Jueves 12 de julio de 2001
 

Alfonsín recomendó a De la Rúa no pagar la deuda

 

El presidente rechazó esta alternativa propuesta por el jefe de la UCR.

  Buenos Aires (ABA).- Raúl Alfonsín percibió las palabras del Presidente como un ruego: "Doctor, usted no me puede abandonar ahora, tiene que acompañarme en este momento crítico". Fernando de la Rúa se refería, claro, a la solapada amenaza del titular de la UCR de "independizar al partido del Gobierno" si se privatizaban la Anses y el PAMI.
Con la promesa presidencial, anunciada durante una cena compartida el martes a la noche en la residencia de Olivos, de que los organismos se mantendrían bajo el control del Estado, la relación entre el Gobierno y la cúpula radical se distendió. El miércoles por la mañana, Alfonsín llamó a todos sus escuderos para pedirles que no hicieran declaraciones contra el Gobierno. Pero los aires de paz interna duraron poco: con el pasar de las horas, cuando se iban conociendo los pormenores de los anuncios oficiales para el nuevo ajuste, los radicales comenzaron a elevar sus protestas.
El titular del partido, desde Chaco, pidió que el nuevo ajuste "cayera sobre los que más tienen, no sobre los más pobres"; mensaje que en el ministerio de Economía fue leído como "anti-Cavallo".
En los hechos, Alfonsín jamás respaldó el plan económico actual. Y a pesar de que la semana pasada elogió la gestión del ministro de Economía, quienes lo conocen dicen que "la relación es insalvable". Durante la cena del martes, el caudillo de Chascomús no dejó pasar la oportunidad de darle a conocer al Presidente su duda, que más bien se parecía a un consejo: ¿No convendrá, a esta altura, analizar la posibilidad de decretar la cesación de pagos de la deuda?". Dicen que el Presidente empalideció, y le contestó: "Don Raúl, usted sabe lo que nos espera si caemos en el default...".
Alfonsín intentó completar su idea. Dijo que, en los hechos, la Argentina ya estaba en default. Esa misma noche, un par de horas antes, Cavallo había reconocido que el Gobierno no tenía más crédito. Y agregó que ya no había espacio para nuevos ajustes. "Fernando, vas a poder hacer un recorte más. Pero alcanzará para tirar un mes, después los mercados pedirán más ajuste. Y ya no quedará de donde cortar".
La teoría alfonsinista es que, si no lo hace el Gobierno, tarde o temprano los mercados provocarán el default, cuando ya no les convenga comprar bonos de la deuda. "Ante ese panorama, sería conveniente organizar una estrategia desde el Estado para no crear un caos total, y para eso es necesario un gran acuerdo nacional", explicó un asesor de Alfonsín.
De la Rúa, con su tradicional mesura, le explicó a su correligionario que "el Gobierno estaba demasiado debilitado y que no tendría espaldas para aguantar la crisis inmensa que se desataría con la cesación de pagos". Y le exhortó: "Lo único que le pido es que no salga a declarar esto públicamente, porque produciría un caos inmanejable. Le pido más que nunca que nos ayude".
Ese pedido de ayuda, sonaba, más que nada, a una súplica: mantenga su silencio un poco más. Ayer, cuando todo el Gabinete le daba los últimos toques al paquete de medidas económicas, Alfonsín continuaba en el Chaco. Aunque mandó emisarios a la Casa Rosada: sus escuderos Leopoldo Moreau, Eduardo Santín y Enrique "Coti" Nosiglia se mantuvieron al tanto de la redacción de los anuncios.
El objetivo alfonsinista era acotar lo más posible el poder cavallista. "Cavallo ya tiene Economía e Infraestructura. Si suma seguridad social, con el presupuesto multimillonario del Anses, se quedaría con el 80 por ciento del presupuesto nacional", protestó el senador Moreau.

Siguió ayer el contrapunto entre el ministro y el ex presidente

El fuerte choque de ideas exhibido por el titular del Palacio de Hacienda, Domingo Cavallo, y el titular del radicalismo Raúl Alfonsín, puso de manifiesto el enfrentamiento entre economía y un sector de la Alianza sobre la forma de resolver la grave crisis argentina.
Cavallo reclamó, en una indirecta alusión a Alfonsín y a otros dirigentes aliancistas, que dejen de "hacer demagogia" y "no dejen ninguna duda sobre su compromiso" para acatar la decisión del Gobierno de reducir el déficit al nivel cero mediante duras medidas de austeridad. Alfonsín, por su parte, llamó a los "políticos progresistas" a luchar contra el establishment. Para Alfonsín, la hora impone "la reconstrucción del Estado", porque "no puede ser prisionero de los grandes intereses económicos".
La exposición de ambas ideas dejó en claro la marcada diferencia de las posturas que dividen al oficialismo y que para algunos observadores económicos son la causa de la pésima reacción en los mercados. Analistas de Wall Street focalizaron ayer en estas diferencias verbalizadas por el ministro y el ex presidente para explicar la raíz del incremento del riesgo país y la caída de las acciones . El economista jefe de Atlanic Assets Management, Boris Segura- por caso- dijo que "el presidente debe actuar dando apoyo a Cavallo y separarse del alfonsinismo".
Las diferencias entre Cavallo y Alfonsín son de larga data y si bien esta vez emergieron cuando el cavallismo decidió poner a sus hombres frente a organismos que han sido usados como prendas valiosas de la clase política, pues constituyen algo más instituciones destinadas a dar servicios a la clase pasiva, eso no es todo. Pero si las diferencias también deben medirse en avances y retrocesos en los espacios políticos, lo que verbalizan estos días el caudillo radical y el ministro pone al descubierto algo más grave: una brecha insalvable entre ambos discursos.
De la Rúa pidió a Alfonsín su apoyo, y en medio de un nuevo contrapunto mantenido entre el ex presidente y el ministro, llegó el apoyo de la Convención Nacional de la UCR. Pero el apoyo de Alfonsín al gobierno no fue un juramento. Fue un apoyo condicionado.
El frente interno parecía ayer más difícil que el externo, así al menos se creyó cuando los principales sectores del justicialismo expresaron que sólo la figura de Domingo Cavallo podría sacar al Gobierno de la profunda crisis política que enfrenta y que sacude con fuerza la estabilidad económica del país.

Gritos que pueden presagiar rupturas

Un durísimo cruce, que podría terminar en el alejamiento definitivo del Frepaso del gobierno, protagonizaron anoche diputados de la Alianza y el ministro de Economía, Domingo Cavallo, durante la reunión en la Casa de Gobierno donde se analizaron las nuevas medidas económicas.
El motivo de la discusión fue la decisión del ministro de garantizar el pago de la deuda externa con las cuentas públicas, según revelaron a dirigentes que participaron del encuentro.
El ministro primero trazó un diagnóstico sobre la situación financiera actual y el proceso que derivó en la crisis actual.
Pero cuando Cavallo advirtió que de ahora en más se iba a garantizar sólo el pago de la deuda y la coparticipación y recién después, con los recursos restantes, se cubrirían los gastos estatales como sueldos, planes sociales y fondos para la salud, la polémica estalló.
El titular del bloque de la Alianza, el frepasista Darío Alessandro, contestó que si bien la bancada había apoyado hasta entonces la gestión de gobierno el nuevo paquete era el límite.
Cavallo respondió a los gritos y los acusó de quitarle respaldo en un momento crítico. Los legisladores replicaron que debían intentarse alternativas, como cobrar impuestos especiales a las empresas privatizadas o al sector energético.
"Mientras sea ministro no se van a cambiar las reglas de juego", respondió el ministro, ante los diputados que piensan, ahora más que nunca, en dar el portazo. (DyN)

Foto: Alfonsín monitoreaba la crisis ayer desde Chaco, luego que el presidente le rogara mesura en sus palabras

   
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