Es una de las bebidas por excelencia desde los tiempos en que se comenzaron a conocer las bondades de la fermentación natural de las frutas. Existen registros de pueblos que ya la bebían desde el año 60 AC. Para muchos, es como el vaso de vino que acompaña los almuerzos de pasta del domingo, o las garrapiñadas de maní, el pan dulce y la ensalada de frutas. Infaltable. Para el público más joven las opciones aumentan año a año y además de la popular cerveza, otras tantas bebidas se abren paso entre el abanico de ofertas y hasta dominan la competencia. Pero sin dudas, a la hora del brindis de fin de año, en la mayoría de los hogares una botella de sidra siempre está al alcance de la mano. Y también de la mayoría de los bolsillos. Aquí en la región la cercanía con las manzanas, base de toda sidra que se precie de tal, la convierte –tal vez- en una costumbre más arraigada aún. Pero cómo es el proceso que decanta en el contenido de esa botella que, pese a haber variado de forma (desde los últimos años se puede comprar también en botellas de plástico y hasta con tapa a rosca, a precio más bajo) ocupa un lugar especial en cada celebración. Es un largo camino que empieza con la descarga de la fruta fresca que se deriva a la industria, esencial para la elaboración del “caldo de sidra” y termina con su embotellado y armado total para su puesta a la venta. Sólo el año pasado se destaparon más de 100 millones de botellas en los hogares de todo el país. Se estima que la producción en Argentina supera las 20 millones de cajas –que contienen seis unidades cada una-, y para este año las proyecciones de venta son similares. Una de las empresas más tradicionales en el país, Sidra del Valle elaboró este año más de 3 millones de cajas, comentó Marcelo Saccani, titular de la firma fundada hace más de medio siglo por Virginio Saccani. Las ventas se mantienen estables desde los últimos años pese a la dura competencia que deben sortear con productos derivados de la industria, y también notoriamente estacionales, como las bebidas “fizz” –durazno, ananá, fresa fizz- y el más difundido champagne. “Básicamente es una bebida estacional, es la única contra que tiene, pero el consumo es masivo en estas fechas y su elaboración se realiza con ese fin durante el año”, explicó el industrializador. “Creo que el champagne y otras bebidas sin dudas ganaron un mercado propio, pero la sidra sigue conservando su público, por eso es que creo que cada vez hay que preocuparse más por hacer la mejor sidra. La elaboración es similar y sale tan cara como hacer un champagne, en cuanto al proceso, pero su consumo masivo la abarata y es lo que la pone al alcance de todo el mundo”, explicó Saccani. En el Alto Valle se produce cerca del 80 por ciento del caldo de sidra que dispara la elaboración de la bebida que luego se consume en todo el país. La tradición marca el resto. Un lugar especial en la mesa del brindis y en el choque de copas para recibir con los mejores augurios la llegada de un nuevo año.- Secretos para disfrutar en plenitud La clave para elaborar una buena sidra depende de dos cosas, aseguran los entendidos, de la calidad de las manzanas que se utilicen y de un buen proceso de elaboración que se realice durante los primeros meses del año, luego de la cosecha. La sidra es un líquido dorado que se produce a partir de la fermentación de determinadas especies de manzanas en las que predomina el sabor ácido y el amargo. En la región, las variedades más utilizadas son la Red Delicious y la tradicional Granny Smith. Pero cómo se elige una sidra de calidad para disfrutar verdaderamente en el esperado brindis de cada fin de año: * En primer lugar, hay que cerciorarse -en las etiquetas- sobre las características del producto, teniendo siempre en cuenta que la sidra es “una bebida natural, sana, a la cual no hace falta adicionar ningún conservante químico”, dicen los que saben. * Al degustarse debe pasar por tres pruebas; la visual, la olfativa y la gustativa. Hay que ver como la sidra sale de la botella, gracias al anhídrido carbónico que durante la fermentación se formó y también porque en ese momento hay un intercambio de gases entre el medio ambiente y la sidra. Sentir el aroma a fruta fresca y saborear. * Se debe servir en el vaso únicamente la cantidad de sidra que se pueda consumir en un trago o dos. La sidra no debe ingerirse rápidamente, pero tampoco puede permanecer en el vaso mucho tiempo porque rápidamente pierde su oxigeno y su sabor cambia considerablemente. * A diferencia de otras bebidas en las que el líquido se coloca directamente en el vaso, la sidra debe servirse desde cierta altura con la finalidad de que la bebida se oxigene. * La botella de sidra una vez abierta tiene que consumirse en un corto espacio de tiempo ya que de lo contrario, al descorcharla pierde gran parte de sus características de aroma, sabor y fuerza. * La temperatura ideal de la sidra la marca siempre el cliente y la temperatura ambiente. Para algunos, puede oscilar entre los 7 y los 14 grados.* El sabor varía en función de la calidad de la manzana utilizada, de la cantidad de sol que recibió, de su trituración, de su fermentación etc. Pero en general, la sidra natural es una bebida fresca, ácida y ligeramente dulce. * Para algunos esta bebida, de bajo grado alcohólico (entre 4 y 6º) tiene también altas propiedades nutricionales y medicinales, gracias a la cantidad de vitaminas, enzimas y taninos que contiene. (Diario Río Negro 24-12-06).- |