El Mito que Cruzó el Limay.
Hoy con reducida toponimia se llama Villa El Chocón, en Neuquén, pero no están lejanos los años ‘60 cuando comenzó a ser noticia nacional sin que la mayor parte de los argentinos supiera de su exacta ubicación geográfica. El mito norpatagónico estuvo dormido cientos de años, pero el bautismo técnico-científico lo despertó y le puso nombre: “El Chocón-La Obra del Siglo”. Con Cerros Colorados, para hermanarlo.
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Después de 1943 dentro del Programa Hidráulico Nacional (Administración Nacional del Agua) los ríos Limay y Neuquén comienzan a aparecer en proyectos con el embalse para el primero y la cuenca de Cerros Colorados para el segundo. Luego Agua y Energía Eléctrica (Dirección General de Irrigación) toma a su cargo el grandioso proyecto conjunto que se posa en el Congreso Nacional creándose la comisión especial para estudio del desarrollo Comahue que tiene en el senador José María Guido su puntal (1961).
A pesar de la tradicional pereza criolla y los pozos burocráticos habituales en obras públicas, este proyecto durante gobierno constitucional se puede decir anduvo rápido -comparativamente- y lo recogió el gobierno de Onganía. La ley 17.574 (21/12/1967) entregó la herramienta para la gran obra: “Art. 1° -Otórgase a Hidronor S.A., Hidroeléctrica Norpatagónica Sociedad Anónima, la concesión para construir y explotar las obras del Complejo El Chocón-Cerros Colorados a realizarse sobre los ríos Limay y Neuquén en la provincia de Neuquén y Río Negro incluidas las líneas de transmisión de la energía con sus instalaciones complementarias desde las centrales del Complejo hasta el sistema eléctrico Gran Buenos Aires-Litoral...”. Y por el art. 11 quedó bien establecido que en el suministro de energía “se asegure permanente prioridad en el abastecimiento de potencia y energía eléctrica proveniente de las centrales a la Región del Comahue”. Si bien la colosal obra tenía como propósitos la producción de energía, atenuación de crecidas y abastecimiento de agua principalmente para riego, en el primero de los casos -puesta en funcionamiento- no era posible absorber local ni regionalmente el total de la producción de energía y no había proyectos concretos para radicación industrial y desarrollo intensivo del agro, procesos mineros y menos promoción turística, por tanto el fluido comenzó a emigrar para el gran Buenos Aires y Santa Fe. Y así sigue, más con la privatización durante el gobierno del riojano.
La atenuación de crecientes fue probada, de manera especial en el reciente invierno y el aprovechamiento para riego, en forma integral, todavía está en pañales, salvo algunas iniciativas en Neuquén y Río Negro, asustados un poco por el agorero pronóstico del adiós al petróleo y gas dentro de pocos años.El acta constitutiva de Hidronor S.A fue aprobada el 27 de octubre de 1967 y de acuerdo a su estatuto, se nombró primer presidente al general (ingeniero militar) Manuel José Olascoaga descendiente del primer gobernador neuquino, además doctor en meteorología, profesor universitario y ex director de DINIE y A y EE, vicepresidente, ing. Raúl A. Ondarts -con mucha experiencia en el ramo- que también presidió el comité ejecutivo del flamante organismo, dotado de abundante patrimonio. Consultoras extranjeras y del país de renombre tuvieron a cargo -por concurso- los trámites hasta llegar a la selección de las empresas que tendrían a cargo la ejecución de los trabajos.
En la margen izquierda del Limay, cercanía de donde llegaría el lago, se construyó la “villa transitoria” (lamentablemente arrasada) pequeño pueblo hasta con cine e iglesia que albergó miles de personas encargadas de la construcción del dique, villa permanente (perdura) y obras accesorias. Acuarela de nacionalidades en pleno desierto que harían realidad el gran proyecto para la norpatagonia que probó la capacidad de ingenieros, técnicos y obreros argentinos y extranjeros que por primera vez -en muchos casos- participaban de una obra única en el país por aquellos años, donde lo colosal asomaba en los grandes volúmenes extraídos de distintos suelos que exigía el emprendimiento, hasta los enormes camiones Terex que los transportaban. Muchos hechos y anécdotas jalonan los día a día en los años de la construcción, como aquel 15 de febrero de 1971 cuando se produjo el “cierre” del Limay dirigiéndolo el técnico italiano Giovanni Motta.
por Héctor Pérez Morando
Diario Río Negro 31 de octubre de 2006