran Satanás. Los civiles para ellos son todos contribuyentes, y por lo tanto cómplices de los gobiernos". (ANSA)

Foto: Colin Powell dijo que Estados Unidos espera cooperación de Pakistán.

     
     
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