Martes 12 de junio de 2001
 

McVeigh murió sin reflejar emociones o arrepentimiento

 

El Estado Federal le aplicó una dosis letal, la primera en 38 años.

  TERRE HAUTE, Indiana-EE.UU. - Timothy McVeigh, el autor de la tragedia de Oklahoma City que en 1995 causó 168 muertos, fue ejecutado ayer, con una inyección letal que recibió en una cárcel de Indiana, Estados Unidos, sin reflejar ninguna emoción o arrepentimiento.
Seis años después del más grave atentado en la historia de Estados Unidos McVeigh, murió ayer a las 7:14 (9:14 de Argentina) en la prisión federal de Terre Haute tras recibir una inyección letal, confirmó el director de esta cárcel, Harley Lappin.
La ejecución volvió a desatar en EE.UU yen todo el mundo el debate sobre la utilidad de la pena máxima. En torno de la cárcel se desplegó ya desde el domingo un fuerte operativo de seguridad. Allí se reunieron cientos de manifestantes tanto en contra como a favor de la pena de muerte. Tras la ejecución, El presidente de EE.UU, George W. Bush, sostuvo luego que McVeigh, "ha sufrido el destino que él mismo ha elegido" y señaló que los familiares de las víctimas "ahora podrán descansar. La justicia ha cumplido".
Estos, por su parte, se manifestaron satisfechos aunque conmocionados por la actitud, a su juicio desafiante, mantenida por el reo en sus últimos minutos de vida.

El ritual de la muerte

La ejecución del ex héroe de la Guerra del Golfo se desarrolló con precisión "clínica", según los testigos, siguiendo el glacial ceremonial dispuesto por el gobierno federal, que retomó la pena de muerte luego de 38 años.
Diez de las víctimas vieron la ejecución en la cárcel y otras doscientas más pudieron seguirla en Oklahoma City a través de un circuito cerrado de televisión. Sin embargo, hubo algunos problemas técnicos al principio y la conexión se estableció al cabo de unos minutos, por lo que la ejecución, planeada para las 7:00, comenzó seis minutos más tarde.
A la ejecución también asistieron diez representantes de medios de comunicación, que comentaron que McVeigh daba la impresión de estar tranquilo. En total unos 1.400 reporteros cubrieron la "ejecución del siglo".
El reo no formuló declaración alguna. En su lugar dejó una poesía del inglés William Henley (1849-1903), titulada "Invictus", que, entre sus cuatro párrafos, dice: "mi cabeza está ensangrentada pero no me he doblado", y "Soy el dueño de mi destino y el capitán de mi alma".
Vestido con pantalones beige, camiseta blanca y zapatillas de plástico, el condenado entró a la sala de la muerte de la cárcel de máxima seguridad de Terre Haute, Indiana, a las 7 (hora local) en punto.
Muy pálido, con los cabellos casi rapados, delgado, y con los ojos cercados, no presentó resistencia alguna y se tendió sobre la camilla. Cuando las cortinas frente a las ventanas de los testigos se abrieron, McVeigh miró a los presentes, uno por uno, con excepción de los familiares de las víctimas, que estaban en una ventana espejada .
A las 7.10 a través de una inyección colocada en la pierna derecha, se le suministró la primera dosis de veneno, luego las otras dos.
McVeigh levantó un instante la cabeza, respiró un par de veces profundamente, y comenzó a mirar hacia el techo, donde una cámara transmitía imágenes a Oklahoma City.
El preso paseó su mirada por la cámara como si "quisiera mirar a los ojos" a cada uno de los testigos, dijo una reportera. "Hasta el último minuto mantuvo los ojos abiertos, agregó".
Muchos interpretaron esto como una actitud desafiante. "Deliberadamente intentó mirarnos y establecer contacto visual. Había (en sus ojos) casi una sensación de orgullo", declaró la periodista de una radio de Chicago -y testigo- Susan Carlson.
Larry Whicher, cuyo hermano murió en el atentado, relató: "Sus ojos me decían todo lo que necesitaba saber. Tenía una mirada desafiante, que decía que si pudiera lo haría todo de nuevo".
La muerte llegó a las 7.14, con un único signo visible: la piel del hombre de 33 años pasó de un color pálido a otro amarillento.
Las cenizas de McVeigh -el cuerpo fue cremado- serán entregadas a un abogado para que se las lleve a algún familiar, pero se desconoce el sitio donde serán esparcidas.

Básquet y helado

En su última noche de vida el autor del peor atentado terrorista de la historia de Estados Unidos durmió algunas horas, miró básquet por televisión y comió -como último deseo- casi un kilo de helado de menta y chocolate. Todos lo han descrito como un hombre tranquilo y sin alguna emoción en particular.
Con su muerte, McVeigh se llevó consigo las dudas que circundan a esta tragedia, como la posible presencia de posibles cómplices, que jamás fueron individualizados.
Luego de que las autoridades de la cárcel y los periodistas admitidos a seguir la ejecución contaron, casi todos con fríos detalles, las fases de la ejecución, hablaron algunos familiares y sobrevivientes .
McVeigh tendría que haber sido ejecutado el 16 de mayo. Pero cuando se descubrió que el Bur Federal de Investigaciones, FBI, no había entregado "por error" evidencia sobre la investigación del caso, la ejecución se aplazó cuatro semanas para que los abogados de McVeigh pudiesen ver las actas.
En 1995, Mv Veigh voló con explosivos la mitad de un edificio federal estadounidense en Oklahoma como venganza por la muerte de unos 80 miembros de la secta de los davidianos en Waco, Texas, durante un asalto del FBI el 19 de abril de 1993. Entre las 168 víctimas mortales del atentado había 19 niños en la guardería , y 500 heridos.
Otros 19 presos aguardan en la cárcel federal de Terre Haute su hora final. Ya para el 19 de junio está prevista la próxima ejecución, la del asesino y jefe narcotraficante Juan Garza. (ANSA/DPA)

Bush: "Se hizo justicia"

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, sostuvo ayer que la ejecución de Timothy McVeigh fue "un acto de justicia".
"Las víctimas del atentado de Oklahoma City no obtuvieron venganza, sino justicia", aseguró Bush al leer una declaración ante la prensa
El presidente norteamericano sostuvo que McVeigh "encontró el destino que había escogido para sí mismo hace seis años", cuando el 19 de abril de 1995 hizo estallar un camión con 3 toneladas de explosivos junto al edificio federal Alfred Murrah de Oklahoma City
Bush precisó que "el veredicto fue pronunciado con serenidad y los derechos del acusado fueron protegidos y observados", y agregó que "conforme a las leyes de nuestro país, el caso terminó". (Télam SNI)

Foto:Familiares de las víctimas que prefirieron no ver la ejecución, rezan frente al memorial que recuerda a los muertos en la masacre.

   
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