Los restos de ictiosaurio -así se llama el espécimen marino- tienen una datación que se ubica entre los 144 y los 150 millones de años y fueron encontrados en un campo minero en cercanías de la localidad de Buta Ranquil. Los fósiles, rescatado por los técnicos zapalinos Sergio y Rafael Cocca, corresponden a un animal que midió unos tres metros de largo, cuya fisonomía guarda ciertas similitudes con los delfines de nuestros días. El reptil, no obstante, tenía enormes ojos superdesarrollados e importantes dientes. Los restos del ictiosaurio dormían a tres metros de profundidad encriptados en la formación geológica conocida como Vaca Muerta, que concentra los secretos del sorprendente mar del Jurásico Superior. Ese mar, que el tiempo fue somerizando hasta su ocaso, era un engolfamiento del Océano Pacífico y llegó a cubrir una amplia porción de la denominada Cuenca Neuquina, una superficie que supera ampliamente a la provincia. El descubrimiento fue presentado en La Plata durante las últimas jornadas de paleontología de vertebrados por la experta Marta Fernández, quien detalló el estudio que llevó adelante en conjunto con el técnico Sergio Cocca, del museo Olsacher de Zapala. Los icitiosaurios fueron amos y señores de los mares de Jurásico y el de Buta Ranquil está dentro de una especie que se denomina Ophthalmosaurus, de tamaño mediano si se los compara con otros animales marinos de la misma variedad. “Si bien su aspecto general era semejante al de un delfín, su tipo de natación era sin embargo mucho más similar a la de los atunes actuales. Se infiere que eran grandes nadadores, con una capacidad importante de natación transoceánica”, explicó Fernández que es paleontóloga de la facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de la Plata. La especialista, que para este trabajo tomó estudios realizado por su colega Zulma Gasparini, dijo que en el Jurásico los ictiosaurios habían logrado “un grado de adaptación tan extrema a la vida de mar que eran formas vivíparas; es decir que las crías se desarrollaban en el interior del cuerpo de sus madres hasta el momento del nacimiento”. Estas condiciones les conferían a estos animales una independencia total del medio terrestre. Fernández cuenta que el engolfamiento del Pacífico (en tiempos en que no había cordillera) comenzó a somerizarse en el período Cretácico y luego desapareció. La extinción de ese mar no se relaciona con el final de los grandes reptiles marinos. Los ictiosaurios desaparecieron hace 93 millones de años, varios millones de años antes que otros exitosos reptiles marinos como por ejemplo los plesiosaurios. “No tenemos aún una hipótesis satisfactoria en cuanto a la extinción de los ictiosaurios; se había propuesto que su desaparición estaba correlacionada con la de ciertos grupos de belemnites (parientes de los calamares y sepias) y que como estos animales eran el ítem más importante de la dieta de los ictiosaurios esto habría provocado el colapso”, detalló Fernández. La teoría comenzó a trastabillar el año pasado, cuando en Australia se descubrieron restos de un ictiosaurio que había conservado su contenido estomacal. “Este ictiosaurio (uno de los más modernos) tenía en su estómago restos de aves y tortugas, por lo que habría que replantear cuán importante era la dieta a base de belemnites”, explicó la paleontóloga. El trabajo que presentaron en las jornadas científicas son el resultado de varios años de estudio, que les permiten tener un panorama completo sobre estas especies. Hace tres décadas, la paleontóloga Zulma Gasparini se ha especializado en el rastreo y el estudio de los reptiles marinos. “Como resultado de este proyecto de tanta trayectoria se ha logrado reunir material de plesiosaurios, ictiosaurios, cocodrilos metriorrinquidos y tortugas marinas (dentro de los reptiles jurásicos) y plesiosaurios y mosasaurios cretácicos”, elogió la especialista. · Un mes en el campo minero
El rescate de los fósiles marinos demandó dos etapas que consumieron alrededor de 26 días de esforzada labor, durantes los cuales los técnicos del museo Olsacher de Zapala abrieron cuadrículas de cuatro y dos metros de ancho (según los sectores) y tres de profundidad. Los hermanos Sergio y Rafael Cocca llevan 17 años en este tipo de tareas y el primero comparte estudios con los máximos especialistas argentinos en esta rama de la paleontología. De la excavación que permitió este trabajo científico los Cocca rescataron el cráneo, la columna y parte de los miembros del ictiosaurio, todos en muy buen estado de conservación. El campo en el que trabajaron está a 16 kilómetros al norte de Buta Ranquil, en Barranca de los Loros, propiedad de Oscar González. Este trabajo se enmarca en el proyecto de recuperación paleontológica en las áreas mineras. Los técnicos del museo Olsacher de Zapala pertenecen a la dirección de Minería, que depende de la subsecretaría de Energía de Neuquén. Río Negro 04 de julio de 2004 Rodolfo Chávez rchavez@rionegro.com.ar |