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NEUQUEN (AN).- La ceremonia de limpieza de las turbinas se palpaba desde varias semanas. Lo mismo que el papel de aluminio para envolver las truchas que iban a ser untadas en una salcita de roquefort.
Los mecánicos bajaban por una escalera marinera y recorrían las galerías de unos 150 metros de largo y diez de diámetro y en proximidades de la boca de succión quedaban unas 20 o 30 truchas arco iris o marrones.
Los peces permanecían en unos 20 o 30 centímetros de agua y tras un mazazo en la cabeza iban a parar a las bolsas de los encargados del mantenimiento anual programado.
Durante 40 o 50 días todo pasaba por la limpieza de las máquinas. Se acondicionaban dos por año, por lo que en tres años se retomaba el circuito.
La experiencia de limpieza y mantenimiento de las turbinas de los generadores de El Chocón y los delicados platos que se preparaban al cabo de la captura de las truchas son algunos de los muchos recuerdos que José Luis Mazzone conserva de sus años como mecánico de Hidronor.
El hombre lleva dos gestiones al frente de la municipalidad de la villa, un lugar que alguna vez pensó que podía desaparecer. En un momento eran tan pocos y había tan magras expectativas que alguien pidió que lo entierren en El Chocón pero no había cementerio (ver aparte).
“Fueron años maravillosos de un gran compañerismo, de mucha solidaridad, hay muchos buenos recuerdos”, señala el hombre que en 1.972 dejó la ciudad de Quilmes para trabajar en la obra que dio pie a la ahora villa turística custodiada por dinosaurios. Mazzone es capataz mecánico de la empresa que quedó a cargo de la central pero goza de una licencia extraordinaria en su carácter de jefe comunal.
Cuenta Mazzone que a principios de la década del 80 manejó a mano las compuertas del vertedero cuando sobre la zona había caído más de un metro de nieve. La maniobra parece un cuento ahora cuando la operación se ahora por telecomando a distancia y todo el sistema es hidráulico.
“Tenía un sistema eléctrico para bajar y subir, pero después, el resto lo hacíamos a mano, había una reducción muy grande y con un poco de esfuerzo lo llevábamos de una boca a la otra”, relata el hombre del sur del gran Buenos Aires trajo su pasión por Independiente de Avellaneda y las ganas de hacerse un futuro.
Trabajando para una de las empresas que construyó la represa (denominada por entonces como la obra del siglo), Mazzone se transformó en uno de los pioneros de Loma de la Lata, mucho antes de que se descubriera y entrara en explotación el gigante gasífero que duerme bajo los jarillales.
Estando en el campo se hizo amigo de uno de los caciques Paynemil y por “la relación que tuvimos fui uno de los pocos huincas que conoció el cementerio de los mapuches”, asegura.
Mazzone cuenta que en los períodos en los que se hacía el arenado y la limpieza general de las máquinas “nos poníamos de acuerdo para que alguien hiciera el asado, hacíamos una vaquita, comprábamos la carne y una hora antes del almuerzo designábamos a alguien para que vaya adelantando.
Era fabuloso porque todos participábamos desde el último peón hasta el jefe de la central”, describe el hombre que se siente muy cómodo entre los fierros.
“El Chocón es mi vida y la central es el alma de El Chocón. Creo que la energía y su manejo debe ser una de las prioridades del Estado”, cerró Mazzone.
Rodolfo Chávez
rchavez@rionegro.com.ar
Fundación y cementerio
NEUQUEN (AN).- “En 1.987 murió Raimundo Guzzo, que fue intendente de El Chocón y uno de sus últimos deseos fue que lo enterraran acá. “Tuvimos que empezar a sacar jarilla y enterrarlo en medio del campo, hubo que hacer una ordenanza después y en definitiva el cementerio quedó donde está ahora”.
José Luis Mazzone recuerda que en aquella oportunidad, a pesar de todo el dolor que cargaban los vecinos de la villa, el doctor Jorge Di Fonzo le dijo que luego del primer entierro iba a empezar a consolidarse el pueblo. “Ahora que hay cementerio vamos a tener pueblo”, recuerda Mazzone que le dijo Di Fonzo, quien luego también fue jefe comunal de la villa.
Cuenta Mazzone que “la privatización fue terrible, de 160 persona que trabajábamos en quedamos 48.”. El actual jefe comunal de la villa se abraza al turismo. Se casó viviendo en Loma de la Lata con Norma Ester Maidana.
Llegó al Chocón el 10 de marzo de 1971 y comenzó a trabajar en El Chocón el 23 de marzo de 1.976, el día del último golpe militar. “Justo ese día, pensé que nos iban a rajar a todos, recuerda. |