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Su elaboración alcanzó, en algunas empresas, el rango de fábrica, pero la esencia de su gusto casero aún se mantiene, convirtíéndose en una actividad económica tradicional y recreativa, ya que la ‘elaboración a la vista’ ya no es un hecho casual si no que el observar como se elabora el producto artesanalmente se ha transformado en un valor agregado muy especial. Hay unas veinte casas artesanales que elaboran chocolate y, que en su conjunto, producen alrededor de 1.000 toneladas anuales de chocolates, bombones, confites, tortas, etc. por una valor que supera la decena de millones de pesos y genera unos 1.000 puestos de trabajo. Pero ¿Por qué el chocolate en Bariloche, cuando en realidad es un fruto tropical? La respuesta está en una mezcla de diferentes variables. La más importante es la presencia del chocolate en Europa y, sobre todo, en la zona de los Alpes, cuya geografía y cuyo clima exigen de hidratos de carbono y proteínas que el chocolate aporta con generosidad. Los inmigrantes de aquellas regiones que llegaron a Bariloche trasplantaron sus costumbres con naturalidad, gracias al paisaje y al clima familiares. Los argentinos somos muy afectos a los dulces y, cuando hacemos turismo, buscamos halagar el paladar nacional con especialidades autóctonas como los alfajores marplatenses, las colaciones cordobesas o el chipá correntino. Las preferencias de la gente y la convicción de los empresarios chocolateros hicieron que hoy en día en Bariloche se fabriquen 1.200 toneladas al año por un valor que ronda los 30 millones de pesos. Si hiciéramos el árbol genealógico de la industria del chocolate en Bariloche, sin dudas el tronco generador sería Aldo Fenoglio, quien en 1948 abrió una pastelería que poco a poco de fue transformando en chocolatería. Su hija Laura continuó con la marca “Fenoglio” –que actualmente pertenece al grupo Havanna–, mientras que Diego Fenoglio creó su propia marca: “Rapa Nhui”. Benito Cecco, pariente de Aldo y nacido en el Tirol italiano, es propietario de la fábrica “Del Turista”. Estas tres fábricas son las más grandes en el rubro y son las únicas que elaboran la cobertura en Bariloche. Otras empresas consolidadas en la ciudad lacustre son: “La Mexicana”, creada por “Oma” Ritter, quien llegó a Bariloche en 1948; Bernardo Benroth, hijo de alemanes, abrió su chocolatería en 1965; “Mamuschka”; “Abuela Goye”; “Tante Frida” y los más nuevos, “Bonifacio” y “Frantom”. La chocolatería artesanal de Bariloche comenzó siguiendo los estándares europeos, pero hoy tiene su propio nivel de calidad acomodado al paladar argentino y a las materias primas nacionales. El desarrollo artesanal e incluso de la producción industrial a mediana escala posibilita el control de calidad continuo y el contacto cercano de sus propietarios con la elaboración y los consumidores hace que el eco de su producto llegue rápidamente para poder evaluar el impacto. No es difícil ver a Benito Cecco con el delantal puesto y mezclándose en la cadena de producción de su fábrica. Horacio Licera |