Dicen que el Nahuelito aparece cuando el lago no tiene olas y cuando el tiempo se presenta caluroso y despejado. Aquellos que lo han visto dicen que siempre nada en forma paralela a la costa, que su color es oscuro y que desde la punta al final mide unos diez metros, con varios lomos incluidos. Fue bautizado así por el periodista Carlos Bustos en homenaje al gran lago donde se dice que habita el ‘monstruo’. La creencia de que en el Lago Nahuel Huapi habita una extraña criatura existe desde principios de siglo, cuando viejos pobladores de la zona hacían referencia al cuerpo del animal, que en ocasiones se extendía sobre la playa, aunque al menor ruido se introducía velozmente en el agua. Transcripción de Diario Río Negro 21-08-1976 “… San Carlos de Bariloche.- El Nessie de nuestro tiempo se llamó allá por 1922 simplemente el plesiosauro y ‘habitó’ la mente de muchísimas personas, no solamente las vinculadas directamente con su búsqueda por los lagos, desde El Bolsón hasta Villa La Angostura y Correntoso, sino también de quienes –pese a las imaginables demoras- siguieron paso a paso los detalles de la expedición. Si aquello fue nada más y nada menos que un llamado de atención para que el mundo dirigiera su mirada a estas regiones, demás estaría señalar la genialidad de quienes concibieron la idea. Y si sólo fue producto de la fantasía sobran hoy las explicaciones científicas desde que es universalmente reconocido que ‘la creencia en monstruos parece llenar una necesidad humana, para explicar lo desconocido, para llegar más allá d la rutina de la vida común, para dar forma a temores y esperanzas, no del todo definidos’. Según algunos sicólogos, ‘nuestro interés radica no tanto en si los monstruos existen realmente como en la posibilidad de que puedan existir’. Y abonando la opinión de la doctora G. Williams, de Saint Louis, ha señalado recientemente que ‘si en realidad existe un monstruo en Loch Ness eso no significará que nuestras fantasías hayan terminado, simplemente iremos a buscar alguna otra cosa’. Parece haber una devoción por los monstruos ‘el hombre crea monstruos para dar forma a sus ansiedades’. · El plesiosauro ‘Todavía no se ha borrado el recuerdo en los alrededores del Lago Nahuel Huapi, de la búsqueda infructuosa de un dinosaurio, cuando Clemente Onelli era director del jardín zoológico de Buenos Aires’ (Nahuel Huapi, Panoramas, Leyendas de D. Hammerley). La expedición que pretendía cazar un plesiosauro ‘vivo o muerto’, salió de la capital federal el 23 de marzo de 1922, bajo la dirección del ingeniero Emilio Frey. El asunto, iniciado a raíz de una carta del norteamericano Martín Sheffield, radicado en la zona interesó a la opinión pública y a la prensa mundial. ‘El mundo siguió a través del cable a los expedicionarios –continúa el relato- aguardando alguna noticia sensacional desde el corazón de la Patagonia. Clemente Onelli informó a la prensa sobre la marcha de la expedición dijo que enviaba dos arrieros a San Carlos, que habían sabido afrontar las nieves de los Andes en esa misma región en oportunidad de la delimitación territorial con Chile’. ‘Estos dos hombres –escribía Onelli- con otros que elija el señor Frey entre los colonos suizos de la región de Nahuel Huapi, seguirán la búsqueda y los rastros del animal y posiblemente de otro durante el invierno, hasta la llegada, en la próxima primavera, de otras personas que completarán en abril de 1923 la expedición con resultados satisfactorios’. · Amparo al plesiosauro En aquellos días de efervescencia de la Sociedad Protectora de Animales se dirigió al ministerio del Interior solicitando el amparo de la ley 2786 a favor del plesiosauro,, pidiendo que se dispusieran las medidas necesarias a fin de que: ‘En cumplimiento de la citada ley, haga impedir la caza o el apresamiento en cualquier forma del mismo, dejándole tranquilo, en razón de ser un valioso ejemplar, que debe gozar de plena libertad, tratándose de procurar su reproducción’. ‘La Protectora de Animales Ampara al Plesiosauro”, titulaba “La Nación, el 12 de marzo de 1922. · Búsqueda infructuosa Allá lejos, en los lagos de Epuyén –dice el citado D. Hammerley- se arrojaron descartas de dinamita, pero inútilmente. En el Correntoso colindante con el Nahuel Huapi, en la superficie de las aguas sacudidas por la conmoción aparecieron unos pequeños lagartos ciegos que hacían recordar a los tritones de los Alpes. El director de la expedición además de este hallazgo, pudo capturar dos ejemplares jóvenes del tímido huemul. El plesiosauro tan esquivo, para cuya captura se tomaron diversas precauciones, pasó a la historia como el megaterio que motivó la real cédula de Carlos III cuando a raíz del hallazgo de unos huesos fósiles de gran tamaño pedía ‘que le enviaran un ejemplar completo del animal, muerto o vivo’. Además, el comentario sobre su presunta existencia en nuestros lagos se extiende hasta hoy en la región, aun a riesgo de sospechar que Martín Sheffield, sólo había pretendido divertirse y a nivel internacional. De todas maneras fue motivo de inspiración para que en el Carnaval de aquel año, un plesiosauro artificial paseara su esbelta figura por la calle central del naciente pueblo….”. |