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Conociendo nuestra Estepa
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Resulta difícil imaginar que nuestra árida e inhóspita estepa fue, alguna vez, una exuberante y cálida selva. Entonces, la región recibía los vientos del Pacífico que –ante la inexistencia de la Cordillera de los Andes- no eran bloqueados y descargaban su humedad en esta zona.

 
 
Conociendo nuestra Estepa.

Resulta difícil imaginar que nuestra árida e inhóspita estepa fue, alguna vez, una exuberante y cálida selva. Entonces, la región recibía los vientos del Pacífico que –ante la inexistencia de la Cordillera de los Andes- no eran bloqueados y descargaban su humedad en esta zona.

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Resulta difícil imaginar que nuestra árida e inhóspita estepa fue, alguna vez, una exuberante y cálida selva. Entonces, la región recibía los vientos del Pacífico que –ante la inexistencia de la Cordillera de los Andes- no eran bloqueados y descargaban su humedad en esta zona. La separación de Sudamérica de la Antártica, la aparición de la imponente barrera de los Andes, los eventos de vulcanismo y las sucesivas glaciaciones, produjeron enormes cambios, no sólo en el paisaje sino también en las condiciones climáticas.

Hoy, cada planta, cada animal y cada poblador de este inmenso territorio representa el esfuerzo de subsistir en condiciones extremas, y es lo que fundamentalmente cautiva a quienes visitan la Patagonia.
 
Para poder desenvolverse en condiciones climáticas tan hostiles -escasas precipitaciones, gran amplitud térmica, fuertes vientos, etc.-, plantas y animales desarrollaron variadas estrategias.
Muchas plantas adoptaron forma de cojín (como la leña dura), estructura que permite conservar mejor el calor, la humedad y ofrece una menor resistencia al viento.
 
Otras, como los coirones, crecen en matas bajas y compactas, con hojas enrolladas, duras y punzantes. Algunos arbustos tienen hojas pequeñas o enroscadas, con cutículas gruesas o resinosas (como la paramela), muchas de ellas con espinas (como el mamuel choique).
En cuanto a los animales, predominan las especies cavícolas y las corredoras. La mayoría tiene hábitos crepusculares o nocturnos -lo que les permite escapar de las horas de mayor calor- o cavícolas, porque dentro de la tierra la temperatura es menor y menos variable. En las cuevas se refugian muchos roedores (como los tuco tucos) y también armadillos (como el piche patagónico).
Los animales de mayor tamaño –como el guanaco y el choique- no pueden buscar refugio bajo tierra, por tanto sus fuertes y veloces patas constituyen su mayor herramienta de defensa contra predadores.
La estepa es, asimismo, el paraíso de las aves caminadoras, ya que en el suelo aparecen múltiples oportunidades de alimento.
 
El sobrepastoreo ovino, la utilización de arbustos como material combustible, la exploración y explotación petrolífera y minera –que a menudo se desarrolla sin cuidados ambientales-, son algunas de las causas del deterioro de este frágil ambiente.
El desafío de quienes habitamos la región patagónica es tratar de detener o revertir – si fuera posible- estos procesos, a partir de actividades cotidianas como el simple hecho de compartir -con quienes viven aquí y con quienes nos visitan- todo lo que sabemos de este maravilloso ambiente y los seres que lo habitan.
 
Sonia Elibeth Rivas
Guía de Turismo
E mail festucapallescens@yahoo.com.ar
 
 
Bibliografía:
•            Fundación Vida Silvestre Argentina; 1995; “El Gran Libro de la Naturaleza Argentina”; Fascículo 15 “La Estepa Patagónica”.
•          De la Vega, Santiago; 2003; “Patagonia, Las Leyes de la Estepa”.

 
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