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“Las cavernas curan las heridas producto del hombre”
 
 
Cavernas. “Las cavernas curan las heridas producto del hombre”.

Cuchillo Curá, un cordón montañoso de perfil inconfundible, atraviesa la ruta nacional 40 de Este a Oeste, a cuarenta kilómetros de Zapala y a diez de llegar a la localidad de Las Lajas. En el mismo sentido del cordón, a poco más de 900 metros sobre el nivel del mar se encuentra el ecosistema subterráneo más importante de los conocidos en el país hasta el momento.

En lo que fue antiguo lecho de mar, la piedra caliza se hunde como un prolijo plano inclinado. En algunos de sus plegamentos se formaron las cuatro cavidades que se suponen interconectadas, lo que ya está probado en dos cavernas -El Gendarme y El Templo- que a su vez se desarrollan como buscando a las otras dos. Allí, las fisuras producto de la extracción de mineral, están siendo cubiertas por material nuevo.

Lo que en algún momento habrá sido una fisura en la piedra hoy es la boca compartida de ingreso a las cavernas de mayor desarrollo comprobado. William Rodríguez, un minero que integra el Grupo Espeleológico Lajeño (Gela), guió el grupo del que participó “Río Negro”.

Con el casco puesto, linterna en mano y ropa cómoda, por entre unos bloques de piedra se desciende rápidamente, en suave caracol, no más de dos metros, y la luz del día se pierde. Allí se decide el rumbo: a la derecha, El Gendarme; a la izquierda, El Templo. Allí también es momento de decidir si se continúa, o no, especialmente los que sufren angustia en lugares cerrados.

En esta excursión: El Templo, la más dañada por los laboreos mineros de años pasados, fue el objetivo para corroborar el estado actual. También por ser la de más bellas concreciones de carbonato de calcio (sales solidificadas tras el escurrimiento del agua). Si se tiene confianza en el guía y se siguen sus instrucciones, el visitante puede dedicarse libremente a lo suyo: a orientar los sentidos para percibir un medioambiente muy diferente al de nuestras vidas cotidianas, donde se experimentan de otro modo las nociones de tiempo y espacio. Aunque no requiere ninguna preparación física especial, los hábitos sedentarios se hacen notar pero difícilmente frustren la experiencia.

Desde la boca de ingreso a la sala “Del milagro” se recorrieron algo menos de cuatrocientos metros de galería en dos horas y media.

Tamaña proporción no tiene que ver tanto con las dificultades, sino con la mirada detenida en las variadas formaciones y el andar cuidadoso para evitar daños involuntarios.

Pasado un primer tramo muy bajo y angosto -una “gatera”, en la jerga de los espeléologos-, desde las paredes altas de la caverna chorrean unas delgadas líneas húmedas que llevan la mirada hacia el techo, hacia la naciente de las concreciones de carbonato de calcio precipitado. Hay un rápido acostumbramiento a la oscuridad total, lo que parece percibirse cuando se vuelve a la superficie.

En el recorrido se encuentran inconfundibles huellas de la depredación: desde las puntas de gruesas estalactitas arrancadas hasta un mensaje escrito con una punta filosa sobre una blanca cobertura de carbonato. Al andar se toma conciencia de la responsabilidad de cada pie puesto con cuidado, ya que una mancha de humedad sobre la arena puede estar albergando una perla (una gota solidificada) o una estalagmita en formación.

En silencio y con las linternas apagadas, puede escucharse la caída certera de las gotas en el lento pero constante proceso de formación y de incipiente conocimiento científico.

Las cavidades tienen un equilibrio interno que los geólogos están estudiando; pero, lo que no hay dudas es del impacto negativo que tuvo la actividad extracción de mineral el año pasado, como puede verse en los cortes de columnas gruesas en la sala de “Los milagros” o fisuras en la piedra que ya están siendo cubiertas por material nuevo.

 

Todavía no está en vigencia la ley que las protega

 

A dos años de conformado, el Grupo Espeleológico Lajeño (Gela) ya tiene en sus manos la personería jurídica que le permitirá inscribirse en el registro de actividades espeleológicas previstas en la ley provincial Nº2213 sancionada en julio de 1997. Además, la personería jurídica es una herramienta indispensable para poder gestionar y recibir recursos o fondos para solventar las actividades propuestas por este grupo de vecinos interesados por la preservación de las cavernas de Cuchillo Curá y la cueva Del León.

Hace unos días, los miembros del Gela intentaron formalizar su inscripción en el registro creado por la ley 2213, artículo Nº8 del régimen de promoción, protección y conservación de sitios espeleológicos. Responsables de Cultura de la provincia no recibieron la carpeta con los datos de las cavidades para registrar en el catastro, ni los datos del grupo, argumentando que todavía no está en vigencia la ley 2213.

El texto aprobado fue bien recibido por los grupos espeleológicos vinculados con la actividad en Neuquén, especialmente porque incorporó la alternativa de creación por parte del Poder Ejecutivo de régimen especial de protección. En Cuchillo Curá está pendiente esa propuesta para un manejo integral y racional de las cavernas, después que la dirección de Minería reconoció la existencia de daños por labores de una empresa minera privada y canceló la concesión de explotación de la cantera al particular.

Esta ley define a las cavidades naturales como “recursos naturales no renovables y también como parte inalienable del patrimonio natural y cultural de la comunidad”. A la vez, determina que el uso como recurso económico debe realizarse “de acuerdo a técnicas que aseguren su permanencia en el tiempo y su integridad”, aspecto de vital importancia para definir las condiciones de la actividad turística que generalmente no respeta cuestiones de seguridad para los visitantes, ni del menor impacto en el interior.

 

A un año de las explosiones con dinamita

 

Como una estría en la piel, allí donde la piedra se fisuró por la onda expansiva de los explosivos se recorta limpio el carbonato de calcio que siguió depositándose lenta, constantemente en las cavernas que integran el sistema  de Cuchillo Curá.

De esta manera, a poco más de un año del intenso movimiento de suelos para la extracción de grandes bloques de piedra caliza -comercialmente llamada mármol rojo y habano-, recuperó su estabilidad el área más afectada por la explotación minera.

 

Por un área protegida

 

“Río Negro” recorrió esa parte del ecosistema subterráneo con integrantes del grupo espeleológico de Las Lajas que, así como en su momento alertó sobre los riesgos de la extracción de mineral, ahora insiste en la necesidad de crear un área protegida para este valioso patrimonio natural y cultural (ver nota  central)

A 15 años de la primera campaña científica en el ecosistema ubicado a 10 kilómetros al sur de Las Lajas, en el centro-oeste de la provincia, la indiferencia de algunos y los comportamientos depredadores de otros hacen temer por el futuro de la belleza y la singular vida de estas cavidades y su entorno.

Al mismo tiempo, el interés por conocer las cavernas de chicos de nivel primario, estudiantes y turistas, así como el de investigadores, son el contrapeso cotidiano en la balanza cuyo fiel debería ser el “régimen de promoción, protección y conservación de las cavidades naturales”, ley provincial que hasta ahora es sólo una declaración de buenas intencios.

 
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