Sistema Cavernario y su Fauna.
Una arañita de patas larguísimas, de color amarillo desvanecido, el “picunchenops speleaus”, sacudió a los integrantes del Grupo Espeleológico Argentino (GEA) que en la expedición de enero de 1987 constataron vida animal propia en las cavernas de Cuchillo Curá.
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Además de la belleza de las concreciones de carbonato de calcio en techos y paredes de tres de las cuatro cuevas del sistema, el hallazgo de vida troglobia -altamente adaptada a un medio ambiente sin luz y muy húmedo- hizo que la comunidad científica no dudara en otorgarle un valor único al ecosistema ubicado a 12 kilómetros al sur de Las Lajas.
La posibilidad cierta de daños irreversibles en el cavernamiento de mayor desarrollo del país, vinculados directamente a la explotación minera, instaló con fuerza en la región el debate sobre la preservación del patrimonio natural y cultural. Otro alerta por Cuchillo Curá ya había sido dado a fines de los `80, cuando se produjeron importantes derrumbes en una caverna por los laboreos de la misma firma minera con la que se reanudó el conflicto recientemente.
Entonces, se determinó un área de exclusión que resultó evidentemente insuficiente para evitar deterioros probados al menos en la caverna “Del templo”. Como consecuencia de aquel primer encontronazo con Raúl Alessandrini SRL, firma de capital de la región que tiene la concesión de la cantera de caliza llamada mármol a los fines comerciales, los grupos espeleológicos firmaron un acuerdo con la provincia para crear un área de reserva en Cuchillo Curá y participar en el órgano de aplicación de la ley de preservación patrimonial.
Ahora se supo que esas medidas fueron en vano, ya que se licuaron en manos de la burocracia o la negligencia. El informe de impacto ambiental en el sistema Cuchillo Curá girado por el GEA a la provincia en 1990 jamás se incorporó al expediente abierto en Minería en ocasión de decidirse la zona de exclusión para la actividad minera, se comprobó ahora.
Además, quedó en evidencia la trascendencia de otro hecho varias veces señalado, la ausencia del órgano de aplicación convirtió en letra muerta a la ley provincial Nº1923 de patrimonio cultural, histórico, etnográfico, arqueológico, paleontológico y geológico. En este sentido, llamó la ausencia total de los responsables de Cultura en este conflicto, siendo que su titular participó hace unos pocos años del acto oficial durante el que se puso rejas al ingreso de las cavernas como elemental medida de protección.
La reforma a la ley provincial de patrimonio que estaba en trámite fue el argumento al que Cultura apeló recurrentemente en relación a la depredación de yacimientos paleontológicos. Y, sobre la alarma en Cuchillo Curá directamente ni se pronunciaron públicamente ni hicieron gestión alguna excepto recibir las de representantes de los grupos espeleológicos del Neuquén.
El futuro La aparición de nuevos grupos espeleológicos en la región, especialmente en Las Lajas, fue decisivo para defender el ecosistema ante la reanudación de los trabajos en la cantera así como también para plantear en nuevos términos una propuesta de preservación ante la empresa privada, el Estado y la propia comunidad.
El Grupo Espeleológico Lajeño (Gela), con el respaldo del GEA, se apresta a lanzar una campaña de firmas de respaldo a la creación de un área protegida de usos múltiples en Cuchillo Curá que incluya las cavernas, la laguna y las tierras aledañas con vestigios de un antiguo asentamiento humano.
La misma red que sirvió para la alarma lanzada el 14 de setiembre -especialmente lnternet para la comunidad científica-, se activará ahora para que la paralización preventiva de los trabajos mineros se transforme en la implementación de medidas de protección efectiva.
Hay acuerdo en que los límites de la superficie del área de restricción para la actividad minera, que se fijó por decreto del gobernador Pedro Salvatori en enero de 1989, resultan insuficientes y hasta caprichosos en su delimitación.
Los grupos no gubernamentales piden declarar un área protegida en las tierras fiscales ubicadas sobre el cordón Cuchillo Curá, a unos pocos kilómetros al oeste de la ruta nacional Nº40 y a 12 de la localidad de Las Lajas. Basándose en el primer estudio del GEA del ‘90 y en los relevamientos de cavernamientos posteriores, proponen proteger la ventana geológica de tres km de ancho por uno de ancho que corre en la misma dirección del cavernamiento.
El “picunchenoph”, como las otras 21 especies animales detectadas y clasificadas hasta el momento, vive quién sabe desde cuándo y a partir de qué circunstancias en las cavernas “El arenal”, “El gendarme” y “Del templo”. Los espeleólogos insisten en que ese sólo hecho es prueba científica de la interconexión del sistema subterráneo, que las familias de estos pequeñísimos animales casi transparentes (uno semejantes a grillos, otros al krill) pasan de caverna a caverna.
A diferencia de las infinitas gotas de aguas que se eternizaron como estalactitas, estalagmitas, gours, perlas o velos transparentes, la fauna endémica mantiene viva información genética única sobre un instante de la formación de la Tierra. A su modo, los fósiles marinos de la formación La Manga también custodian a este archivo.
Antiguo asentamiento humano En el sistema Cuchillo Curá se diferencia “De los cabritos”, que por sus características espeleológicas es una cueva y no una caverna, aunque está ubicada en la misma dirección y podría estar conectada con “El gendarme".
Conserva en el interior la pictografía que le da el nombre, un motivo abstracto de gran valor figurativo, aislado, pintado en rojo desvaído. “No proteger este sitio implica perder un hilo ideológico-gráfico que puede dar evidencias importantes sobre elaboración de materias primas, técnicas de ejecución y representación”, planteó el GEA en distintos trabajos publicados.
Walter Calzato, arqueológo de GEA, sostiene la necesidad de preservar esta manifestación de arte en relación con las numerosas evidencias de material lítico y cerámico encontrado en la zona norte de la cuchilla, junto a las lagunas.
También se han encontrado fragmentos de restos óseos, otro elemento importante para determinar la necesidad de proteger el área que da cuenta de asentamiento humano primitivo. Además, por su ubicación, es hilo conductor con las manifestaciones arqueológicas de Quili Malal (pinturas rupestres) y Portada Covunco (pictografía).
Lo antropológico y etnográfico ha sido menos estudiado hasta ahora, el valor probado de los elementos que integran el Museo de Las Lajas y otros que integrarían colecciones privadas es otra razón de peso para la creación de un área protegida. Se propuso realizar un plan de manejo por sectores, que hace hincapié en la convivencia con las familias de pequeños productores que viven y transitan en estas tierras.