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¿Racismo inmobiliario?

El país germano necesita otra ola inmigratoria para frenar su envejecimiento, pero integrar a los extranjeros parece ser una empresa cada vez más difícil, especialmente en barrios residenciales.

Alemania cuenta con una de las tasas de inmigración más altas de Europa y presume de tener una de las legislaciones más avanzadas contra la discriminación. Sin embargo, una de las mayores inmobiliarias del país ha decidido que la integración no funciona y alquilará sus viviendas separadas por grupos étnicos.

No se trata precisamente de una empresa pequeña: la Nassauische Heimstätte alquila 64.000 viviendas en los estados federados de Hesse y Turingia, y no sólo eso, sino que además su capital está en manos públicas: el estado federado de Hesse y varias comunidades y ciudades como Francfort y Wiesbaden. "Ya no creemos más en una comunidad mixta y feliz", dijo al diario alemán "Die Welt" el director de esa inmobiliaria con sede en Francfort, Thomas Dilger.

"Está visto que, cuando aumenta el peso de inmigrantes, disminuye el de inquilinos alemanes agregó. Una abuela alemana de 75 años tiene criterios de educación y limpieza distintos a los de una familia inmigrante joven", justificó Dilger en el mismo rotativo.

Aunque Dilger enfatizó que son conscientes de que el proceso será largo y no desean aplicar los cambios de forma radical, admitió que la idea final es "crear vecindarios con rasgos étnicos únicos" para evitar los crecientes problemas entre inquilinos de diferente origen. Con ello, por primera vez una gran compañía contradice abiertamente la tesis defendida casi unánimemente por el Estado y la empresa privada alemana de que los diferentes grupos culturales han de convivir si lo que se busca es la integración en una sociedad moderna.

La población alemana asciende a 82,3 millones de personas, de acuerdo con cifras oficiales de finales de año. De ellos, 7,3 millones son extranjeros y en la mayoría de los casos conviven con los alemanes, pese a que no puede negarse que en Berlín, Francfort, Munich o Stuttgart existen barrios poblados en su mayoría por inmigrantes, destacando los "guetos" de turcos, italianos y personas de la ex Yugoslavia.

A eso se suma la realidad de que algunos propietarios de casas son reacios a firmar contratos de alquiler con inmigrantes. Aun así, el gobierno alemán es consciente de la importancia de la inmigración y está firmemente decidido a integrar a esos extranjeros.

El Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW) alertó de que en Alemania la población envejece y disminuye rápidamente, por lo que se necesita una nueva ola de inmigración si se quiere garantizar la estabilidad de la demografía del país. Concretamente, cada año deberían llegar a Alemania unos 270.000 inmigrantes para asegurar que en el 2050 habrá una población de 80,3 millones de personas, dijeron sus representantes. "El objetivo principal en el desarrollo de los barrios y núcleos habitacionales es el de alcanzar y resguardar unidades multiétnicas y de diversidad social", defiende el gobierno alemán en el plan de integración.

De hecho, no puede olvidarse que para un inmigrante, el barrio, la escuela y el trabajo son los lugares más importantes para la integración. Con el mismo objetivo, el gobierno decidió aumentar el presupuesto para los cursos de integración que, con la entrada en vigor de la ley alemana de inmigración del 2005, serán obligatorios para la mayoría de los extranjeros.

 

ROSA ARANDA

DPA



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