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La baja inversión condiciona

Días atrás se realizó un importante debate sobre el futuro del país. Especialistas expusieron la necesidad de "recomponer relaciones con el mundo". un crecimiento sostenido

BUENOS AIRES.- ¿Cuándo explotará todo? ¿Qué significa "el pacto social" que promueve Cristina de Kirchner? ¿Se puede mantener el actual crecimiento con baja inversión?

Éstos fueron sólo algunos de los espinosos interrogantes que se debatieron en un encuentro organizado por la Escuela de Economía y Administración de Empresas (Eseade) en el que participaron especialistas de diversas posturas ideológicas.

La convocatoria fue para presentar los resultados de un trabajo realizado por Felipe de la Balze, Aldo Abram, Martín Krause, Javier González Fraga y, como investigador invitado, Rodríguez Braun (quien reside en España desde hace varias décadas).

Javier González Fraga es uno de aquellos a quienes la gente suele abordar en el ascensor para preguntarle cuándo será la próxima crisis. Pero el economista del equipo de Roberto Lavagna no quiere ser agorero. Duro con la cuestión institucional y con la falta de inclusión de los pobres ("al populismo le conviene la pobreza", deslizó), González Fraga cree que hay elementos para ser optimistas. Uno de ellos es que la inversión anónima, la que no necesita del Estado, es mayor ahora que en los '90, con sectores muy rentables en el rubro agropecuario.

Ello no quiere decir añadió que no haya otro tipo de problemas, pero no relacionados directamente con la inversión, dado que las decisiones en tal sentido se elaboran exclusivamente por la expectativa de ganancia. En China, ejemplificó, hubo 186 masacres de opositores, al tiempo que las inversiones crecieron a un nivel mucho mayor al registrado en la Argentina.

En el coloquial almuerzo que siguió a la presentación, el experto de FIEL Abel Viglione aun siendo crítico de la política económica recordó cuando Néstor Kirchner, como gobernador de Santa Cruz, andaba con una carpeta mostrando las cuentas de su provincia. "Hace un credo del superávit fiscal; en este contexto no hay crisis a la vista", a lo que Abram acotó que en el 2008 quien ocupe el gobierno podrá beneficiarse de un importante volumen de recaudación. Por su parte, el consultor Orlando Ferreres sentado a la misma mesa que los dos comensales anteriores hizo hincapié en la carencia de inversión para reemplazar la amortización de los bienes, mientras que el también ortodoxo Manuel Solanet, micrófono en mano, señaló como preocupante la bajísima inversión en tecnología.

Pero, más allá de crisis, ¿qué resultados arroja la investigación del Centro de Investigación sobre Instituciones y Mercados de Argentina (CIIMA), entidad perteneciente a la Eseade?

Una conclusión es que, después de cinco años de un crecimiento nunca antes visto en el que se ha superado el máximo nivel de PBI anterior a la caída, existen restricciones en la capacidad instalada, sobre todo en el área energética.

La Argentina ha estado creciendo al 8,9% anual, índice similar al de los países asiáticos en desarrollo (Chile lo hizo al 5,4% y Brasil, al 2,8%); el problema es que ha invertido un porcentaje del PBI (36,9%) similar al de Brasil (36%), mientras que si lo hubiera hecho en el nivel en que lo hacen los asiáticos hubiera recibido 8.978 millones de dólares anuales de inversión en lugar de 2.981, como ocurrió. Es decir: se perdieron 6.000 millones de inversión por año. La inversión en equipos durables es todavía inferior a la de 1988.

Los datos de Inversión Extranjera Directa (IED) en la Argentina también son muy bajos, si se los compara con los del resto de Latinoamérica. Estudios de la CEPAL señalan que en el 2006 México tuvo IED por 18.939 millones de dólares; Brasil, 18.782; Chile, 8.053; Colombia, 6.295; Argentina, 4.809 y Perú, 3.466 millones de dólares. Es decir que nuestro país no sólo quedó más lejos de Brasil y México sino que en los últimos cinco años también fue desplazado por Colombia y Chile. En el último lustro la Argentina recibió un 18% de la IED destinada a Brasil y un 15,5% de lo derivado al país azteca.

Con esas cifras sobre la mesa, ¿por qué la inversión estuvo tan lejos del crecimiento y es tan baja la IED? ¿Por qué las inversiones extranjeras crecieron 51 veces en la Argentina desde mediados de los '70 mientras en Chile lo hicieron 555 veces y en España, 103?

De la Balze escribió en el informe que ello obedece en gran parte al aislamiento del país, a la inestabilidad política y a un excesivo intervencionismo. Así puede explicarse en gran medida que Rodríguez Braun, quien reside en España desde hace 30 años, destacara que, si se observa al hispano como un país más rico que el argentino, es porque se pone la mirada en el presente, cuando no siempre fue así. "En los últimos 100 años la Argentina fue más rica que España durante más años que al revés".

Desde la polémica visión de Rodríguez Braun, es un error relacionar el crecimiento español con su inserción en la Unión Europea (UE). En ese sentido, recordó una conversación entre los ex presidentes de Brasil Henrique Cardoso y de México Vicente Fox, quienes llegaron a la conclusión de que España había mejorado por los subsidios recibidos de la UE. En ese sentido, anticipando que se trata de una postura "políticamente incorrecta", Rodríguez Braun sostuvo que España nunca se había diferenciado en la renta respecto de otros países europeos como durante algunos años del franquismo. "El crecimiento no viene de la democracia sino del respeto a la propiedad privada", disparó provocativo. Y de eso la Argentina todavía tiene mucho que aprender.

"El progreso continuó en su exposición depende esencialmente de un factor: las cosas que se decide no discutir, como que robar está mal, que la inflación es negativa, el valor de la democracia y la amnistía del pasado; sobre esos principios básicos", señaló Rodríguez Braun.

Yendo al ámbito del progreso económico puro, la clave está en la previsibilidad. "La fiscalidad española es mucho mayor que la francesa, pero la gente sabe que lo que gana y no es tributable nadie se lo va a quitar".

Para romper espejitos de colores, De la Balze sostuvo que más inversión no implica linealmente un mayor crecimiento (en el último medio siglo la Argentina habría crecido un 1,2% con una inversión promedio del 19,5 del PBI). Para el especialista en relaciones internacionales, el secreto está en tener un sistema de organización económica. En su concepción, la Argentina cuenta con un alto nivel medio de educación y riqueza de recursos naturales, lo cual equivale a tener al alcance todos los productos para hacer un buen plato pero carecer de un cocinero. Ése fue, en su concepción, el aspecto positivo de la Argentina conservadora.

Para echarle sal a la polémica, ponderó el sistema de continuidad administrativa de San Luis, donde los encargados de las reparticiones son los mismos por décadas, observación que recibió algunos reparos.

Según De la Balze, el cierre de la economía fue otra de las causas del fracaso argentino. Sobre ello, González Fraga señaló que es relevante el tamaño del mercado, lo cual llevó a Chile a realizar un acuerdo con "la mitad del planeta" para exportar libre de aranceles 40 veces más que nuestro país.

El titular de Exante, Aldo Abram, advirtió que la inversión está fuertemente condicionada por haberse roto en el 2002 todas las reglas de juego, a lo que González Fraga asintió en cuanto al respeto a la ley, pero al mismo tiempo expresó que existe mucha hipocresía del lado de los actores económicos. Consideró que para exigir el cumplimiento de las reglas éstas tienen que ser cumplibles. "Es una burla sancionar una ley de intangibilidad de los depósitos cuando éstos dependen de la estabilidad del sistema financiero", dijo en relación con aquella ley dictada durante las trágicas jornadas del 2001.

"El marco institucional es el que tiene que garantizar la estabilidad macroeconómica, y siempre es mejor afianzar estas condiciones en un proceso de sostenido crecimiento", fue la frase con que concluyó el informe de CIIMA.

 

CLAUDIO RABINOVITCH

 



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