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Los ‘dinos’ de Auca Mahuida tenían un diente para romper el cascarón
Inestigaciones en la Zona
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Un diente cilíndrico de entre cuatro y cinco milímetros sobre la trompa redondeada de los pichones de dinosaurios. Así era la pieza con la que los pequeños gigantes se abrían paso a la vida. Con ella rompían -ahora se sabe- las cáscaras de los huevos que los habían contenido en estado embrionario.

 
 
Inestigaciones en la Zona.

Un diente cilíndrico de entre cuatro y cinco milímetros sobre la trompa redondeada de los pichones de dinosaurios. Así era la pieza con la que los pequeños gigantes se abrían paso a la vida. Con ella rompían -ahora se sabe- las cáscaras de los huevos que los habían contenido en estado embrionario.

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El diente de huevo cumplía su función y desaparecía, probablemente reabsorbido por el organismo del animal que, claro, yo no necesitaba de la natural herramienta. Luego de muchas horas de laboratorio, el paleontólogo cipoleño Rodolfo García descubrió que en estado embrionario los dinosaurios saurópodos de Auca Mahuida tenían sobre los premaxilares un pequeño “diente de huevo”, que empezaba a borrarse una vez que los bebés cretácicos rompían el cascarón. Es la primera evidencia directa sobre el comportamiento de eclosión en dinosaurios y una pista grande para entender la evolución de la especie más exitosa que registra la extensa historia del planeta.

El descubrimiento, revelado en exclusiva a “Río Negro”, será publicado próximamente en un revista científica de difusión internacional. García cuenta que al detectar esa curiosa formación “no me animé a decir nada, me lo guardé y empecé a investigar, a leer y a comparar. No tenía idea de qué se trataba”.

No es para menos: nunca antes en la inmensa galería de fauna fósil se había detectado un diente fuera de la boca. En cambio, los cocodrilos y algunas aves actuales desarrollan en estado embrionario una pieza que llegado el momento les servirá de llave para dejar el huevo.

“Yo no sabía que algunos animales tienen este diente de huevo”, admite, franco, el joven investigador que trabaja en su tesis doctoral con los embriones de dinosaurios de Auca Mahuida o Auca Mahuevo, tal es la denominación que le dieron sus descubridores Rodolfo Coria y Luis Chiappe. García tiene como director de tesis a Leonardo Salgado -uno de los máximos expertos en dinosaurios saurópodos de todo el mundo- y como codirector a Chiappe, investigador principal del museo de Ciencias Naturales de Los Angeles. El joven paleontólogo cree que es un privilegio el hecho de que Coria, Chiappe y Salgado “me hayan dejado estudiar los embriones” y no oculta su satisfacción por el descubrimiento.

El yacimiento fosilífero de Auca Mahuida fue descubierto en 1998. Cientos de miles de huevos de dinosaurios regados sobre una extensión de entre 25 y 30 kilómetros de largo. Allí, en el centro de un desierto prepotente, en determinada época hace unos 80 millones de años, verdaderos ejércitos de dinosaurios saurópodos (enormes herbívoros) depositaban sus huevos junto a ríos meandrosos alrededor de los cuales se erizaba una copiosa flora de plantas bajas, en comparación con los bichos. Entre nidadas completas y millones de cáscaras rotas, los científicos encontraron huevos que no llegaron a eclosionar con los embriones completos dentro. Entre esas piezas, por primera vez, se pudo identificar la piel de los dinosaurios impresa contra las paredes de los huevos.

Los huevos tienen entre 12 y 15 centímetros de diámetro y al nacer las criaturas medían entre 25 y 30 centímetros. García y Salgado explicaron que los embriones de Auca Mahuida estaban todos en el mismo estadio y que aún faltaba algún tiempo para que se se produzca la eclosión de los huevos, resguardados con una cáscara de dos milímetros de espesor.

“Aún no se había producido la osificación de la columna vertebral”, explicó Salgado sobre la última etapa del embrión. Sin embargo, el diente de huevo estaba desarrollado y en los casos estudiados era dos veces el tamaño de los dientes del bicho.

Si bien completos, los embriones estaban aplastados por lo que García tuvo que trabajar mucho para llegar a una conclusión definitiva. Entre otras cosas, el investigador ha gastado muchas horas mirando en detalle embriones de cocodrilo que le llegaron desde Formosa en un baño de formol.

“He leído y estudiado mucho de los grupos actuales, y en el caso del diente de huevo de los dinosaurios es proporcionalmente más grande que el de las aves y los cocodrilos”, explicó García.

 

Rodolfo Chávez

Diario Río Negro 22 de mayo de 2005

 
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