Menem quedó preso por asociación ilícita y lo procesarían en 10 días

El clima que rodeó el final tan anunciado

Hubo de todo en los alrededores de los tribunales de Comodoro Py: empujones, golpes y discusiones entre los bandos de manifestantes.

BUENOS AIRES (ABA).- Alguien debió haber rociado con gasolina la puerta de los tribunales de Comodoro Py la noche anterior a la indagatoria de Menem. Es que ayer cualquier chispa era capaz de encender las más explosivas reacciones de los aproximadamente 500 manifestantes que se encontraban allí apoyando a su líder político.
Hubo de todo: empujones, golpes, corridas y discusiones intensas entre los distintos bandos de manifestantes y, en otros casos, entre éstos y la prensa. Pero, curiosamente, faltaron al cónclave los detractores del ex presidente, quizás el elemento que hubiese terminado de detonar un enfrentamiento campal en plena indagatoria.
Lo cierto es que a pesar de que quienes se apostaron contra las vallas de contención montadas por la Policía Federal eran única y exclusivamente manifestantes menemistas, los hechos de violencia no faltaron. Desde el mismo momento en que Menem ingresó al edificio donde sería indagado, a las 9, hasta los últimos instantes antes de abordar el helicóptero policial que lo trasladaría a su lugar de detención, a las 12.20, la calle de la entrada principal de la sede judicial fue un termómetro a punto de estallar.
Y las emociones contenidas durante el proceso que transcurría puertas adentro estaban a flor de piel. Aunque se canalizaban de la manera menos esperada: gritos entre dirigentes del mismo palo político, insultos a la prensa que cubría el caso y una constante amenaza de pasar a las manos a la primera situación que resultara sospechosa.
La gran mayoría de los manifestantes llegó allí proveniente del interior del país. Cuatro micros repletos de gente y merchandaising político -gorros, banderas y remeras con la inscripción "Menem la Argentina te ama"- arribaron desde Córdoba, convocados por la diputada Marta Alarcia. También se hicieron presentes dos ómnibus, que se trasladaron desde la provincia de La Rioja.
"¿Cómo llegamos? Y a vos que te parece, viajamos desde allá con los compañeros. Pero no nos pagó nadie. Que quede claro, porque siempre parece que nos pagan para venir a apoyar a nuestros dirigentes", cuestionó con bronca uno de los adeptos de Menem que agitaba una pequeña enseña argentina de plástico y vendía, a 5 pesos, banderas con el escudo peronista.
Pero nunca supo responderle a "Río Negro" cuánto le había costado su pasaje, o si es que había pagado por él. Sólo farfulló irritación. "Raja de acá antes de que te c... a trompadas entre todos, buchón", dijo.
La jornada finalizó cuando el ex presidente subió al helicóptero que lo trasladaría a su lugar de detención y los manifestantes lo despidieron cantando la marcha peronista. Y a la distancia, Menem se despidió con el brazo en alto.

Perfil: El juez que pasará a la historia

El juez federal Jorge Urso (44), que en la versión atribuida al ministro Domingo Cavallo integraba la célebre "servilleta" de Carlos Corach, se ganó un lugar en la historia judicial por ser el primer magistrado en detener a un ex presidente bajo un régimen democrático.
Considerado por los menemistas como un "traidor", Urso fue incluido hace unos años por Cavallo en la "servilleta" en la que, según denunció, Corach escribió los nombres de los magistrados que le respondían.
No obstante ello, Urso se convirtió en el primer juez federal que llamó a declarar como sospechoso a un ministro de Carlos Menem en funciones: fue en 1996, cuando interrogó y procesó a Oscar Camilión.
Trabajó en Tribunales desde los 20 años y fue director de Asuntos Jurídicos en la Municipalidad porteña en 1992, durante la gestión de Carlos Grosso, época en la que mantenía vínculos con los peronistas porteños, entre ellos el diputado del PJ y ex secretario de Seguridad Miguel Angel Toma, a quien muchos consideran su "padrino" en su carrera.
Urso fue nombrado juez federal en 1993 y en abril de 1995 comenzó a investigar la venta de armas a Croacia y Ecuador. Allanó entonces Fabricaciones Militares y apuntó a Cancillería y Defensa, en imputaciones que fueron leves al inicio pero que la Cámara Federal obligó a endurecer.

Perfil: Un fiscal que desvela al menemismo

Llegado al cargo durante el gobierno de Menem, el fiscal Carlos Stornelli se convirtió en un verdadero dolor de cabeza para los miembros de la anterior gestión, a partir del impulso que le dio a la causa por la venta ilegal de armas a Croacia y Ecuador.
Fue Stornelli, como representante del ministerio Público quien el 24 de abril le pidió al juez federal Urso la citación a indagatoria de Menem como presunto jefe de una asociación ilícita.
Los dictámenes dispuestos por el fiscal también llevaron a la cárcel al ex ministro de Defensa Erman González, el ex asesor de Menem, Emir Yoma y al ex jefe del Ejército Martín Balza.
Hijo de un militar, Stornelli (40) fue nombrado en su cargo en 1993, en pleno apogeo menemista, a partir de la ampliación del fuero federal.
Su asunción no sólo se produjo por méritos propios sino también, a partir de los contactos con el ex ministro Corach, en cuyo estudio jurídico se desempeñó su esposa, Claudia Reston.
Conocido en el ambiente de tribunales por su mal carácter, su fidelidad a los amigos y su fama de persona trabajadora y ejecutiva, el fiscal tuvo entre sus acérrimos cuestionadores al entorno de Balza.
A lo largo de la investigación iniciada en 1995, el fiscal mantuvo una relación conflictiva con Urso e incluso en algún momento supieron estar enfrentados, aunque el trato entre ambos mejoró en el último año.

Foto: Parte el helicóptero que transporta a Menem, ya detenido, rumbo a una quinta de Don Torcuato, en la provincia de Buenos Aires .