Miércoles 28 de marzo de 2001

 

La Cámara pidió que se presenten más testigos

 

"Si alguien sabe algo debe comunicarse con la Fiscalía", dijo López Meyer. También marcó los límites que tendrá el proceso.

  CIPOLLETTI (AC).- "Les pedimos que si alguien conoce algún dato, si alguien advierte que un testigo miente y tiene pruebas de ello, que se acerque a los fiscales y lo manifieste". Con esta exhortación a la ciudadanía, el presidente de la Cámara Segunda, César López Meyer, abrió el debate del triple crimen.
El juez hizo una larga introducción para explicar, en términos sencillos, de qué se trata el proceso que comenzó ayer. Y dejó bien en claro los límites que él y sus colegas María Evelina García y Juan Máximo Rotter tienen para moverse. Su mensaje pareció tener varios destinatarios, pero en especial se sintió aludido Fernando Dalmazzo, el representante de la familia Villar y el crítico más severo a la "historia oficial" del triple crimen.
"Se han publicado hipótesis y opiniones que creo que no le hacen bien al desarrollo de este juicio, por eso quiero explicar algunas cosas antes de abrir el debate", dijo López Meyer ni bien se sentó en el estrado.
Reseñó entonces cómo se realiza la investigación de un crimen y cómo se juzga a los presuntos responsables, sintetizando el Código Procesal Penal. De paso, aclaró que esa ley "es perfectible, pero es la que nos rige".
Al hablar de la investigación de un delito, recordó que además del juez participan "el fiscal, la policía y los damnificados, si es que se constituyeron en querellantes" como es en este caso. "Ellos tienen acceso a todo el expediente, pueden sugerir medidas o criticar lo que se está haciendo", agregó.
"La investigación puede tener éxito total, poco o ninguno. Depende de múltiples circunstancias, y por qué no, de la habilidad o negligencia del instructor. A veces se dificulta todo por actos de encubrimiento o corrupción", avanzó López Meyer.
Al hablar del rol de la Cámara, señaló que "el tribunal debe ser imparcial. Persigue la búsqueda de la verdad real de lo sucedido pero no tiene la función de investigar como el juez de Instrucción. Y debe decidir si las conclusiones de la investigación son correctas".
"La sentencia sólo podrá referirse a los imputados", agregó. "En ese sentido dijimos que se verán frustradas las expectativas de quienes esperan algo distinto". Esa frase se la dijeron a Ofelia Villar, quien a partir de allí declaró a una radio que la sentencia ya estaba armada y que no esperaba nada de este debate.
El presidente de la Cámara indicó, tal como había anticipado este diario ayer, que "queremos garantizar la transparencia". Y pidió que "si alguien conoce un dato, que se lo acerque al fiscal". Para eso están habilitados los teléfonos 02941-425603 y 02941-15669532.
Por último, advirtió que "no se puede minimizar la importancia de este juicio. La acusación es muy grave, la pena puede llegar a ser prisión perpetua. No es poca cosa. Aunque puedan quedar aspectos por resolver, este juicio, al menos para las dos personas allí sentadas (en alusión a Kielmasz y González Pino) no es poca cosa".

Hubo poco público dentro de la sala

CIPOLLETTI (AC).- Familiares de las víctimas, Madres de Plaza de Mayo y legisladores provinciales asistieron a la primera audiencia del juicio. Y también dos jóvenes que debían declarar como testigos la semana próxima, que debieron retirarse por pedido de uno de los defensores. La capacidad de la sala de audiencia, 315 butacas, nunca se vio colmada de público.
Ulises González, su esposa Susana y su hijo Guido se sentaron en primera fila. En la segunda, otros parientes y allegados a María Emilia y Paula y, un poco más alejada, Ofelia Mosconi de Villar y su hija Laura. Juan no pudo asistir por razones laborales.
El fiscal Eduardo Scillipotti se acercó a saludar a Ofelia, quien apenas le contestó el gesto.
Pasillo de por medio, también en primera fila, se ubicaron los legisladores Guillermo Grosvald (MPP), Eduardo Chironi (Frepaso) y Hugo Medina (Alianza). Los tres integran la comisión legislativa del triple crimen.
En otro sector se ubicaron Inés Ragni, Lolín Rigoni y Beba Mujica, Madres de la Plaza de Mayo de Neuquén. Se retiraron después de escuchar la descripción de las autopsias de las víctimas.
Disperso por la sala se ubicó el público común, que en ningún momento de la extensa jornada superó las cien personas. Pudo verse a padres y madres de familia, algunas estudiantes de la facultad de Ciencias de la Educación y jóvenes interesados en el caso.
Dieciocho policías se ocuparon de la custodia, y la prensa no tuvo restricciones para trabajar.

   
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