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La espera desespera

Conseguir un turno para especialistas en la mayoría de los hospitales de Tucumán se convierte en una verdadera odisea para miles de personas que no tienen obra social. Algunas llegan a esperar más de 26 horas en la puerta de los nosocomios. Y a veces, ni siquiera pueden conseguir que los atiendan. En las guardias, el tiempo de espera es entre 40 minutos y una hora, mientras que las emergencias tienen la prioridad y no registran demoras. Especial para la Red de Diarios de La Gaceta de Tucumán.

Las puertas del hospital Padilla se cierran. En el hall, ellos empiezan a acomodarse. Algunos, los que llevan reposeras, se sientan y sacan una revista para leer. Con el bastón en la mano,

Mario Aybar camina de un lado a otro. "No puedo estar ni sentado ni parado mucho tiempo", comenta el hombre de 57 años, que sufre un problema en la columna. Son las 10 de la noche y hace 12 horas que Mario espera para obtener un turno con el traumatólogo, que comienza a atender a las 8 de la mañana, del día siguiente. La espera desespera.

Conseguir un turno para especialistas en la mayoría de los hospitales de la provincia se convierte en una verdadera odisea para miles de personas que no tienen obra social. Algunas llegan a esperar más de 26 horas en la puerta de los nosocomios. Y a veces, ni siquiera pueden conseguir que los atiendan. En las guardias, el tiempo de espera es entre 40 minutos y una hora, mientras que las emergencias tienen la prioridad y no registran demoras. Para las cirugías no hay un plazo determinado de espera. Algunas, las más urgentes, no registran demoras, mientras que hay algunas programadas (como las de vesícula) que pueden demorar hasta cinco meses en llevarse a la práctica. Las cirugías oftalmológicas programadas pueden superar el año de espera. Osvaldo Ramón Pérez fue el primero en arribar a la puerta del Padilla, a la madrugada.

Durante todo el día fue el encargado de repartir números por orden de llegada para que, al día siguiente, no hubiera problemas a la hora de obtener un turno. Algunos se van a dormir a la plaza Belgrano y otros prefieren quedarse en la puerta del hospital. "Antes por lo menos nos dejaban dormir adentro, pero ahora hasta nos cierran las puertas porque dicen que se roban cosas", relata Pérez.

Ramona Pereyra, de 53 años, quien sufre una enfermedad en la columna y, además, tiene diabetes llegó desde Cruz Alta. Sentada en las escalinatas de la entrada al hospital, derrama algunas lágrimas de dolor e indignación, según cuenta. "Pasamos el frío, la lluvia, el calor. Pasamos horas sin comer y sin dormir. Muchos quedan a la intemperie porque no entran en el hall. Ni siquiera podemos pasar al baño del hospital. Es un horror. Además, esta zona es muy insegura. Nos puede pasar cualquier cosa", dijo. Los pacientes que esperaban contaron que el traumatólogo experto en columna atiende sólo una vez por semana y hay cientos de personas que lo esperan. "Y sólo dan ocho turnos por cada miércoles. Pero hay tres que están programados. Así que tenemos que venir con unas 28 horas de anticipación para tener uno de esos cinco números", detalló. Los pacientes explicaron que todos los días ocurre el mismo problema en el hospital ya que los médicos especialistas atienden una sola vez por semana y sólo dan entre ocho y 10 números. "No sólo esperamos durante horas, sino que tenemos que faltar al trabajo y después nos descuentan los días", explicó Pérez. "El gobierno dice que la gente ya no hace cola. Es mentira. Que nos vengan a ver todo lo que pasamos. Deberían poner más médicos y dar más turnos. Cuando reclamamos, los médicos nos dicen que nos vayamos a otro hospital", explicó María Morán, de 60 años, quien padece artrosis.  

En la vereda

Sus ojos se cierran cada tanto. Están enrojecidos. Su pelo está desacomodado y sus ojeras sobresalen en su rostro. Pero no pierde las fuerzas. Angélica Roldán, de 58 años, cada dos semanas llega desde Ranchillos a pasar la noche en la vereda del hospital, junto a su hijo de 25 años, que sufre problemas neurológicos y debe visitar al médico periódicamente. "Lo único que pido es que sean más organizados y den turnos. Esto no puede seguir siendo por orden de llegada porque nos tenemos que venir con un día y medio de anticipación para conseguir turno. La gente que espera durante horas no está bien. Algunos llegan muy enfermos", reclamó.  

Hospital de Niños 

Llegan como pueden. Viajan en colectivos, en taxis o caminan. Por lo general, las colas comienzan a formarse durante la madrugada. Cientos de madres van diariamente a la guardia del hospital de Niños para que sus hijos sean atendidos por distintas molestias. Y esperan horas para que los médicos los vean. "Llegué a las cinco. Mi hijo tiene fiebre y quiero que lo atienda un doctor", explicó Lucrecia Pérez. Cuando se le preguntó por qué no fue a un CAPS, la mujer aseguró que no confía en los médicos que atienden en los centros de atención primaria. "Nunca hay especialistas", se justificó. A las 9 no hay ningún espacio libre en los bancos de la sala de espera de la guardia. Están ocupados por madres y niños que se mueven inquietos y aburridos. "Yo vengo una vez por semana, porque mi nene se enferma seguido. La historia siempre es la misma: hay que tratar de llegar lo más temprano posible para sacar un número y después, esperar hasta las 9 o las 10 para que los médicos empiecen a atender", relató Carmen Albornoz. Lo que llama la atención y da la pauta de que gran parte de las consultas que se hacen en la guardia del nosocomio son por problemas leves es el promedio del tiempo de atención. Tras esperar más de cinco horas, en muchos casos, los pacientes permanecen dentro del consultorio del médico de guardia menos de cinco minutos. La directora del nosocomio, Graciela Lavado, explicó que en el sector ambulatorio del hospital se atienden en promedio 800 personas por día. "Hay un problema cultural que empuja a muchas personas a venir al hospital en vez de ir a los CAPS", explicó. Por esa razón, en el nosocomio funciona un sector de orientación donde los médicos revisan a los chicos y les dicen a los padres a qué especialista deben consultar.  

El informe oficial 

El alto tiempo de espera que registra la provincia se debe, en gran parte, porque la mayoría de las personas insiste en recurrir a los hospitales, pese a tener a pocas cuadras de su casa un Centro de Atención Primaria de la Salud (CAPS). Los nosocomios, actualmente, atienden a 700.000 tucumanos, sobre un total de 1,6 millones de habitantes que tiene la provincia. El viceministro de Salud, Pablo Yedlin, informó que en la provincia hay 300 CAPS, que tienen diferentes tipos de atención: están los que abren 12 o 24 horas y los que atienden dos veces por semana. "La idea es seguir fortaleciendo los CAPS para que la gente acceda más a estos centros y no sature los hospitales. Falta mejorar la accesibilidad, es decir, aumentar los horarios de atención", remarcó. Según Yedlin, durante los últimos cuatro años los CAPS tuvieron un fuerte refuerzo en lo referente a lo materno infantil y, por esto, los adultos siguen asistiendo a los grandes hospitales. "Falta incorporar médicos especialistas en algunos CAPS. La gente debe encontrar muchas respuestas en los centros asistenciales", detalló. El funcionario explicó que en 2003 los CAPS registraban un total de un 1,9 millón de atenciones anuales, mientras que el año pasado se superaron los cuatro millones. "Hay mucha gente que todavía prefiere el hospital porque allí está el especialista y se puede hacer estudios si es necesario. Es por eso que se planea que algunos de los grandes CAPS sean convertidos en policlínicas, que cuenten hasta con salas abreviadas de internación", dijo.  

Desbordados

Uno de los factores que influye para que los consultorios y los sectores de emergencias de los hospitales estén desbordados es que muchas personas recurren a los nosocomios para realizar cualquier tipo de consulta en vez de ir a los CAPS. "En los CAPS no hay una contención del paciente ni del familiar del enfermo. Por lo general, ofrecen servicios de consulta y algunas otras atenciones, pero nada más. Por esa razón, la gente recurre a los hospitales; piensa que allí los enfermos van a recibir una atención más profunda", explicó Lorenzo Marcos, jefe de la terapia intensiva del nosocomio. El médico opinó que se deberían crear centros policlínicos que se encuentren en un nivel de atención intermedio entre el hospital y el CAPS. "En estos centros tiene que haber clínica general, pediatría, obstetricia, cirugía y algunos servicios básicos como la radiología, las ecografías y los análisis bioquímicos", explicó Marcos.  

Emergencias 

En la sala de espera de la guardia del hospital Padilla, una de las más importantes de la provincia, el aire huele mal. Una mezcla de alcohol, sangre, remedios, transpiración. Caras pálidas que aguardan. En promedio, cada paciente debe esperar entre 40 minutos y una hora para ser atendido por un médico. Algunos pasan inmediatamente, apenas llegan. Otros aguardan hasta cinco horas. "Todo depende del día. Los fines de semana se suele saturar la guardia. Pero los días de semana no suelen haber demoras", cuenta el doctor Adrián Cunio, jefe de guardia. El profesional explica que la prioridad de la atención la tienen los pacientes que llegan al hospital en forma horizontal, en camillas. En estos casos, no tienen que esperar nada. "Se atienden primero a los más graves. El problema a veces es que se confunde el más grave con el que más grita y que mucha gente colma la guardia del hospital con problemas de salud simples, que podrían ser resueltos en los CAPS. También vienen aquí por enfermedades crónicas, ya que no quieren esperar a ser atendidos en consultorios. Esto nos satura el servicio", destaca. Por día, la sala de emergencias atiende a 200 pacientes, de los cuales un 6% deben ser intervenidos quirúrgicamente. La demora para las operaciones dependen de cada caso. "Pueden esperar días, meses o sólo minutos, si es cuestión de vida o muerte", resalta. Cunio reconoce que es alto el nivel de espera que deben soportar los pacientes. "Hacemos lo que podemos, ya que los recursos humanos son insuficientes. Por guardia, tres médicos y cuatro enfermeros debemos atender a 200 pacientes. Colaboran dos o tres residentes y algunos pasantes", destaca el médico, y agrega que la mayoría de la gente se queja por la atención.  

Odontología

Frente al consultorio de odontología, los rostros de la gente que hace cola hablan por sí solos. Es que el dolor de muelas es uno de los padecimientos más insoportables, confiesa Vanina, una salteña que estudia en la UNT. "Ya no doy más. Vine a la emergencia anoche y me indicaron una inyección. Pero no había quién me la pudiera poner. Todos dijeron que estaban ocupados, que me fuera a la asistencia pública. Pero no soy de aquí y no conozco nada", relató la joven. Al regresar al mediodía, Vanina no halló turno en odontología. Pero prefirió quedarse en un pasillo hasta obtenerlo. A las ocho de la noche, seguía con su dolor de muela y sin saber si iban a atenderla. Como ella, otras 15 personas aguardaban poder ingresar al consultorio. Los servicios de odontología de los hospitales son los que más quejas despiertan entre los pacientes. "Dicen que no nos pueden atender, pero se pasan el día conversando y tomando mates. Atienden a paso de tortuga y con muy mala voluntad. Es realmente enfermante", recalcó María Villagra.



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