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ANTICIPO DE LAS VACACIONES | ||
En Cariló, una familia acostumbra a hacer un corte a la vida cotidiana en un lugar de ensueños, producto del diseño arquitectónico del Estudio Maneiro-Vásquez. | ||
Cuando se piensa en una casa de vacaciones la idea es que, aunque sea un espacio distinto a lo habitual y apto para hacer ese corte de la “vida real”, se tengan las mismas comodidades a las que se está habituado y así, sentirse tan apropiado del lugar como para hacer de esa también su casa. El estudio de arquitectos Maneiro-Vásquez conoce bien lo que significa este tipo de vivienda. Con esta casa en Cariló, balneario sobre la costa Atlántica argentina, encontraron el equilibrio que responde tanto técnicamente a las necesidades de confort y logística de una familia, como a conformar un espacio con fuerte personalidad. “Es otro tipo de ritmo que uno tiene en vacaciones. Si el cliente no tiene experiencia en vacacionar, le hacemos propuestas. En esta casa, formulamos un núcleo principal conformado por cocina, parrilla, comedor, galería semicubierta. Sumado a un estar interior y otro exterior integrados, es la garantía de que el uso de la casa va a ser bien relajado y aprovechando cada espacio”, afirman los arquitectos. Maneiro y Vásquez están a la escucha del cliente con el objetivo de hacer arquitectura para disfrutar intensamente dentro de un estilo innovador. En Cariló han sido pioneros introduciendo elementos contemporáneos. En el 2002 esta fue una de las primeras casas de estilo de vanguardia. “La tradición era utilizar ladrillo visto, techos de teja, piso cerámico rojo y carpintería de madera. Fuimos los primeros, con esta casa, en usar el hormigón a la vista, combinado con reminiscencia de techos inclinados y galpones, que dan como resultado una vivienda súper iluminada, despojada, liviana”, aseguran. En este caso, el cliente, una pareja con hijos crecidos, quería una casa contemporánea, sin atarse a ningún estilo en particular. Tonos serenos en blanco, gris y negro. Los arquitectos pensaron entonces en usar piedra Mar del Plata de color blanco, hormigón, grandes superficies vidriadas, pintura y laca blancas. Estructuralmente, en respuesta a las necesidades del cliente, la casa se planteó como un volumen geométrico al frente que alberga cochera y depósito abajo y dos alcobas arriba; encajado en otro volumen de menor altura que se abre al contrafrente como un galpón con techo a un agua. En este gran espacio, se propuso el dormitorio principal al mismo nivel del estar-comedor y cocina, secundados por un toilette y el cuarto principal en suite, confiriendo otra espacialidad a esta gran zona abierta. Los arquitectos, en esta combinación de elementos técnicos y propuestas plásticas, le dieron un nuevo concepto al hormigón en los techos. Aquí, está tratado como si fuese un gran canaletón que recibe las aguas y las descarga hacia los estanques con plantas acuáticas ubicados en las puntas, desde adentro imperceptibles. Por otro lado, los árboles preexistentes en el terreno, fueron fundamentales en la proyección de la vivienda. Los pinos, el álamo piramidal del frente y las acacias fueron preservados en la construcción con el objetivo de mantener vigente el espíritu de Cariló en el entorno. Los decks se dispusieron contorneando los troncos e integrando la naturaleza a la construcción. La vegetación complementaria durante el trabajo de paisajismo se basó en la utilización de papiros, helechos y otras plantas tropicales aportando sensualidad a la dureza de la arquitectura, suavizando la piedra, y generando contraste entre lo contundente de la roca, el vidrio y las líneas puras de los muros blancos. Ingresando a la casa el verde natural y la luz del sol se hacen presentes gracias al trabajo puesto en la relación interior-exterior con el ingenioso uso del vidrio: El techo sobre la gran estructura se abre transparente hacia el bosque. El objetivo fue asegurar iluminación natural y poder ver la copa de los árboles desde el salón. El galpón se extiende hacia una galería de hormigón frente a la inmensa pileta igualmente con techo de vidrio de lado a lado. Este recurso resulta ideal tanto en invierno como en verano, ya que los días de mucho sol se despliega un toldo corredizo que cubre la superficie. Ambos espacios se pueden integrar en una enorme zona social en donde se reciben 40 personas cómodamente en una reunión sin que se sientan apretadas. En esta obra la arquitectura va de la mano con el diseño interior y la decoración. Conectados a la misma esencia del tiempo para el ocio, los arquitectos crearon los pequeños detalles en las terminaciones que propician el cool mood que se respira en la casa. Trabajaron en llave con dos decoradoras, las arquitectas María C. Fermani y Susana Pappalardo para que cada lugar tuviera el justo balance entre lo necesario, lo cómodo, lo agradable y lo sorprendente. Maneiro y Vásquez se sienten satisfechos con su obra: No solamente porque realizaron una hermosa pieza arquitectónica, sino por lo que representa para su cliente, el destinatario, quienes están más que felices”. Más fotos de detalles y del baño en Contacto:
Estilismo: Mariana Rapoport |
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