Jueves 13 de setiembre de 2001
 

Atentados destruyen auras de invencibilidad de EE. UU.

 

Por Dominic Evans

  Los devastadores atentados suicidas contra los símbolos de la supremacía financiera y militar de Estados Unidos han destruido un aura de invencibilidad que rodeaba a la única superpotencia del mundo y envalentonado a sus enemigos.
Esta es la conclusión prácticamente unánime de analistas y expertos en temas internacionales.
Las imágenes televisadas de la matanza plasmaron ante una audiencia global la impotencia de un gigantesco aparato de inteligencia y de la fuerza de combate más poderosa del mundo, frente a unos cuantos determinados adversarios.
También ofrecieron munición fresca a los críticos que acusan al presidente George W. Bush de liderar a Estados Unidos hacia estrategias crecientemente polémicas sobre defensa antimisiles y de reducir los esfuerzos estadounidenses para resolver el conflicto árabe-israelí.
"En Europa habrá manifestaciones de solidaridad, pero en Oriente Medio, el subcontinente indio y posiblemente en China (...) los atentados han demostrado que Estados Unidos no es una superpotencia invulnerable", dice William Hopkinson, investigador adjunto del Real Instituto de Asuntos Internacionales, en Londres.
"Aquí tenemos un enorme revés para Estados Unidos. Su prestigio será debilitado". Advierte que intentos de atentados similares serán casi inevitables.
Como ha visto horrorizado el mundo, aeronaves comerciales estadounidenses secuestradas por atacantes aún desconocidos embistieron contra el Pentágono y el World Trade Center neoyorquino el martes, matando a miles y devastando los símbolos del poder militar y de fuerza económica de los Estados Unidos.
Aun cuando es probable que los aliados europeos de Washington, Rusia e inclusive China cierren filas después de los atentados sin precedentes, la reacción en el resto del mundo será más ambigua, dicen los analistas. "Podría llevar (...) a un cambio en la opinión que los gobiernos tienen de Estados Unidos", puntualiza Hopkinson.
En algunos países, entre ellos Egipto y Arabia Saudita, donde líderes en gran medida pro occidentales gobiernan a musulmanes profundamente encolerizados por lo que perciben como postura pro-israelí de Washington, podría haber más presiones para que se distancien de Estados Unidos.

Frutos de una estrategia

Fred Halliday, de la Escuela de Economía de Londres, opina que algunas de las semillas de los atentados del martes fueron sembradas por las previas políticas estadounidenses hacia Oriente Medio y Asia.
"Los orígenes sí incluyen la negligencia estadounidense hacia la causa palestina a lo largo de los años, también incluyen el respaldo a los integristas en Afganistán", sostiene Halliday.
Washington apoyó a los combatientes musulmanes que lucharon desde 1979 contra la invasión soviética de Afganistán.
Los líderes del movimiento Talibán, que controlan ahora el país, son actualmente anfitriones del disidente saudita Osama bin Laden, quien probablemente figura al tope de la lista de sospechosos como responsables de los atentados del martes.
Halliday hace notar que el "descuido" de Bush en el Oriente Medio desde que asumió el cargo en enero, ha exacerbado el antagonismo en la región hacia Estados Unidos.
"Aquí hay un legado diplomático que ahora está rindiendo sus frutos. Es demasiado simplista decir que no hubiera sucedido bajo el antecesor de Bush, Bill Clinton, pero ciertamente Bush lo hizo más probable".
"Clinton se involucró en Oriente Medio. Bush es negligente y la gente se enfurece mucho", agrega.
También es probable que aumenten las dudas y el debate en el extranjero sobre la visión de Bush de un escudo nacional de defensa contra posibles ataques con misiles de "estados paria", como Washington cataloga a Corea del Norte, Irán e Irak. China, Rusia y muchas naciones europeas han criticado el plan, que dicen podría desatar una nueva carrera armamentista.
"Puede que refuerce el empeño hacia una defensa antimisiles, aunque razonablemente podría llevar a los estadounidenses a decir que no vamos a gastar fondos en defensa antimisiles (...) porque es claro que no son necesarios misiles para atacar a Estados Unidos", dice Hopkinson.

Fracaso de la Inteligencia

La falta de advertencias en torno de los cuidadosamente coordinados y simultáneos secuestros de cuatro aeronaves comerciales asestó un pasmoso golpe a la reputación de la Inteligencia estadounidense. "Esta fue una empresa de gran envergadura ... que involucró a un número importante de gente en su organización", dice Tom King, ex presidente de la Comisión de Asuntos de Inteligencia en el Parlamento británico, que supervisa las labores de los organismos de espionaje MI5 y MI6, las que a su vez cooperan estrechamente con Washington. "Eso ofrece usualmente una oportunidad mayor de recoger información sobre el tema".
Pero ningún organismo de inteligencia podría garantizar un ciento por ciento de protección, agregó. "Los éxitos con frecuencia no se reconocen, mientras que los fracasos pueden ser en exceso aparentes".
Halliday reconoce que si bien los atentados fueron un revés para el prestigio estadounidense, tendrán un impacto poco apreciable en su verdadero poder.
"Me parece que Estados Unidos, tanto como sociedad y como potencia militar, volverá más bien a la normalidad, posiblemente a una normalidad excesiva, después de esto", dice.
La medida genuina del vigor estadounidense la dará no el alcance de la devastación en el World Trade Center y el Pentágono, sino la forma en que responda Estados Unidos.
"La manera en que se pone a prueba a un boxeador no es viendo si es golpeado, sino la forma en que se pone de pie después de que se lo noquea", concluye.

(Reuters)
     
     
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