Miércoles 12 de setiembre de 2001

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Habla el neuquino que vio derrumbarse las Torres Gemelas

 

Argentinos cuentan sobre la incredulidad local

 

Gente de la zona da testimonio de las horas vividas.

  La gente en EE.UU. se preguntaba en la calle, en las puertas de los edificios, mientras trataban de comunicarse con sus familiares entre lágrimas y sin que funcionaran los teléfonos celulares, cómo era posible que en EE.UU. -el país más poderoso del mundo- pudiera ocurrir una tragedia de esta naturaleza.
Así lo constaron los argentinos de esta región que por estos días están en el Norte y que ayer hablaron con "Río Negro" sobre los momentos que les tocó vivir.
Paralelamente que crecía la inquietud con el correr de las horas, hasta anoche no se habían registrado víctimas entre la colectividad argentina en Washington, aunque no había datos sobre Nueva York, donde los ataques fueron más cruentos.
"El avión que había sido secuestrado por los terroristas que se precipitó a tierra estaba a unos diez minutos de donde vivimos nosotros", narró ayer una argentina que reside en los Estados Unidos y que en el momento de los atentados se encontraba dando clases en un colegio secundario privado en Salztburg.
Esa localidad se encuentra a unos ochenta kilómetros de Pittsburg, lugar que a media mañana también despertaba cierta parte de la atención porque sobre esa zona volaba una aeronave comercial (sería el que iba con destino a San Francisco) que terminó estrellándose en un sector de bosques, por suerte lejos de poblaciones.
Silvina Celani es sanjuanina y desde hace tres años está casada con un ciudadano estadounidense y ambos desarrollan tareas docentes en el colegio Kiski. Ayer por la tarde, le contó a "Río Negro" que dentro de los momentos de gran tensión que lógicamente envuelven a todos, "la colonia de argentinos que residen tanto en Saltzburg como Pittsburg nos hemos comunicado por correo electrónico. Estamos bien, dentro del susto, asombro y conmoción por lo que pasó".
Dijo que al saberse lo que estaba pasando en el país, la orden del director del establecimiento donde desempeña su tarea docente fue "evitar que cundiera el pánico entre los alumnos. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de ellos provienen de distintos lugares de este país, pero también hay otros que son de Pakistán, Arabia Saudita. Los tranquilizamos y paulatinamente, los llamados de los familiares ayudaron a generalizar la calma, dentro de lo que fue este día acá. Pero estamos bien y los argentinos que están en esta parte del país, también", explicó.
Acerca del avión que se estrelló, contó Silvina que "acabo de escuchar por una radio de Pittsburg que un pasajero había llamado por su celular a un familiar, diciéndole que el aparato estaba en manos de secuestradores".
También reveló que "el destino quiso que no viviéramos mucho más de cerca la tragedia, porque la hija de un profesor del colegio suspendió a último momento un viaje que debía hacer a Nueva York para participar de una reunión en una de las torres Gemelas que fueron destruidas".
Finalmente, trazó una reflexión que refleja la impotencia en casos como éste: "Lo más grave y preocupante es que un acto de este tipo sucedió en el lugar que uno cree es el más seguro del mundo".
Por su parte, Francisco Galeano, pediatra de Roca que está participando en un congreso de salud en Atlanta, en el estado de Georgia, dijo que "todo, de pronto, se paralizó: nadie entendía nada". "Enseguida los negocios cerraron sus puertas, nadie podía retirar dinero de los bancos, el trasporte se paró, no se podía recibir ni enviar correspondencias, los colegios y universidades suspendieron todas las clases".
"En el curso, muchos profesionales decían que ahora había que enjuiciar la desastrosa política internacional de Bush", agregó Galeano. "Y es lo que oí después en la CNN. Hay mucha incredulidad, trauma e indignación en la gente".
Ignacio Long, de 22 años y de Roca, estudia música en Manhattan y le tocó ver el atentado desde varios kilómetros. "Desde mi departamento se ven las Torres Gemelas y no entendía nada del humo y la explosión. Enseguida, por la tevé me enteré de lo ocurrido. Desde la Universidad me dijeron que todo se suspendía y que no perdiésemos la calma: que todos nos quedáramos en casa".
"Después prendí mi compu y no pude ingresar a la web", acotó. Ocurre que el tráfico en Internet fue infernal y numerosas páginas "web" de cadenas de noticias y periódicos estuvieron colapsadas por el elevado número de "internautas" que buscan más detalles sobre los atentados.
En Nueva York, el servicio de conexión de America On Line estuvo prácticamente inoperable y muchas páginas web, como las de las cadenas de televisión ABC o Fox, o la popular MSNBC.com no se podían abrir. (AR)

Para consultas

El Consulado argentino en Nueva York puso a disposición varios números de teléfono para que los familiares de los argentinos residentes en esa ciudad puedan comunicarse para saber cómo se encuentran tras el impresionante atentado que derrumbó las Torres Gemelas. El número principal es el (001) 212-603-0401, de una línea rotativa, pero también se pueden comunicar al (001) 212-603-0445 y al (001) 212-603-0451.

Dramático testimonio : Recordó enseguida el atentado a la AMIA

Una argentina tuvo que caminar ayer más de cinco horas desde la isla de Manhattan hasta su casa en el condado de Queen, después que dos aviones impactaron en las Torres Gemelas de Nueva York.
María Alejandra Gorosito, traductora pública de la Corte del Estado de Nueva York, vive desde hace once años en Estados Unidos pero ayer, al escuchar los estallidos del World Trade Center, se acordó de la voladura de la embajada de Israel, cuando en 1992 se encontraba de visita en Argentina.
"Fue lo primero que me vino a mente -comentó en diálogo telefónico con Télam-, ya que cuando ocurrió el atentado contra la Amia estaba en los Estados Unidos".
Gorosito trabaja a pocas cuadras del área donde se alzaban las Torres Gemelas y llegó al lugar a las 9, luego de una hora de viaje en tren, pero a las 10.30 fue evacuada después que cayó la primera de las torres de 110 pisos de altura.
"Cuando me contaban lo que pasó con una torre, el segundo avión atropellaba la otra y a partir de ese momento comencé a ver humo, la nube de polvo y gente que caminaba cubierta de tierra y los coches con escombros", contó.
En la calle advirtió que estaban cerrados los túneles y los puentes, "sólo se podía cruzar a pie en medio de las ambulancias que pasaban para todos lados", relató.
"Sin información", cruzó esa parte de la ciudad rumbo a Queens y "nadie sabía nada", por lo que comenzó a "buscar un ómnibus, lo encontré pero me tuve que bajar, tomé otro y después otro más".

Una ciudad de tremendos contrastes

En todo el trayecto notó que los que la rodeaban "se comportaban sin manifestar pánico, en forma normal, no parecían aterrados, aunque en el fondo todos lo estábamos", resaltó.
En un momento "apareció un grupo numeroso que corría cerca del edificio de las Naciones Unidas y todos nos asustamos" pero se trató de una amenaza de bomba falsa "por lo que después continuamos la marcha con cierta tranquilidad".
El recorrido que realiza desde hace años en una hora de subterráneo, hoy le llevó cinco horas. No vio heridos, "pero si mucha gente con polvo encima, la ropa rota, sin zapatos y muchos llorando, mientras cerraban los negocios".
"No había dónde comprar agua -recordó- pero al rato salieron los vecinos y ofrecieron agua en la calle o el baño, ya que Nueva York es la ciudad de los contrastes, la rudeza y la amabilidad, una ciudad donde hoy reinó el entendimiento y la solidaridad".
A su marido le pasó lo mismo, y a su hijo de 14 años tuvieron que ir a buscarlo a su escuela, lejos de la isla, por lo que todos llegaron a su casa, en Queens, una vez que escaparon de Manhattan.
(Télam)

Foto: Como en todo el mundo: desde Los Angeles, EE. UU., quiere saber la suerte de familiares.

     
     
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