Sábado 24 de marzo de 2001

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Un necesario golpe de memoria

 

El fútbol ha detenido hoy su actividad para adherir a los actos de recordación de quienes fueron víctimas de la brutal represión que desató hace 25 años el régimen militar que derrumbó a la democracia. Un hecho que nadie debe olvidar.

  BUENOS AIRES (DyN, especial por Pablo Arias) - Vueltas de la vida, expiación de lejanas culpas, inteligencia adaptativa a los tiempos. Como quiera que se llame esta decisión, un cuarto de siglo después el fútbol sacudió su desmemoria como quien se desprende de una tortuosa asignatura pendiente.
El fútbol decidió adherir a los actos del "Encuentro 25 años: Memoria, Verdad y Justicia", en repudio y condena al golpe del 24 de marzo de 1976, con la suspensión de todos los partidos programados para hoy.
En verdad nadie en la AFA había pensado en eso hasta que hace una semana aterrizó en el despacho de Julio Grondona una nota del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos.
Allí se reclamaba la suspensión de los partidos de todas las categorías programados para este sábado.
La carta tenía un párrafo demoledor que Grondona, quien en ese momento se hallaba en Zurich, releía una y otra vez en el fax que le enviaron. "Es claro que la realización simultánea de eventos deportivos de la masividad que suelen alcanzar los partidos de fútbol será, en primer lugar, un escollo para ese fin, ya que inducirá a muchos de miles de simpatizantes a reforzar el olvido, la desmemoria, a la que, por tantos otros medios, nos han pretendido inducir los sucesivos gobiernos constitucionales".
El golpe de timón de Grondona y de la AFA son una actitud inteligente: no borra los rastros del pasado, pero demuestra una comprensión de sus errores.
La dirigencia del fútbol de entonces anudó buenos lazos con los dueños del poder militar en la Argentina del silencio y del horror. Fue un matrimonio de necesidad y conveniencia.
La necesidad fue de los militares, que echaron mano al fútbol como somnífero eficaz en una sociedad vaciada por la represión más brutal de que se tenga memoria. La conveniencia, de muchos dirigentes. De hecho, el fútbol fue una de las pocas actividades que no alteró su rumbo ni modificó sus estatutos básicos, ni afectó sus instituciones, más allá de la figura de un interventor a cargo de la AFA.
La mordaza oficial, a horas de haber derrumbado el vacilante gobierno constitucional de Isabel Perón, silenciaba radios y TV, y le imponía rígida censura de los diarios y revistas. Pero la dictadura prefirió ser indulgente con el fútbol. Así fue como los popes del Proceso permitieron la televisación en directo del partido entre Argentina y Polonia, jugado en la ciudad de Chorzow el mismo día del pronunciamiento.
La gira del seleccionado de César de Menotti por Europa había despertado enorme expectativa: cuatro días antes le había ganado 1-0 a la Unión Soviética, con un gol de Mario Kempes bajo la nieve de Kiev. La temperatura fue tan feroz como el clima político y social que se vivía en la Argentina. Y obligó a Hugo Gatti a jugar un deslumbrante partido con una petaca de whisky al lado de uno de los postes para combatir el frío.
El 24 de marzo se pudo ver por televisión, en medio de un aluvión de proclamas militares amenazadoras, el partido con Polonia, jugado en el estadio Slaski de Chorzow ante 60.000 espectadores. Aquí lo vieron millones. Algunos sabían lo que pasaba y lo que les esperaba. La mayoría, no. Fue el primer favor involuntario de Menotti y el fútbol a los militares, dos años antes de "la fiesta de todos" del Mundial "78. Aquel 24 de marzo el seleccionado argentino le ganó 2-1 al polaco, con goles de Héctor Scotta y el "Loco" Houseman.
La Semana Santa de 1987, con la democracia reinstalada en el país, pero todavía adolescente y vacilante, las sombras del autoritarismo volvieron a cercar a los argentinos. El fútbol tuvo un primer reflejo de conveniencia, como en los años de plomo. Los carapintadas llevaban tres días de amotinamiento y el desenlace de la crisis era aún incierto. La primera orden de la AFA para los partidos del fin de semana fue un mero formulismo. Un baño de chocolate en un bizcochuelo de arsénico.
Grondona, quien acaba de ser electo por tercera vez como jefe del fútbol vernáculo, resolvió junto a sus pares del comité ejecutivo que los jugadores, árbitros y técnicos salieran a las canchas sábado y domingo con un brazalete, que izaran la bandera y cantaran el Himno Nacional. Se diría que como proclama antigolpista, fue pobre.
Ese sábado hubo fútbol en todo el país. Imprevistamente, las hinchadas dejaron de lado sus rituales coros de guerra y enterraron sus odios tribales. Sus consignas sobre los trapos propios y las provocaciones a los colores ajenos se transformaron en virulentos coros contra el golpismo y los militares.
Cada cancha se volvió escenario de un acto de masas: un espontáneo y vigoroso apoyo al gobierno de Raúl Alfonsín. La sociedad estaba en otra cosa, mucho más allá del fútbol. La memoria colectiva accionaba por esas horas con sutiles reflejos las imágenes del pasado reciente.
Sólo a última hora del sábado, con el brusco agravamiento de la tensión emocional y política, la AFA se vio obligada a suspender la fecha prevista para el día siguiente, domingo. Fue el día de las "Felices Pascuas", con la plaza de Mayo llena mientras la gente monitoreaba el desenlace "en vivo y en directo", a través de la TV, sin fútbol como ansiolítico de las tensiones sociales. Como debía ser.
A un cuarto de siglo del pronunciamiento de Videla y sus socios, este golpe de memoria del fútbol y los dirigentes de hoy -muchos de ellos protagonistas también en los años tristes del Proceso-, no deja de ser un soplo reinvindicador de la memoria. Es una buena noticia que el fútbol se haya sumado a este recordatorio. Un golpe a los golpistas de ayer y a sus voceros disimulados de hoy, siempre agazapados a la espera de tiempos más propicios. Esta vez, al menos, no contaron con el fútbol. Y se agradece.

"Con el tiempo nos enteramos de lo que pasó"

BUENOS AIRES (Infosic).- Américo Gallego fue integrante del seleccionado campeón en el Mundial 1978 y dijo ayer que los integrantes del plantel argentino no estuvieron al tanto de la represión ejercida por la última dictadura militar hasta después del certamen.
"Nosotros estábamos abocados a hacer lo mejor en ese campeonato; estuvimos cuatro meses concentrados y sólo nos enteramos de las cosas por nuestro familiares. Después que se ganó el mundial empezamos a enterarnos de muchas cosas", comentó Gallego.
Gallego fue titular del seleccionado que, dirigido por César Menotti, obtuvo la copa tras vencer en la final a Holanda por 3 a 1, en tiempo suplementario.
Gallego recordó que en varias oportunidades, cuando los entrenamientos se realizaron en el estadio de Vélez, el micro que trasladó al plantel debió "cambiar de ruta" ante "amenazas" recibidas sobre un posible atentado contra el equipo.
En declaraciones a radio Rock and Pop, Gallego consideró como "mentiras" las versiones que señalan que en el partido ante Perú, previo a la final y que Argentina goleó 6-0, los jugadores rivales recibieron dinero para permitir la derrota.
"Son todas mentiras, a los quince minutos nos habían pegado dos tiros en los palos. Sólo nosotros sabemos lo que tuvimos que correr ese partido. Teníamos un gran equipo, con ganas de salir campeón y de gloria", afirmó.

Foto: Imágenes de aquellos tiempos aciagos para la sociedad, en los que el régimen militar capitaneado por Videla aprovechó el éxito del fútbol para tratar de ocultar la violenta represión.

   
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