"A partir de los gustos y olores, la comida realmente se saborea de otra manera a como lo hacemos todos los días. Por eso lo bueno hoy no puede esperar", dice Esteban, uno de los dueños de Ojalá. "No sólo estamos acostumbrados a cocinar la comida en exceso matando todo lo nutritivo, sino que además comemos apurados o con el televisor y muchas veces dejamos de disfrutar y percibir los sabores a la hora de comer. Comer se volvió un trámite y no un momento de placer y distensión. Es un poco como el cigarrillo, de los 20 que podes fumar al día, sólo 1o 2 se disfrutan realmente. Y aquí se dispara el "slow food", la gente traga y no disfruta", comenta Ramiro y agrega: "el `slow food' es una movida mundial en donde se trata de combatir el reloj a la hora de comer, pero también propone que se conozca el alimento que se está por comer. Este movimiento manifiesta un gran rechazo a las cadenas de comida rápidas y a la forma de vida rápida. Es lo que viene en Ojalá para los próximos meses". Al pasar por la experiencia de la "cena a ciegas", uno descubre o redescubre sabores y sensaciones al momento de comer. Luego Ramiro destaca "lo que tratamos de hacer desde el menú es buscar texturas distintas en los alimentos, la gente no relaciona el sabor con la textura, por ejemplo con el mousse de alcaucil. También tenemos ejemplos de gente que ha confundido un tomate cherri con una uva. Recomiendo hacer la experiencia por varias razones: creo ante todo que es algo nuevo y distinto para hacer y segundo es una experiencia sensitiva tremenda, el menú es fantástico porque hay platos de muchísima elaboración. También es como una especie de parámetro para saber cuan buen comensal es uno. Mucha gente se sorprende al no distinguir el pollo del lomo. Al momento de la reserva nos aconsejamos querer saber lo platos que se van a comer, lo mejor es que sea una sorpresa. Lo bueno de la "cena a ciegas" es ir jugando a descubrir los platos ya que todos miércoles es un menú distinto.
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