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El lobo marino de un pelo
     
     
 

Cuando visitamos la lobería nos encontramos con una especie digna de admirar, el lobo marino de un pelo, Otaria flavescens, ocupa toda la extensión del litoral marítimo argentino, con numerosos apostaderos continentales e insulares -donde permanece todo el año desplazándose estacionalmente entre los mismos- y constituye una de las tres especies de pinnípedos que se reproducen en las costas del océano atlántico sudoccidental, junto al lobo marino de dos pelos (Arctocephalus australis) y el elefante marino del sur (Mirounga leonina).
La población de Otaria flavescens, si bien de menor valor peletero que las especies del género Arctocephalus, fue objeto de explotación desde los comienzos de la conquista, por su piel y por su grasa.
Desde 1520, los europeos se aprovisionaron de carne de lobo marino para las travesías oceánicas. La carne era utilizada para consumo humano y las partes preferidas eran el corazón, el cerebro, el hígado y la lengua.
La explotación de Otaria flavescens a lo largo de las costas de nuestro país fue ejercida también en forma local por pobladores costeros que utilizaban el cuero para la confección de artículos de talabartería, arneses, riendas, etc.
El cuero de lobo o de foca también había sido utilizado por los aborígenes de la Isla Grande de Tierra del Fuego para la construcción de ondas y para abrigo personal.
Entre 1920 y 1950, las matanzas realizadas por permisionarios nacionales en el territorio continental y en la Isla Grande de Tierra del Fuego para la obtención de cuero y grasa, estuvieron a punto de hacerlo desaparecer de nuestras costas.
La explotación se realizaba en forma rudimentaria; se extraía la piel, se salaba y la grasa subcutánea se pasaba por calderas para la obtención de aceite. El resto del animal era totalmente desaprovechado.
La piel de los cachorros era utilizada en peletería y marroquinería, al mismo tiempo que la de los adultos era destinada a la talabartería.
El aceite se utilizaba en la industria de la tenería.
Los permisionarios nacionales explotaron apostaderos en las provincias de Buenos Aires, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
La naturaleza irracional de la explotación redujo severamente el número de individuos. Algunas crónicas dan cuenta de verdaderos exterminios.
Poco a poco, se fue reglamentando la actividad de caza marítima. Desde 1953 se prohibió la caza de lobo de dos pelos y se reguló la de lobo común.
Estos pinnípedos quedaron definitivamente protegidos por el decreto nacional Ley 1216, con fecha 19 de Abril de 1974 -ampliación del decreto 125258- que prohibió la caza de cetáceos.
Actualmente los lobos marinos son utilizados en la República Argentina como recurso de atracción turística, conjuntamente con los elefantes marinos, lobos marinos de dos pelos, ballena franca austral, pinguinos, etc.
Los apostaderos de pinnípedos, las áreas de cría de numerosas aves marinas y las zonas de reproducción de ballena franca austral más accesibles al turista, fueron convertidos en reservas provinciales de fauna de Río Negro y Chubut.

La cantidad de lobos marinos en Punta Bermeja varía –actualmente- de casi 4000 animales durante la temporada reproductiva en verano, a unos 6000 en invierno.
La temporada reproductiva comienza en Diciembre cuando los machos adultos delimitan los territorios donde formarán sus harenes.
Los machos dominantes suelen situarse próximos al límite superior de la marea, buena ubicación para entrar y salir al mar. En tanto los machos no dominantes tratan de acceder a las hembras desde la periferia o adquiriendo un territorio recién al final de la etapa reproductiva, cuando los machos dominantes volvieron al mar.
Al llegar las hembras, ellos esperan que se acerquen o las interceptan para llevarlas a sus territorios.
Los nacimientos se producen generalmente en Enero, después de una gestación que dura casi 12 meses.
Las crías nacen con el pelaje de color negro y al mes lo mudan por otro amarronado. A partir de la muda, el cachorro comienza el aprendizaje de la natación junto con su madre.
Una semana después del parto, las hembras entran en celo y copulan. Los machos dominantes regresan al mar para alimentarse luego de copular con todas las hembras de su harén. Mientras tanto dependen de las reservas de grasa que acumularon antes de la temporada reproductiva.
Las hembras alternan después de unos dos días en tierra para dar de mamar a sus crías con incursiones de dos o tres días en el mar para comer. Llamados y señales de olor les ayudan en la identificación de su cría.
Calamares, crustáceos y peces dominan en la dieta del lobo marino de un pelo, llegando a ingerir unos 20 kilos por día.
La orca es su predador natural.

El norte de la Patagonia es una región sumamente rica desde el punto de vista de la diversidad y abundancia de mamíferos y aves marinas. En ella se vienen desarrollando en forma creciente diversas actividades económicas que representan intereses a veces contrapuestos con la conservación de la fauna superior marina, la que aún carece de un manejo adecuado.

Sonia Elibeth Rivas

 
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