El corte paleohistológico de los huesos de embriones se hará en los laboratorios del museo más importante de Sudáfrica, probablemente en abril. El análisis forma parte del complejo estudio multidisciplinario al que están siendo sometidos los huevos de dinosaurios descubiertos en 1997 en la zona aledaña al volcán Auca Mahuida, extinguido hace cientos de años. Los fósiles del período Cretácico guardan secretos de una de las formas de vida más exitosas que hubo en el planeta: los dinosaurios. Las fabulosas criaturas dominaron el planeta durante 135 millones de años. Sus restos fosilizados, a 65 millones de años de su extinción, siguen provocando asombro y fascinación. El paleontólogo Leonardo Salgado, investigador del museo de la Universidad Nacional del Comahue, viajará Sudáfrica para trabajar en esta parte del proyecto con Anusuya Chinsamy, especialista en paleohistología. Los huesos de los embriones serán seccionados con arte de cirugía para, en un posterior estudio microscópico, establecer cómo era el crecimiento de los dinosaurios saurópodos antes de que los huevos eclosionaran. Los saurópodos-titanosaurios abarcan una familia donde hay distintos tipos dinosaurios y todavía no se sabe cuál de ellos puso los huevos hace unos 80 millones de años. Los embriones tienen un desarrollo que se aproxima al 50 por ciento y las pequeñas criaturas se encuentran sólo en algunos de los cientos de huevos que se hallaron el Auca Mahuida. Con esta investigación se determinará a qué velocidad y con qué ritmo se formaban los huesos en el interior de la cáscara. El desarrollo de este tipo de dinosaurios herbívoros es una de las tantas intrigas sobre los dinosaurios, y Auca Mahuida el único lugar en el mundo donde se encontraron huevos con saurópodos en su interior. En los nidos -uno de los cuales fue encontrado completo- había entre 25 y 35 huevos que se cree que se incubaban por el calor de sol. Semejante cantidad de huevos robustece la hipótesis de que la mayoría de los pichones no llegaba a la adultez, ya sea porque los nidos eran saqueados durante la incubación o porque algún depredador natural devoraba las crías durante la primera etapa de crecimiento. “Es una característica reptiliana tener muchos huevos; lo hacen las tortugas y los cocodrilos para asegurarse la supervivencia”, explicó Salgado. La otra arma de los saurópodos -caracterizados por su gran tamaño y peso- habría sido un rapidísimo crecimiento en la etapa juvenil: un animal de 15 metros de largo o más y de entre 12.000 y 15.000 kilos de tara no tenía muchos depredadores posibles. “Es una característica similar a la de los mamíferos; estos animales combinaban ambas cualidades”, agregó. Salgado fue designado para este estudio por sus colegas Rodolfo Coria, director del museo Carmen Funes, y Luis Chiappe, un argentino que es investigador del museo de historia natural de Los Angeles, Estados Unidos Los dos científicos, reconocidos a nivel internacional, están a cargo de la investigación global del yacimiento de huevos de Auca Mahuida, uno de los descubrimientos más importantes que produjo la paleontología en los últimos años. Chiappe es co-autor del libro “The Tiniest Giants, Discovering Dinosaur Eggs”, que se vende en Norteamérica y que describe con lujo de detalles cómo fue el descubrimiento del sitio que los paleontólogos bautizaron Auca Mahuevo. En una suerte de agreste paraíso natural, Coria y Chiappe encontraron huevos con y sin embriones, cáscaras con incrustaciones de piel y un nido completo. También detectaron por los menos tres dinosaurios, dos herbívoros (potenciales ponedores de esos huevos), y un carnívoro de gran porte y de curiosa forma, principal sospechoso de depredar nidos y crías. Salgado está abocado exclusivamente al estudio de los embriones. Otros científicos, de diversos lugares del mundo, investigan cáscaras, nidos y piel. “Son huesos muy chicos, de los cuales sólo están bien definidos el cráneo y los huesos largos, que tuvieron un proceso de osificación mayor al resto”, describió el paleontólogo. Hace unos meses, con el financiamiento de la Fundación Antorchas, una de las entidades que apoya el proyecto, Salgado viajó a Los Angeles donde durante casi 30 días trabajó con Chiappe en los laboratorios del museo de Los Angeles. Los bichos nonatos miden entre 20 y 30 centímetros y sus cráneos van de los 2 a los 2,5. Hace unos 80 millones de años algún fenómeno natural interrumpió el proceso de incubación. El mismo fenómeno, una inundación probablemente, se encargó de dar las condiciones necesarias para su fosilización. Los huevos son esferas marrones -de 12 a 20 centímetros de diámetros- cuyos embriones Salgado tiene la misión de describir, cotejar y analizar. En marzo Chiappe y Coria y un numeroso equipo volverán a Auca Mahuida a buscar más pistas. Los fósiles de un saurópodo recién nacido acortarían el camino para una investigación imposible de acotar. La minuciosa tarea de auscultar el pasado En su trabajo de laboratorio, por lo general, Salgado usa pequeños utensilios, algunos son similares a los que usan los odontólogos y otros tienen mayor semejanza a los instrumentos de los cirujanos. Con estos elementos, con mucha paciencia, el científico descubre fémures, cráneos y dientecitos cilíndricos de los embriones de dinosaurios saurópodos. El minucioso trabajo de Salgado tiene relación directa con el tamaño de los bichos que crecen bajo el brillo de una potente lupa. El porte de las criaturas nada tiene que ver con que inmediatamente se le asigna a los lagartos del pasado. La atención del científico está centrada fundamentalmente en los cráneos y los huesos largos (fémures, tibias) de los embriones, que son los que tuvieron algún proceso de osificación, es decir los que están mejor formados. Los demás huesos son apenas nervaduras del esqueleto de los bebés dinosaurios. Se sabe que los huevos pertenecieron a dinosaurios saurópodos, pero aún no se distingue cuál de todas las especies componentes de esa familia ovipó en Auca Mahuida. Los dientes cilíndricos, delgados, y con una suerte de “sierritas” estampadas en el extremo, identificadas por los científicos, aproximan a los embriones a una determinada variedad de saurópodos. Salgado, por ahora, no quiere ir más allá esta hipótesis. Y busca elementos que lo ayuden a realizar afirmaciones.Tiene la idea de cotejar los pequeños cráneos con los de un grupo de pichones de prosaurópodos -una especie más primitiva- descubiertos por José Bonaparte en el paraje El Tranquilo en 1976. Allí se encontraron varios ejemplares de recién nacidos junto a huevos sin eclosionar. También quiere comparar similitudes con los pocos cráneos de saurópodos-titanosauridos que se conocen. Hay uno que se encontró en Chubut -en excelente estado de preservación- y otro, muy deteriorado, hallado en Rincón de los Sauces. Diario Río Negro 25 de febrero de 2001 En el caso de los fósiles del dino de Neuquén estaba en el mismo nivel que se encontraron los huevos, por lo que tienen la misma datación y es más probable algún grado de familiaridad. Determinar qué tipo de dinosaurios dentro de la familia de los saurópodos puso los huevos es uno de los grandes desafíos de los investigadores. |