Jueves 13 de setiembre de 2001

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La Casa Blanca y Bush también eran objetivos

 

Un portavoz presidencial confirmó que, tanto el avión presidencial del presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, como la Casa Blanca, estaban dentro de los objetivos de los terroristas que el martes atacaron las Torres Gemelas y el Pentágono. También se confirmó que hubo lucha entre los pasajeros y los secuestradores del avión caído cerca de Pensylvania.

  La Casa Blanca y el avión del presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, se encontraban entre los objetivos de los aviones empleados en los atentados del martes, anunció ayer un portavoz presidencial.
"Teníamos información específica y creíble acerca de que los dos eran objetivos previstos, y de que el avión que alcanzó el Pentágono podría haber ido dirigido contra la Casa Blanca", dijo un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional.
El secretario de Estado, Colin Powell, confirmó esta sospecha, pero evitó dar más detalles. Las autoridades también creen que el avión que cayó sobre Pensylvania podría dirigirse a Washington, ya que su trayectoria se dirigía en línea recta hacia la capital.
Según el portavoz, el riesgo para la seguridad del presidente fue el motivo por el que Bush fue trasladado desde Florida, donde comenzó la jornada, hasta una base aérea de Luisiana y posteriormente a otra de Nebraska, antes de retornar a Washington.
El avión "Air Force One" fue escoltado durante ese periplo por medio país por aviones de caza, que volaban muy cerca de la aeronave presidencial y plenamente visibles para sus ocupantes.
Por otra parte, se supo que los pasajeros del avión que se estrelló cerca de Shanksville (Pensylvania) intentaron reducir a los tres secuestradores antes de que el aparato cayera al suelo, según coincidieron los relatos de sus familias.
Varios pasajeros llamaron a sus familiares al comienzo del secuestro, y en esas llamadas conocieron lo ocurrido con los dos aviones estrellados en atentados suicidas contra las Torres Gemelas de Nueva York.
Un pasajero, Thomas Burnett, llamó a su esposa Deena a través del teléfono móvil en cuatro ocasiones, y en la última le dijo que los hombres del pasaje, temiendo un destino similar, habían decidido tratar de reducir a los secuestradores. "Algunos de nosotros vamos a tratar de hacer algo", indicó.
Otro ocupante, Jeremy Glick, habló también con su esposa y le dijo que los hombres del pasaje habían preparado un plan para resistirse a los tres terroristas y tratar de volver a poner a los dos pilotos a los mandos de la nave.
Explicó que los secuestradores, que llevaban bandas rojas en la cabeza, esgrimieron cuchillos y una caja en la que decían que había una bomba para forzar a pasajeros y miembros de la tripulación a que se dirigieran a la parte trasera del aparato.
Tal vez temiendo la inminente tragedia, Glick deseó a su esposa Lyzbeth que tuviera una vida feliz y que cuidara de la niña de ambos, de tres meses de edad.
El vuelo 93 de United Airlines, entre Newark (Nueva Jersey) y San Francisco, con 45 personas a bordo, experimentó un brusco desvío de su ruta emprendiendo camino hacia la zona de Washington.
Los datos de radar del control aéreo muestran que, en un momento, el Boeing 757 comenzó a volar de forma errática hasta estrellarse. (EFE)

Cómo burlaron la seguridad

Testimonios de pasaje-ros de los aviones secuestrados en Estados Unidos coincidieron en señalar que los terroristas estaban armados con cuchillos de madera, para evitar los detectores de metales que fun- cionan en los aeropuertos, y dijeron que, para cometer los ataques, reagrupaban a la tripulación en la parte de atrás de la nave y tomaban el control del aparato.
También en un caso apuñalaron a las azafatas para obligar a los pilotos a abandonar las cabinas y tomar el control de la aeronave.
"Tenemos muchos avio-nes, tenemos otros avio-nes", "No haga tonterías, no será lastimado", vociferaron los terroristas al piloto de uno de los Boeing secuestrados. Este dejó el micrófono de su radio a-bierto y permitió que el controlador aéreo escuchara la conversación, que se desarrolló en inglés.
El número de secuestradores en cada avión era de entre tres y cinco, y habrían elegido los vuelos con mayor recorrido para aprovechar que los tanques de combustible de los aviones estaban llenos y así causar una explosión mayor.

Entrenaron en Miami

El FBI rastreó ayer la pista de dos de los terroristas que atacaron el martes las torres gemelas de New York y el Pentágono hasta la pequeña localidad de Venice, al norte de Miami, en donde supuestamente recibieron entrenamiento como pilotos. "Nos dijeron que personas que conocimos estuvieron involucrados en uno de los aviones de la tragedia del World Trade Center", afirmó Charlie Voss, ex empleado de una empresa de aviación.
Uno de los sospechosos de los ataques fue identificado inicialmente como Mohammed Atta y el otro sólo con el nombre de Marwan.
Atta tenía licencia de conducir de la Florida y, según el FBI, anteriormente tuvo una licencia de Egipto. El martes por la noche el apartamento donde residía el sospechoso fue allanado.
Meseros de un restaurante cercano identificaron a Ata por medio de una fotografía que les mostró el FBI. Uno de ellos dijo que ambos, Atta y Marwan, comían juntos durante una o dos veces por semana en ese local. "En una ocasión que reclamó por la cuenta, le pregunté que si no tenía dinero para pagar. Me dijo que sí tenía, que trabajaba como piloto para una aerolínea", aseguró el mesero.
Las autoridades solicitaron ayuda para localizar dos automóviles registrados a nombre de Atta, quien supuestamente desapareció de la vista de vecinos y conocidos hace dos días. (ANSA)

La psicología del terrorismo

Los miembros de comandos suicidas terroristas suelen parecer "impasibles y relajados" antes de sus acciones criminales, especialmente si éstas tienen motivos religiosos, según revela un nuevo estudio austríaco, que se basa en testimonios presenciales.
La investigación, llamada "Aspectos Psicológicos del Terrorismo" y realizada por el Instituto de Psicología Jurídica de la Universidad de Salzburgo, señala que los terroristas son personas que aprendieron, mediante diversos mecanismos psicológicos, a eludir "estándares morales y barreras inhibidoras". Su autora, Christine Hirtl, llega a la conclusión de que, si bien los terroristas no son personas corrientes, en su mayoría tampoco son "esos psicópatas degenerados" que parecen a primera vista a juzgar por sus actos violentos. En el estudio, se parte de la creencia de que cada ser humano desarrolla a lo largo de su educación ciertos "estándares morales" que rigen su comportamiento. Sin embargo, esos "estándares" pueden eludirse, con lo cual los terroristas pueden ejecutar actos violentos que justifican mediante diversas estrategias. (EFE)

     
     
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