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Jueves 30 de agosto de 2001 | |
Parece que llegó la hora de darse cuenta |
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Opinión |
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| "Para defender un italiano; para correr un español; para jugar bonito un brasileño, pero para ganar, un argentino". Es una habitual definición de un entrenador de fútbol italiano, en relación con la permanente incorporación de extranjeros en la liga de ese país. Nuestros compatriotas son convocados, no sólo por su excelente técnica, sino por otras cualidades casi innatas, como el amor propio, garra, responsabilidad, liderazgo y claridad de objetivos, entre otras. Su mundo está lejos de la pelota, pero Javier Andrés Correa concentra similares atributos. Eligió un deporte con poca difusión nacional y escaso apoyo económico, con dirigentes nacionales que pocas veces ven más allá de sus propios intereses personales. Como si fuera poco, con las condiciones mínimas para desarrollar su preparación. Sin embargo, hace varios años salió al mundo y lo conquistó. En un deporte dominado por atletas de los países del este, aquellos que hasta no hace mucho estuvieron detrás de la "Cortina de Hierro" como Alemania Oriental, Hungría, Polonia, Bulgaria, Lituania y la propia Federación Rusa, Correa es el abanderado del canoaje argentino y sudamericano. Su progreso fue constante y dejó muy atrás a los antiguos dueños del continente como sus pares brasileños y cubanos. Desde su primera participación en un Mundial de mayores (en Alemania 1995) siempre creció su rendimiento y "todavía tiene mucho para dar", adelantó antes de su incursión en Polonia el entrenador Miguel Sánchez. Su vida sabe de sacrificios. Los que realizó desde muy joven en las aguas del río Negro y los posteriores en una impresentable "pista nacional de remo" en Tigre. Correa suplió las malas condiciones del lugar con su enorme talento, su buena predisposición, un trabajo metódico y una gran voluntad para superar cualquier escollo. El país necesita una pista de canoaje en serio. Con las características propias para que él y todos los que lo siguen puedan seguir creciendo. Javier ya hizo mucho y todavía tiene muchos años por delante para plantearse nuevos objetivos. Llegó la hora para que otros actúen. Daniel Vila |
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