Villa La Angostura una buena opción para Semana Santa
 
 

Algunas cosas que no te podés perder si elegís como destino la villa.

 
 

A esta coqueta aldea de montaña, de unos 15.000 habitantes, la llaman “la niña bonita de la cordillera”. Rodeada de cerros, bosques y lagos (Nahuel Huapi y Correntoso), su paisaje maravilla a quien la visita. En verano, los árboles brillan con su verdor bajo el sol; en otoño los álamos se tiñen de amarillo, los robles se vuelven rojos y los ñires, anaranjados. La densa vegetación de La Angostura se debe a que es zona de selva valdiviana, donde llueve alrededor de 2.500 mm por año.

 
En los últimos años la villa creció vertiginosamente: duplicó su población recibiendo a muchos porteños que llegaron a este paraje patagónico a cambiar su vida. Se experimentó un boom de construcción, que incluyó hoteles boutique, que se sumaron al Hotel Correntoso, el primero de la zona y el más tradicional, fundado en 1917 por el pionero Primo Capraro.
 
Actualmente, la Villa cuenta con alrededor de 4.000 camas y varios restaurantes en la avenida principal, Arrayanes, arbolada con sorbus, árbol originario de Rusia que en ciertos momentos del año adorna las calles con racimos de frutos colorados. En esta calle también hay negocios de artesanías, bancos y fábricas de chocolate. Los Benroth, una delicia.
 
Los hits de la villa
 
Un paseo imperdible es el Castillo El Messidor, una antigua residencia construida en 1942 por el arquitecto Alejandro Bustillo, quien también proyectó en la villa la Capilla La Asunción y el exclusivo country club Cumelén, donde la familia de Máxima Zorreguieta tiene una casa.
 
El chateaux de inspiración francesa se ubica en medio de un bosque que en verano se usa para conciertos al aire libre. Otro paseo urbano ineludible es el mirador Belvedere. Desde el centro se llega tras una hora de caminata y tiene una buena panorámica de los lagos Nahuel Huapi y Correntoso; así también como del río Correntoso que, con menos de 300 metros de largo, conecta ambos lagos.
 
En su desembocadura se esconden truchas de buen porte, por eso siempre hay mosqueros por la zona. A la vuelta del mirador se puede visitar la cascada Inacayal, un salto de 50
 
Por la RN 231 se accede, luego de recorrer 42 km, al Paso Internacional Cardenal Samoré, que conecta con Chile.

Fuente: Lugares de viaje.