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Emilce Notaro, única bodeguera de Río Negro | ||
En 1996 compró una chacra abandonada,de 28 hectáreas, en Campo Grande.La entusiasmó la viticultura y en el año 2002hizo las primeras cuatro piletas de su bodega.Su experiencia fue exitosa y en el 2007 elaboró alrededor de 20.000 litros de vino. | ||
Emilce Notaro es delgada pero enérgica. Es difícil imaginarla trepada en la pileta de una bodega dando órdenes, recorriendo su viña de punta a punta, estudiándola con obsesión. Habla con seguridad y franqueza. Su aparente fragilidad trasluce un gran carácter y no se sonroja cuando habla de sus ambiciones. "Quiero hacer uno de los mejores vinos de Río Negro. No me interesa la cantidad, apunto a la calidad, a no defraudar a los consumidores", resume la única mujer bodeguera que tiene la provincia de Río Negro. Emilce nació en Neuquén. Su padre, Félix Notaro, es un inmigrante italiano (de Nápoles) y su madre, María Esther, era hija de inmigrantes de igual origen. Ella cree que su inclinación a la actividad vinícola llega por la familia de su padre, que tiene actualmente una bodega en Italia y se dedica a la producción de kiwis. Pero, a pesar de ello, su camino fue un descubrimiento, pues su padre se dedicó a la construcción. Félix Notaro llegó a la Argentina con dos tíos; tenía 19 años. En Buenos Aires su primer empleo fue en el ferrocarril. En la capital vivió poco tiempo y allí también conoció a su esposa. En 1952, juntos vinieron a Neuquén. Aquí nacieron sus hijos Cristina, Mario y Emilce. "Crecimos en Neuquén capital. Mis padres vinieron aquí con los tíos que habían traído a papá al país. Ninguno de ellos se dedicó a la fruticultura, eran los típicos inmigrantes que profesaban un culto al trabajo. Papá se dedicó a la construcción. Cuando cumplí 12 años decidí ir al colegio industrial. En casa se sorprendieron, de hecho no había mujeres hasta entonces en los colegios industriales. En casa no querían saber nada pero lo convencí a papá diciéndole que si me dejaba ir a esa secundaria después iba a estudiar Ingeniería Civil. A mí me atraía la parte técnica, pero aun así fue difícil; siempre fui un poco la oveja negra pero era insistente y terminaron aceptándolo. Fui parte de la primera promoción de mujeres de la Escuela Técnica, de la ENET Nº 1 de Neuquén. Fuimos 13 mujeres que obtuvimos el título de maestro mayor de Obra", título que todavía conserva su género masculino. Meses más tarde, Emilce ingresó a la carrera de Ingeniería con la esperanza de que en Neuquén abriera la orientación en Ingeniería Civil, pero esto se postergó y empezó a trabajar en Obras Públicas como inspectora de Obras delegadas. "En ese tiempo me hubiese gustado ir a estudiar a Mendoza, donde estaba mi hermano, pero mi familia prefirió que me quedara aquí. Entonces no tenías más alternativa que optar entre las pocas cosas que podías estudiar. Eran los primeros años de la Universidad Nacional del Comahue. Fui un tiempo a la facultad pero el trabajo que tenía era full time y no pude hacer las dos cosas al mismo tiempo". En 1983 Emilce se casó y de ese matrimonio nació Claudio. Entre esta fecha y 1996, cuando adquirieron la chacra, Emilce se dedicó intensamente a la maternidad y mantuvo una sociedad de negocios hasta que la sociedad se disolvió y decidieron invertir en una chacra de 28 hectáreas en Campo Grande. "La chacra hacía 4 años que estaba abandonada. Tenía peras, manzanas y un viñedo importante, de 12 hectáreas. Empezamos a reconvertir y reciclamos todo. En la chacra no había ni un clavo. Fuimos poniéndola en condiciones y esto nos llevó algunos años". Durante este tiempo de volver a darle vida al lugar, nació la idea de hacer una bodega. "Una idea tan alocada como adquirir una chacra sin tener experiencia en la producción. Ni el padre de mi hijo ni yo habíamos estado en contacto con plantas, pero evidentemente hay algo genético que pesa, porque aprendés y un buen día te das cuenta de que la actividad te apasiona. Y esto es real, porque no todo fue un lecho de rosas y, aun así, no perdés ni los sueños ni las ganas". En el 2000 implantaron los primeros cuadros de viñedos. Se sacó lo viejo, se desmontó una parte y en el resto se plantó pera William's. Mientras las plantas crecían, Emilce se encargó de buscar los mejores asesores y de nutrirse de la mayor cantidad de información posible. "Desde entonces comenzó mi entusiasmo con la bodega y pronto se nos ocurrió hacer vino, un poco para aprender, para consumo familiar. La verdad es que empezamos con idea de hacer un vinito y esto se convirtió en una gran aventura. "En la primera cosecha nos agarró la convocatoria de Tatedetuti, en la segunda nos fue bien, en la tercera nos estafó un galpón de Allen. En el 2005 cayó Neuquén Produce, a quien vendíamos hacía 5 años y ahora estoy entre los productores damnificados por el galpón Amestura. Es decir que en 10 años me estafaron 4 veces. Entendí que la fruta nunca me iba a dar de comer y puse mis fichas en la bodega. Mi emprendimiento fue exitoso y tengo la aspiración de hacer un vino de excelencia. "En realidad, en lo que refiere a este emprendimiento tuve suerte; invertimos con recursos genuinos y teníamos un respaldo para afrontar las pérdidas que tuvimos en la chacra y la inversión que teníamos que hacer en plantas y en la bodega. No pedimos créditos y no me endeudé. Era consciente del trabajo que implicaba, pero asumí el desafío. Si la bodega andaba, en poco tiempo iba a recuperar lo perdido y con el tiempo iba a obtener ganancia, porque una bodega bien manejada es hoy un negocio rentable". Emilce partió de una buena base. Buena tierra, buen asesoramiento, buenas plantas y mucha energía. La tierra de la chacra era excelente. El agrónomo Alcides Llorente, a cargo de la sección vitivinicultura del INTA, la asesoró y le propuso hacer cuatro variedades de tintos: Pinot Noir, Malbec, Cabernet Sauvignon y Merlot. "Toda la viña implantada estaba certificada por el INTA y entre el 2000 y el 2002 implantamos 12 hectáreas. En el año 2002, previo haber comprado todos los insumos para la bodega en Mendoza, levantamos el galpón y las cuatro primeras piletitas de 3.670 litros cada una. "La verdad es que ahora, después de 7 años, creo que fui muy audaz, un poco inconsciente cuando empecé con la bodega; realmente empecé de cero. Me contagió el entusiasmo por hacer viñedos que tenían mis vecinos de El Chañar, me empujó el ingeniero Llorente, una bellísima persona con una infinita paciencia. Debo decir que también empecé a cosechar durante la salida de la convertibilidad y con toda la infraestructura comprada que me permitió usar tecnología moderna pero seguir haciendo un vino artesanal... Digamos que empecé en un buen momento para la producción. Un poco después me separé y decidí continuar sola con la chacra y la bodega". En 2003 Emilce tuvo la primera cosecha de 7.500 kilos de uva y de ella obtuvo la primera elaboración de vino. Así nació la bodega y el vino Riesz Notaro. "Esa primera experiencia fue excelente, para nuestra sorpresa y la de las personas que nos asesoraban no salió un vinito, ¡salió un vinazo!, tanto que desechamos la idea de envasarlo en damajuanas. Nuestro primer enólogo fue el ingeniero Juan José Ferragut, que en 2005 fue nombrado decano de la facultad de Agronomía de Cinco Saltos y en consecuencia le pedí a Marcelo Miras, enólogo de oro de Argentina y también de la Bodega del Fin del Mundo, que fuese el enólogo de mi bodega y aceptó". Emilce comenzó a participar en la Asociación Vitivinícola de Río Negro, en la Ruta del Vino, a buscar información, a estudiar, a conocer la historia y las experiencias de los bodegueros de la región y del país. Una mujer inquieta que, por otra parte, fue elegida hace casi dos años, vicepresidenta de la Cámara de Productores de Campo Grande, cargo que no aceptó porque estaba muy atareada con su bodega, que entonces daba sus primeros pasos. "Estos años fueron de crecimiento. En el 2007 anduve bien. Elaboré 20.000 litros. Ahora estoy apuntando a mejorar aún más la calidad, estoy preparando una parte de mi viñedo para hacer un gran vino, un premium. En mi bodega tengo capacidad para 180.000 litros pero la idea es hacer 30.000 ó 40.000 litros de un buen vino, no más. Quiero tener una bodega pequeña, una bodega boutique, y que el negocio sea rentable. No podemos competir con bodegas que producen millones de litros, pero sí podemos hacer un buen negocio explotando las bondades del lugar y trabajando para hacer un buen producto. "Me ayudó el hecho de haberme metido en la asociación, que en estos momentos cuenta con apoyo del gobierno de la provincia de Río Negro. Nos vamos fortaleciéndonos", comenta agradecida. El mundo de la comercialización también fue geografía desconocida para ella. Todo un arte que se aprende. "Al principio me daba vergüenza vender, no me animaba a vender una caja de vino, pero el hecho de tener que afrontar el emprendimiento sola y mantener mis sueños me dio fuerzas para superar esa limitación. Poco a poco me fui soltando en esto, ahora soy un poco más caradura (risas)". Hoy Emilce se maneja con venta personalizada, vinotecas, restaurantes, regalos empresariales y mucha venta de "boca en boca". "La idea es no defraudar al consumidor. Los pasos dados hasta el presente fueron firmes, acertados. Creo que todo el que quiera hacer un buen vino en el Valle, lo puede hacer, las condiciones están. El resto es voluntad y trabajo afirma mientras muestra sus manos entintadas. Aprendí que el buen vino nace del viñedo. Y yo lo he logrado con un viñedo joven. Esta cosecha fue muy buena y en los próximos meses voy a sacar una línea superior", afirma con orgullo esta mujer que ya es un ejemplo.
SUSANA YAPPERT |
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