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Encuentran una botella con un mensaje para los neuquinos
Una Historia Fascinante
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Los náufragos y los desesperados de amor arrojan al mar sus mensajes de socorro dentro de botellas, sin saber el destino y ni siquiera si tendrán respuestas sus reclamos. Lejos del mar, en Neuquén sólo es posible arrojar una botella al desierto, que permanecerá inmóvil hasta que alguien la descubra si antes no tiene un final menos feliz como el de su destrucción. Y aunque parezca una metáfora, en el desierto también se puede ser un náufrago.
 
 
Una Historia Fascinante . Los náufragos y los desesperados de amor arrojan al mar sus mensajes de socorro dentro de botellas, sin saber el destino y ni siquiera si tendrán respuestas sus reclamos. Lejos del mar, en Neuquén sólo es posible arrojar una botella al desierto, que permanecerá inmóvil hasta que alguien la descubra si antes no tiene un final menos feliz como el de su destrucción. Y aunque parezca una metáfora, en el desierto también se puede ser un náufrago..
Humberto Ligaluppi, encargado del gabinete fotográfico de la Jefatura de Policía entre 1920 y 1947, arrojó su botella con un mensaje simple para las futuras generaciones de Neuquinos: “sea ésta un motivo para el que lo encuentre, que le ha de servir para evocar estos tiempos tan difíciles”, escribió el cinco de abril de 1939.

El mensaje, dentro de un botella, fue hallado 60 años después de haber sido escrito cuando obreros que trabajan en la obra de Recuperación del Casco Histórico de la Casa de Gobierno repararon el piso de una las oficinas que da al primer patio de edificio. En ese lugar, funcionó la caballeriza de la Jefatura de Policía.

El hallazgo se mantuvo en reserva para dar tiempo a los historiadores para que certifiquen su autenticidad. Por el momento nada hace dudar que el mensaje sea apócrifo: quien dice haberlo escrito existió, y parte de su familia vive en esta ciudad. También coinciden otros nombres que están citados como el del gobernador Enrique Pilotto; el Jefe de Policía, Cornelio Giménez y otros como el de Horacio Ratti, Ismael Carmelino y José La Merica.


Junto al nombre de Ratti, además del cargo de subcomisario, destaca su condición de “poeta”. Ratti fue a fines de la década del 30 vocal de la biblioteca “Juan Bautista Alberdi”. Tiempo después fue presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).


¿Qué ocurrió el cinco de abril de 1939 que llevó a Ligaluppi a dejar constancia de los tiempos difíciles? Esta pregunta aún no tiene respuesta. Su hijo, Juan Carlos, vecino de esta ciudad, lo atribuye a una “rapto de melancolía”.


Vivía solo en Neuquén y su familia, su mujer y cuatro hijos, vivían en 9 de Julio, Provincia de Buenos Aires. El país salía lentamente de la recesión y desocupación que caracterizó la década tras el crack de la bolsa de Estados Unidos en 1929. Además eran los años del fraude político que le dio a la década la denominación de “Infame”.

Vivir en el Territorio Nacional en esas condiciones y en ese marco social y político no debió resultarle fácil. Además era aficionado al arte: tocaba el violín, pintaba y escribía poesías. Un hombre estéticamente sensible dedicado a fotografiar procedimientos policiales.


 

 · Antes de morir

Escribió el mensaje ocho años antes de su muerte que fue el resultado de las secuelas de un fuerte reuma, según su hijo. Tal vez ya en esa época había comenzado a sentir las consecuencias del rigor del frío neuquino producto de sus constantes viajes al interior del territorio para acompañar al gobernador del momento o a sus superiores de la policía.


En la nota Ligaluppi se queja por tener que desempeñar una tarea “tan ingrata”. Para compensar, en julio 1937 había ingresado como “Director Artístico” a la “Revista Policial”. Meses antes, esa misma revista lo describió como un hombre “competente en el trabajo fotográfico. Es serio, activo, educado, discreto y responsable”, (Revista Policial, número 6, marzo de 1937). También realizó colaboraciones para el periódico “El Territorio”.


Su hijo lo definió como un hombre “introvertido”, amante del arte y de un humor especial que despuntaba “en caricaturas de sus compañeros”.


Es evidente que la época lo disgustaba. En el número 10 de la Revista Policial escribió una crónica sobre una exposición de cuadros en el Consulado de Chile en Neuquén. Ligaluppi celebra el hecho artístico y la decisión del consulado de montar una exposición que contrasta con “los tiempos que corremos, difíciles en todos los ordenes y más aún estéticamente”.


Y describe su tiempo. Hay “convulsión en la sociedad actual; tensión nerviosa que reina en el mundo y en el que cualquier manifestación espiritual no entusiasma a la mayoría, no porque carezca de un sentimiento más o menos educado estéticamente, sino que la mayor parte de la veces es la frivolidad que se apodera del espíritu y hace que se mire con indiferencia esas manifestaciones que tanto dicen en favor de quienes las cultivan”.


Escribió su mensaje con esperanza: “quiera Dios, que al tiempo de encontrar este papel sea mucho mejor”.


A 60 años de su mensaje, Neuquén ha cambiado. Pero no tanto como Ligaluppi deseaba. La recesión y el desempleo golpean a miles de hogares; la frivolidad sigue latente y cientos de náufragos como él resisten los “tiempos difíciles” en este desierto.

 

 · Lo que está escrito en el papel

El mensaje de Humberto Ligaluppi estaba dentro de una botella de naranjada. Escrito a máquina, tiene errores de tipeo y de puntuación lo que indica que no fue corregido. Parte del papel se dañó cuando lo retiraron de la botella. A continuación se transcribe textualmente.


“Para que en tiempos futuros, cuando de nosotros ya no queden “rastros”, sea esta un motivo, para el que lo encuentre, que le ha de servir para evocar estos tiempos tan difíciles en todo órden y más aún para nosotros los empleados de policía, en que aprte (aparte) de tener que desempeñar una tarea tan ingrata por muchas causas, estamos obligados a pasar lo mejor de nuestra vida, en estos parajes, que quiera Dios, que al tiempo de encontrar este papel sea mucho mejor.


He aquí los nombres de las autoridades de ahora:

Gobernador: Coronel D. Enrique Pilotto

Jefe de Policía: D. Cornelio Giménez

Secretario de Jefatura: Comisario Anibal B. Gonzalez

Empleados: sub com. Diego Paso-oficial Francisco Gomez Funes-Nogueira- sub com. Horacio Ratti (Poeta). Ismael Carmelino- Jose Vi Cente. Bozetti. La Merica. y Humberto Ligaluppi que es el que esto escribe.


                                   Jefatura de Policía


                            Neuquén. Abril 5 de 1939”



La botella y el texto original, como así también otros elementos encontrados, permanecen en poder de la subsecretaría de Obras y Servicios Públicos y serán entregados al museo.


A los operarios de la obra de Recuperación del Casco Histórico de la Casa de Gobierno se le ha solicitado que tengan precaución y denuncien cualquier hallazgo que consideren histórico.

 

 · Fue un rapto de melancolía …un estado de ánimo

Juan Carlos Ligaluppi no encuentra un motivo particular que haya llevado a su padre a escribir el mensaje. La fecha no se corresponde con ningún festejo familiar. “Fue un rapto de melancolía...un estado de ánimo”, dijo.


Contó que en 1920 sus padres en viaje de bodas llegaron a Neuquén y se quedaron durante un año y medio. Ya en ese momento, Humberto Ligaluppi ingresó a la policía como encargado del “gabinete fotográfico” y participaba de “relevamientos y procedimientos policiales” como así de tareas de dactiloscopía.


Pero no resistieron mucho tiempo y la pareja regresó a 9 de Julio en la provincia de Buenos Aires de donde era oriunda.


“Allá las cosas tampoco andaban bien y regresó (a Neuquén) pero solo” dijo Juan Carlos. El nuevo intento también fracasó. En 1927 otra vez don Humberto está en 9 de Julio donde montó “una empresita de pintura”.


El tercer intento será el definitivo. Volvió a Neuquén en 1934 para quedarse. La familia, ya tenía cuatro hijos, quedó en la provincia de Buenos Aires. “Nosotros ya estábamos en la escuela y por eso vino solo”. La familia se juntará recién en 1943, cuatro años antes de la muerte de don Humberto a los 51 años de edad.


Juan Carlos indicó que su padre era “un autodidacta que nunca logró llegar a la universidad” y un hombre “aficionado a varias cosas: tocaba el violín, pintaba” e incluso realizó exposiciones en 9 de Julio y en Neuquén. Sus fotografías aún hoy pueden verse en una inmobiliaria de esta ciudad que por interés del propietario adornan el local.


A fines de la década del 30 o principios del 40 “se agarró un reuma fuerte, fuerte y estuvo mucho tiempo sin poder caminar”.  El origen sería el rigor del tiempo que tuvo que soportar en sus viajes al interior. Enfermo volvió a 9 de Julio y estuvo seis meses. Se recuperó pero las secuelas quedaron y finalmente le causaron la muerte.


“Era un hombre introvertido, de un mundo interior bárbaro” dijo su hijo Juan Carlos quien no puede saber “qué lo llevó a a escribir” (el mensaje).


Tal  vez la melancolía: “yo vi Neuquén en el ‘43, llegué de noche, bajé de la estación y era todo una laguna; era junio, un frío de muerte: le garanto que diga que vine con la familia que si no me volvía”. Tal vez era lo mismo que sentía su padre en  “estos parajes” y sin posibilidad de volver a 9 de Julio sólo deseó para el futuro “un tiempo mucho mejor”. 

 

Diario Río Negro 09 de agosto de 1999
 
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