Lunes 17 de setiembre de 2001 | ||
Ríver no pudo con el síndrome de la paternidad |
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Ganaba bien, pero se quedó dormido y reaccionó Boca. |
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BUENOS AIRES (DyN) - Ríver Plate tuvo todo para ganar el superclásico, pero su falta de decisión lo condenó a sufrir una vez más el síndrome de la parternidad de su viejo rival Boca Juniors, que le empató 1-1 a sólo siete minutos del final y festejó ruidosamente el resultado, aunque más por su significado folclórico que por el valor numérico. Esteban Cambiasso puso en ventaja a Ríver sobre los 17 minutos de aquel primer tiempo en el que los locales exhibieron una clara superioridad, y Gaitán estableció la igualdad definitiva a los 37 de la etapa final, cuando el empuje carente de ideas de Boca y el peligroso retroceso de los "millonarios" parecían presagiar lo que al cabo ocurrió. A Boca el reparto lo alejó todavía más de la lucha por el título, pero la algarabía de su gente tuvo mucho más que ver con el hecho de haber prolongado la paternidad que con el valor del punto en sí. Ríver, en cambio, sufrió el resultado como un castigo a su actitud cautelosa y resignó otros dos puntos en su lucha por el título. El equipo local manejó el primer tiempo de punta a punta y el marcador pudo haber sido más amplio de no ser por tres intervenciones casi heroicas de Oscar Córdoba. Ríver impuso superioridad desde el principio a partir de su predominio en el mediocampo, en el que anticipó permanentemente y ganó la mayoría de las pelotas divididas. En su primera llegada clara, Ríver encontró la ventaja, sobre los 17. Eduardo Coudet habilitó a Ariel Ortega, quien eludió al endeble Rodríguez y envió el centro preciso para el frentazo franco y a la carrera de Cambiasso. Los "millonarios" estuvieron a punto de aumentar a los 20, en una jugada en la que Córdoba ahogó tres veces el grito de los hinchas locales. Primero le tapó una entrada a Cardetti, después se quedó con el remate de Cambiasso desde la puerta del área y, por último, volvió a ganar espectacularmente ante Coudet. Ante ese panorama, Boca tuvo una sola aproximación sobre los 33, cuando Riquelme sacó un zurdazo que pasó cerquita del palo izquierdo. Ríver dejó en el vestuario la actitud agresiva que había mostrado anteriormente. La sensación dominante era que en el momento que se lo propusiera, Ríver podía liquidarlo. Su pecado fue que nunca tomó la decisión de hacerlo. Boca, entonces, jugó buena parte de la mitad final en campo adversario. Lo hizo a los empujones, sin fluidez en el armado de juego, pero siempre intentando llegar por las puntas, especialmente por el costado izquierdo, el que custodiaba Ariel Garcé, por donde siempre Marcelo Delgado se ofreció como opción de descarga. A los 7, el arquero se durmió tras un cabezazo de Schiavi y Traverso estuvo a punto de empujarla al gol. Y, a los 16, se quedó a mitad de camino luego de un cabezazo de Nicolás Burdisso y D"Alessandro salvó en la línea el tiro de Gaitán. Iban 38 cuando llegó la igualdad. Comizzo le tapó a Riquelme y Gaitán conectó el rebote con toda la furia para desatar la alegría de su gente. Ríver se quedó, Boca se lo agradeció. Una vez más. Martín sacó aprobado Foto 2: Apretujados, como toda la tarde, y la sensación de miedo que generan las llamas. Los hinchas de Boca encendieron fogatas en plena tribuna, en una actitud que bien puede provocar hechos lamentables. |
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