General Roca
Granja Educativa Milla Kahuel
 
 

Hace unos años Hugo y Zulema Alvarez decidieron cerrar el negocio que tuvieron durante tanto tiempo en Roca y mudarse a su chacra. Cuando llegaron allí no sólo cambiaron de estilo de vida sino que descubrieron un nuevo emprendimiento “Milla Kahuel” (caballo dorado en mapuche) una granja para el disfrute de chicos y grandes.

 
 

“Compramos la quinta en 1983 porque quería tener un lugar donde dejar los caballos que hasta ese momento tenía en la chacra de un amigo –comienza relatando Hugo–. Pero en el año ’99 me cansé del negocio, porque íbamos nueve horas por día y no podíamos avanzar. Entonces vendí todo, hasta mi casa para cancelar las deudas, y nos vinimos a vivir acá”.

La chacra está ubicada a sólo tres kilómetros de Roca, al lado del autódromo, y lo primero que convenció a los Alvarez de que habían tomado una buena decisión fue la paz del lugar. “Yo tenía 53 años y quería cambiar el modo de vida porque era insoportable –continúa Hugo–. Trabajábamos todo el día para perder plata, cuando llegamos pensamos en por lo menos no perder más. Pero no sólo no se perdió nada sino que cambiamos hasta la filosofía de vida. Aquí se vive mucho más tranquilo, tenés que cambiar todo, hasta la forma de pensar, pero fue positivo porque ahora duermo tranquilo, no tengo horarios, hago lo que quiero”.

Pero el segundo indicio de que habían hecho un buen cambio fue la idea de comenzar su propio microemprendimiento, una idea que llegó de improviso. “Como la chacra linda con el autódromo, un día durante una carrera vinieron dos chicas maestras y me preguntaron cuánto les cobraba por traer a los chicos de su escuela a pasar el día. Entonces pensé en hacer como Roberto Abril, mi amigo dueño del zoológico de Roca. Me puse de acuerdo con mi señora que como descendiente de alemanes es muy buena cocinera y les ofrecimos una leche chocolatada, torta, paseíto a caballo, conocer los animales, cómo se ordeña una vaca.  Así empezamos a trabajar con los colegios”.

Hugo y Zulema comenzaron a arreglar la chacra y agregarle otras actividades para chicos y grandes. Así nacieron la canchita de fútbol, las hamacas, los freezers, los baños, las mesas con banquitos, el servicio de mate y las parrillas. También llegaron a la granja más animales que se sumaron a los caballos y vacas como las cabras anglo Nubian, un carnero, un toro, gansos, un choique y conejos.

“Ahora también hago paseos guiados a caballo, en este momento soy el único de la ciudad que alquilo caballos”, cuenta orgulloso Hugo.

Año a año alumnos de todos los colegios de la ciudad llegan a Milla Kahuel para disfrutar de un día especial. “El primer año hicimos propaganda escuela por escuela pero ahora ya casi no necesitamos hacerla, porque a principios de setiembre empiezan a llamarnos por teléfono las maestras para pedir un día y hasta diciembre siguen viniendo. Tenemos 1.700 pibes por temporada, documentamos escuela por escuela para llevar el cálculo. Los grupos son desde 20 hasta 60 chicos”.

Generalmente los estudiantes llegan a la chacra en cualquiera de los dos turnos, el de la mañana que va de las 9 hasta las 12 y el de la tarde que comienza a las 14.30. “Son cerca de tres horas por turno, porque es el tiempo que se pueden quedar, descontando el viaje. En tres horas los chicos disfrutan muchísimo –explica Zulema–. Hay muchos chicos, sobre todo de bajos recursos, que nunca han subido a un colectivo, así que para ellos venir hasta acá es toda una aventura”.

Los Alvarez aseguran que también es una aventura para los chicos ver los animales de la granja y las actividades diarias. “Nenes de jardín nos han preguntado de que vaca sacamos la leche chocolatada y muchos chicos no saben que el pollo tiene plumas. Les llama mucho la atención”, sonríe Hugo.

“También han venido chicos de la escuela especial y de la casa cuna Alfonsina Storni. En esta época además comenzamos a festejar muchos cumpleaños. Y desde hace unos domingos festejamos el día de la familia con chicos de jardines de infantes, sus padres y hasta sus abuelos. Todos pasean, comen algo y bailan, es precioso”, asegura Hugo.

Pero también llegan familias, matrimonios o grupos de amigos que deciden “desenchufarse” un rato. “Para el público en general cobramos dos pesos por persona por todo el día. Esta entrada les da acceso a los servicios básicos y después hay adicionales por ejemplo si queres usar el horno de barro, si necesitas leña”.

“Nosotros siempre nos hemos manejado con el boca a boca. La gente se va comentando acerca de la chacra porque la calidad del servicio les va gustando. Para nosotros esa es la mejor propaganda”, dice Hugo.

Desde que comenzaron con su emprendimiento los Alvarez no paran. “Todo lo hacemos nosotros, desde los corrales hasta los arcos de la canchita o plantar y cuidar las plantas. No tenemos ningún empleado. Pero esta es una actividad que te tiene que gustar, porque si no la haces”.

De todas maneras el matrimonio coincide que el trabajo de estar todo el día limpiando los corrales, cortando el césped o alimentando a los animales tiene, además de la ventaja de la paz del lugar, otras satisfacciones. “Hay cosas que nos van estimulando día a día. Hemos tenido gente de Texas que ha venido a pasar el día y para Navidad nos mandaron una tarjeta. Cosas así son las que más nos llenan de orgullo”, confía Hugo.

 

(Diario Río Negro 20-11-2005).- 

Contacto:
TEL (02941) 492127, Chacra 232.