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-¿A qué se dedica la empresa?
-Schneider Electric es una empresa de 75.000 personas, con una cifra de venta global de 9,2 billones de euros y estamos presentes en 130 países. La casa matriz es una empresa multinacional mundial que se dedica principalmente a dos rubros: distribución eléctrica y automatismos industriales. Aquí, en América de Sur, estamos presentes con filiales subsidiarias o entidades solamente comerciales, en pequeños países como Ecuador, Uruguay y Paraguay. En la Argentina tenemos una subsidiaria.
-¿Acá hay producción propia?
-En la Argentina tenemos dos entidades jurídicas. Una, Schneider Electric SA, y compramos en el ’99 una empresa argentina, Plasnavi, que se dedica al rubro eléctrico. En Plasnavi hay fabricación completa y venta, es una entidad, una empresa en sí. Por su parte, Schneider está importando y fabricando localmente. Tenemos la sede central en Caseros, pero Plasnavi está en Lanús, y en San Martín hay una fábrica completa de Schneider y otra fábrica, en el mismo lugar, dedicada a equipamientos de baja y media tensión, tableros.
-¿Qué porcentaje de las ventas queda en el país?
-Un cuarenta, estamos importando bastante.
-¿El tema de la variación del dólar les modificó su estructura de costos e ingresos?
- (Risas) Sin duda...
-¿Y eso cómo se revierte?
-Hay dos estrategias. La primera es que, cuando se importa, hay un costo de importación y cuando este costo es en dólares, hay que trasladar una parte del aumento del precio en pesos al mercado. No pudimos dejar los mismos valores en pesos cuando tuvimos una devaluación del 260%, porque eso significaba vender a pérdida.
-¿Qué parte del costo de venta es importado?
-El 60%...
-¿Se sintió la retracción de la demanda?
-En el 2002 tuvimos una baja del mercado del 70%. Nosotros estamos trabajando sobre tres tipos de mercado. El primero es el de la energía e infraestructura, distribuidoras eléctricas: Edenor, Edesur. Con el bloqueo de tarifas no hubo ninguna inversión en el 2002. Este mercado cayó de una forma espantosa. En el mercado de infraestructura no hubo grandes construcciones, como hospitales o aeropuertos; este sector también cayó mucho. El segundo mercado es el de la construcción. Con la falta de acceso al crédito, con una falta de confianza muy grande, este mercado también cayó un 80% en el 2002, según nuestros cálculos. El tercer mercado es el de la industria. Este se mantuvo un poco activo durante el año pasado, con muchas empresas argentinas ganando competitividad internacional y que se dedicaron a exportar. Globalmente la caída en las ventas de la empresa Schneider fue del 65/70% de la cifra de venta en dólares.
-¿Cuál fue el nivel previo a la salida de la convertibilidad y cuál después de salir de ella?
-Antes facturábamos alrededor de 56 millones de dólares y en el 2002 facturamos 22 millones.
-¿Cuál es la expectativa ahora que está algo estabilizada, por lo menos, la parte política en la Argentina?
-Yo no creo que esté estabilizada, pero éste es un punto de vista totalmente personal. Lo que vemos son dos grandes etapas en la crisis, o tres. El caos total en enero, febrero y marzo del 2002. Después, una inestabilidad hasta agosto, porque el peso fluctuaba de una forma total. En la primera etapa se paró totalmente la economía, porque no supimos en qué dirección ir. Luego la economía se planchó, porque había incertidumbre sobre el costo, y en la tercera parte, después de la estabilización del dólar, hubo un repunte de la economía, que fue la caída normal en un período de crisis. En las dos primeras etapas la economía cayó más de lo normal, debido a la incertidumbre. Lo que pasó después fue un rebote técnico, digamos un “caer normalmente”. Este repunte lo vivimos a partir de octubre o noviembre del año pasado, pero hoy estamos en la misma etapa: la economía es una meseta, está planchada, y no podemos decir que la demanda creció muchísimo desde el fin del año pasado.
-Ese 6% de crecimiento de PBI del que se está hablando, ¿no lo sintieron en la empresa?
-Sí, cuando lo comparamos con una economía totalmente planchada, como a principios del año pasado, lo estamos sintiendo, porque el primer semestre del 2002 fue terrible.
-¿Por qué dice que no hay estabilidad política?
-Sin ser un especialista en política y economía, la salida de la crisis debería ser antes que todo de tipo político. Cuando veo la situación hoy, tenemos un modelo económico soportado por decisiones políticas que no tienen sostenibilidad a largo plazo. Es un sistema con fuerte presión sobre exportadores, de dólar alto, para tener retenciones importantes y financiar gastos. Pero el mercado interno vive de importaciones, porque no hay una red industrial importante para abastecerlo. Con un dólar alto, entonces, es un mercado muy debilitado. Este modelo está agotando cada día más el mercado interno. Nuestra empresa está dedicada al consumidor local y este modelo económico tiene una sostenibilidad limitada en el tiempo. Estamos esperando decisiones políticas sobre los grandes ejes sobre los cuales vamos a tener que trabajar, pero solamente se podría pensar a mediano y largo plazo con seguridad jurídica fuerte, para comenzar a invertir y adecuarse a un nuevo modelo económico que no conocemos. Hoy la posibilidad de invertir es bastante baja, con un riesgo país de 5.500 puntos. No son condiciones que permitan decir que está estabilizado.
-¿Cuáles son los puntos que según Ud. hay que imponer?
-El gobierno tiene una tarea bastante compleja, pero se podría decir que hay que conseguir, en primer lugar, seguridad jurídica; en segundo punto, modelo económico a largo plazo y en tercer lugar, restablecer cuanto antes el sistema financiero y el acceso al crédito, para generar inversiones desde adentro.
-¿Ud. ve que el modelo económico de Kirchner tiende a eso?
-Espero que haya algo más. Este modelo está generando más pobreza interna, no está generando muchos empleos, es un mercado que les conviene a algunos: los que pueden exportar. Esto deja de lado una parte muy importante de la economía del país. El mercado de la construcción genera mucho empleo, tiene que repuntar, pero en las condiciones actuales es imposible, no porque no haya demanda o voluntad de dinamismo, sino porque no hay condiciones que lo permitan.
-¿Con el dólar alto no les convendría exportar con base en la Argentina?
-Schneider Electric está organizando subsidiarias en distintos países. Cada una de ellas tiene como misión generar el negocio en su país. Yo no voy a exportar al Brasil, porque allí hay una subsidiaria que se está ocupando del tema. A nivel comercial, lo que tenemos que hacer es encargarnos del país en el cual estamos. A nivel industrial es distinto. Aquí tenemos una planta de baja tensión que produce para el mercado argentino y los de América del Sur. Estamos exportando a Venezuela, Colombia y Chile.
-¿Qué valores de exportación se están manejando?
-Hablamos de 2 millones de dólares.
-¿Con eso compensan algo?
-Una organización industrial no está para suministrar solamente en su país. A nivel industrial tenemos una vocación regional, y a nivel comercial tenemos una vocación local, teniendo en cuenta que si aumentan las ventas de exportaciones no van a subsidiar la actividad local.
-¿Cuál es el horizonte que ve para la Argentina y cómo continúa el negocio para Uds. en el corto plazo?
-Aquí hay dos grandes tendencias: una pesimista y una optimista. La primera dice que vamos a continuar con este modelo hasta agotarlo o hasta que realmente quiebre, lo que quiere decir un aumento de la pobreza, un mercado interno con dinamismo bajo y un sistema de exportaciones sin la capacidad de invertir localmente para reorganizar la red industrial. Este modelo puede continuar generando el superávit esperado y negociado con el Fondo Monetario, pero está desfavoreciendo el mercado interno y golpeando mucho en lo social. Esto puede continuar en el 2004, porque este país tiene una capacidad de aguante excepcional. Yo nunca vi un país y gente con una capacidad tal de aguantar un período sumamente recesivo y complicado. Este modelo, si quiebra, puede llevar al país a una situación más compleja que la actual. La visión optimista es dejar pasar este período electoral, durante el cual tomar decisiones muy firmes es complejo, y tomarlas después para dar pautas claras. Si esto ocurre, yo creo que la Argentina es el país que tiene la capacidad más impresionante de todos los países que conocí, para repuntar. El país tiene una capacidad muy fuerte y está listo, si hay buenos mensajes y entorno propicio para repuntar.
-¿Antes de fin de año tiene que haber decisiones?
-El gobierno ha mostrado coraje y capacidad para tomar decisiones. Es un país extremadamente complejo. Cada vez que hicimos apuestas surgió algo que no estaba previsto, entonces tengo que ser muy humilde en mis apreciaciones, no tengo la bola de cristal.
-¿Cuánto hace que llegaron a la Argentina?
-Festejamos 20 años en el 2002.
-¿Cuál es el nivel de inversión anual de la empresa en una situación normal?
-Hicimos una gran inversión en el 2002, cubrimos una deuda financiera importante, de unos 15 millones de dólares. La inversión que estamos haciendo cada año no te la puedo decir, porque cambió tanto la fisonomía del país entre los años de crecimiento y los actuales, que no hay una cifra de la cual pueda hablarse. La inversión más importante que hacemos es comercial y tecnológica. Por ejemplo, Schneider decidió durante la crisis no solamente achicar la empresa, sino que la reorganizamos y la adaptamos al nuevo entorno. Nuestra estrategia es muy clara, es un período de crisis, hay que invertir. ¿Qué tipo de inversiones hicimos? Pusimos más gente de Schneider en delegaciones comerciales del país. Hoy tenemos en trece puntos de la Argentina la presencia de Schneider, la mayor dentro de las empresas en su rubro. Tenemos en la Patagonia una delegación en Neuquén y otra en Comodoro Rivadavia. Abrimos nuevas delegaciones en el 2002. También implementamos una organización de servicios para apuntar al mercado de servicios, desarrollamos una nueva oferta de motores eléctricos y realizamos varias inversiones más. |
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