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Significativa propuesta realizada a Acindar
El emprendimiento industrial, que se inició en 1942, por distintas circunstancias fue cediendo su paquete accionario.
Antes de que se decidiera crear Hipasam hubo empresarios que manifestaron su interés en el emprendimiento.

BUENOS AIRES.- ArcelorMittal, el principal productor siderúrgico del mundo, solicitó autorización a la Comisión Nacional de Valores (CNV) de la Argentina para formular una oferta de adquisición por el 34,7% de las acciones de Acindar, a través de su filial participada ArcelorMittal España, que representaría un valor potencial total equivalente a 542 millones de dólares. En Luxemburgo, el 2 del actual declaró poseer el 65,3% de las mismas –por intermedio de su controlada, la brasileña Belgo Mineira– y su intención de iniciar dicha propuesta en cuatro meses como máximo.
La operación “ayudará a Acindar a potenciar sus planes de inversión” y a “reforzar su presencia en América Latina”, declaró Lakshmi N. Mittal, presidente del consejo de administración y director general del conglomerado que genera el 10% de la producción mundial de acero y ocupa a 320.000 trabajadores en más de 60 países y posee fábricas en 27, que el año pasado elaboraron 118 millones de toneladas y movilizaron unos 88.600 millones de dólares (ver aparte).
Acindar lidera la producción de aceros no planos en la Argentina, posee plantas en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y San Luis y en San Pablo (Brasil) y ocupa a unas 3.000 personas. Sus orígenes se remontan a 1942, cuando la Segunda Guerra Mundial dificultó el abastecimiento de diferentes productos importados. La disminución de los suministros de barras de acero redondo impulsó a directivos de dos empresas constructoras, Acevedo y Shaw y Aguirre y Aragón, a buscar una solución. Con un capital inicial de un millón de pesos moneda nacional trajeron de Chile un precario tren laminador para instalarlo en Rosario (Santa Fe) y en el comienzo aprovechar la chatarra disponible. Poco después incorporaron un pequeño horno “Siemens Martin”.
Al concluir el conflicto, como la reconstrucción europea requería todo el acero disponible, aquí se avanzó en la fabricación. En 1948, los papeles de Acindar comenzaron a cotizarse en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.
En 1951, tras el alejamiento de Aguirre y Aragón, los Acevedo encararon la realización de una segunda planta en Villa Constitución (también en Santa Fe), con un socio que aportó el know how: Republic Steel, de los Estados Unidos, que pasó a tener el 10% del paquete accionario.
Aprovechando un decreto del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) de 1959 que alentaba la industria automotriz, dos años más tarde Acindar acordó con la alemana Thyssen formar Marathon para elaborar aceros especiales (esa participación extranjera del 50% la comprarían en 1971). Puso en marcha, además, la fundición Acinfer para hacer boggies y las fábricas de caños plásticos Acinplast y de partes automotrices Armetal.
Una planta integral de productos terminados a partir del mineral de hierro (ver aparte) fue uno de los objetivos del fundador, Arturo Acevedo, fallecido en 1968. Lo sucedió un hijo del mismo nombre, quien murió 31 años después, dos de cuyos descendientes, Arturo Tomás y Jorge, se hicieron cargo de la empresa, aunque la presidió José Alfredo Martínez de Hoz, anteriormente síndico de la misma.
Acindar fue eximida de obligaciones fiscales y consiguió el aval del Tesoro para ciertas operaciones crediticias cuando en 1975 asumió el compromiso de invertir 250 millones de dólares en Villa Constitución para construir una planta de reducción directa, una acería con tres hornos eléctricos, un sistema de colada continua e instalaciones auxiliares, incluyendo un puerto mineralero.
Por una supuesta decisión del gobierno peronista regenteado por María Estela Martínez de Perón, en la madrugada del 20 de marzo de 1975 se efectuó un operativo conjunto de las policías provincial y federal y de la prefectura naval, con la colaboración de matones de la derecha sindical oficialista y asesinos de la Triple A (Alianza Argentina Anticomunista) en Villa Constitución y localidades linderas al río Paraná. Se adujo una “conspiración” de la “tendencia combativa”, ganadora de las elecciones de noviembre del año anterior en la filial local de la Unión Obrera Metalúrgica. Y pese a los 300 arrestos comprobados, con traslados a Rosario y confinamientos en la cárcel de Coronda (Santa Fe), un “comité de lucha” dispuso al día siguiente una huelga de “brazos caídos” que prosiguió hasta el 17 de mayo. Dos días después de que se levantara dispuso 400 despidos.
La represión se intensificó tras el golpe militar del 24 de marzo del ’76 (testimonios registrados en la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas –Conadep–, creada por el gobierno de Raúl Ricardo Alfonsín, consignaron vínculos entre las fuerzas armadas y de seguridad y la empresa, que ayudó a que en su predio de Villa Constitución existiera un destacamento utilizado como centro de detención, interrogatorios y torturas, desde que Martínez de Hoz se convirtió en ministro de Economía de la Nación –entre 1976 y 1981–). En esa época, Acindar fue presidida por Alcides López Aufranc, un general de división retirado del arma de caballería, sin trayectoria empresaria.
Martínez de Hoz, con semejante cargo, ayudó a Acindar a expensas de la estatal Somisa. “Superando dificultades de diversa índole, en 1978 inauguró la planta integral para la elaboración de aceros semielaborados a partir de mineral de hierro”.
Cuando a principios de 1981 no pudo cumplir con vencimientos de un préstamo en pesos otorgado por el Banco Nacional de Desarrollo (Banade) y varios externos avalados por la misma entidad y contravalados por la Secretaría de Hacienda de la Nación logró diferimientos y refinanciaciones.
Antes de que Martínez de Hoz fuera reemplazado por Lorenzo Juan Sigaut, el 13 de marzo del ’81, Acindar firmó el compromiso previo de fusión con el grupo Gurmendi, compuesto por las siderúrgicas del mismo nombre, Genaro Grasso (tubos) y Santa Rosa (aceros especiales). Seguidamente mantuvo abiertas las plantas más eficientes.
Acindar aprovechó la estatización de los pasivos empresarios, pergeñada por Domingo Felipe Cavallo en oportunidad de presidir el Banco Central durante la efímera gestión ministerial de José María Dagnino Pastore, en 1982 (54 días, desde el 2 de julio hasta el 24 de agosto). Eso no le impidió, al año siguiente, amparándose en otro decreto de promoción, invertir 40 millones en un nuevo tren laminador. A continuación, compró Laminfer, Navarro, Perfilar, M. Heredia y Puerto Vilelas y creó en San Luis seis subsidiarias para fabricar y comercializar productos siderúrgicos, de acuerdo con los incentivos previstos en las leyes 22.021 y 22.702: Puar, Clamet, Tejimet, Indema, Torón y Fandermet. Hasta armó Aser, en el ’86, dedicada a la prestación de servicios, e Invertrad, especializada en finanzas e inversiones. Esta última adquirió participaciones en Félix Simón, Concable y Clavimet.
Entre el ’88 y el ’89 instaló en La Tablada (ex Santa Rosa, en la provincia de Buenos Aires) un horno de ultra alta potencia, una cuchara para metalurgia y la colada continua para aceros especiales y modificó en Villa Constitución la colada sin escoria.
Por el conflicto gremial que paralizó la planta de Villa Constitución, desde marzo del ’91 y por 60 días, Acindar encaró una reestructuración, el saneamiento de los balances y la redefinición de sus productos. López Aufranc debió dejar el cargo de presidente en manos de Carlos Leone el 29 de octubre de 1992.
La reorganización entre 1994 y 1996 se atribuyó a “la globalización que cambió drásticamente la forma de encarar los negocios” y resultó –se reconoció– “un proceso muy difícil, muy traumático y muy costoso”. La fuerza laboral pasó de 6.000 personas a 4.000.
Acindar elogió la privatización de las empresas estatales siderúrgicas dispuestas por Carlos Saúl Menem en su primera presidencia y decidió “incrementar la producción y mejorar tanto la calidad como la eficiencia”. Más adelante, enfrentó “una situación extremadamente difícil”: en el segundo semestre del ’98 cayeron la demanda local y las cotizaciones internacionales, mientras la devaluación de Brasil descolocó los precios de los productos frente a los de esa procedencia. Bajó entonces la producción y discontinuó líneas, recortó la fuerza laboral, desinvirtió en negocios no rentables y desarmó su participación en las privatizadas.
“Sin que el gobierno encontrara una solución –alertó–, se llegó a una situación caótica a fines del 2001”, por lo que acordó con Belgo Mineira, de Brasil –la controlaba Arcelor (ver aparte)–, la venta del 50% del paquete accionario. Obtuvo ingresos de capital por unos 100 millones de dólares y aceptó un gerenciamiento conjunto. Tiempo después, Belgo Mineira haría aportes adicionales a cambio de más acciones.
Al aprobar la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, el 12 de noviembre de 2005, la venta por Acindar de tres plantas de su unidad de negocios de tubos con costura y perfiles conformados –representaban cerca del 10% de la facturación total– a Siderar (dos en Rosario y San Luis) y Siat (la de Villa Constitución), consiguió que las compradoras del grupo Techint pagaran 83,2 millones de dólares.
En el 2006, Acindar comenzó a instalar un nuevo tren de laminación y a ampliar la reducción directa y la acería, que demandarían unos 100 millones de dólares, y destinó 45 millones más a otras instalaciones. El propósito fue elevar la capacidad de producción de acero crudo de 1,35 millones de toneladas anuales a 1,7 millones y consolidar su presencia en el exterior.
Desde hace más de un año actúa Acindar Pymes Sociedad de Garantías Recíprocas, con un fondo de riesgo autorizado de 80 millones de pesos para facilitar a sus 330 socios créditos en condiciones ventajosas, asesoramiento y capacitación.
Acindar, que publicitó reiteradamente “preocupación por el mejoramiento del nivel de vida de su personal, la familia y el resto de los miembros de las comunidades de sus áreas de influencia” –con esa intención constituyó en 1962 la Fundación Acindar–, semanas atrás ganó los premios de oro a la mejor empresa 2006 y del rubro siderúrgico otorgados por la revista “Fortuna”. Eso ocurrió antes de que ArcorMittal difundiera su oferta del 2 del actual.

¡Qué tiempos aquéllos, cuando se interesó en Sierra Grande!

BUENOS AIRES.- Manuel Reynerio Novillo comenzó sus incansables exploraciones en Sierra Grande (Río Negro) quizá en 1941 y recién descubrió la existencia de mineral de hierro cuatro años después, cuando era conocido como “el loco de las piedras”. Intentó conmover a funcionarios públicos; tras un largo peregrinar por el Banco Industrial de la República Argentina se endeudó para realizar los primeros estudios y hasta asoció con la entidad, hasta que por no poder pagar el préstamo tuvo que ceder sus derechos y acciones.
Pasaron los años, ocurrieron muchas cosas y el 18 de junio de 1958 la posibilidad de instalar en la Argentina una “gran planta siderúrgica” fue tratada por Arturo Fidel Frondizi, entonces presidente de la Nación; miembros de su gabinete, como Rogelio Frigerio, secretario de Relaciones Económico-Sociales, y Emilio Donato del Carril, ministro de Economía, y directivos de las empresas Siam Di Tella y Siat, Torcuato Sozio; Santa Rosa, A. Dupont; La Cantábrica, Horacio Bruzzone; Dálmine, S. Rodocanachi; Tamet, José Negri; Acinfer, Jorge Acevedo, y Acindar, Arturo Acevedo. También concurrieron Guillermo Iribarren y Samuel Sivak, presidente y vocal de la Confederación General Económica respectivamente.
La idea era constituir una sociedad para elaborar un millón de toneladas de acero, quizá en Puerto Madryn (Chubut). “Tenemos un puerto magnífico de aguas profundas y en sus proximidades existen yacimientos como los de Sierras Grandes (sic) –proclamó Negri–. Hay posibilidad de otros yacimientos de materias primas igualmente necesarias”. Hubo tal vez algo premonitorio cuando se habló de la utilización parcial del mineral de “Sierras Grandes”, beneficiándolo “mediante sistemas –que la técnica moderna ha puesto ya a disposición de la industria– que permitirían transformar ese mineral en un mineral beneficiado, que en el lenguaje técnico se llama ‘chatarra sintética’, la cual podría luego alimentar directamente los hornos productores de acero”.
Arturo Acevedo destacó que América Latina era la parte de la tierra con mayores riquezas de mineral de hierro y subrayó a Brasil, Venezuela, Chile, Perú y Colombia, sin dejar de citar “un yacimiento muy importante en la zona de Sierra Grande, que ofrece grandes posibilidades para el futuro, puesto que en estos momentos sería preciso hacer fuertes inversiones para asegurar una explotación racional y económica”.
Aquellos yacimientos rionegrinos fueron transferidos a la Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM), que en 1959 convocó a un concurso internacional para el estudio y posterior explotación del yacimiento y la eventual instalación de una planta siderúrgica. Entre las firmas interesadas estuvieron Ferrostahl de Alemania, Minera Aluminé, SET y... Acindar, que resolvieron unificar sus propuestas y conformar Minera y Siderúrgica Patagónica SA (Misipa), que obtuvo el contrato, firmado al año siguiente. Asumió el planeamiento y ejecución de los estudios con la supervisión de la DGFM y los dio por concluidos en 1964.
Quien consiga y lea la memoria de Acindar correspondiente al período transcurrido entre el 1 de julio de 1963 y el 30 de junio de 1964 podrá enterarse de que Misipa completó las investigaciones y 40 estudios de 29 consultoras nacionales y extranjeras. Por ejemplo, con Widmorck & Platzer (Suecia) contrató el anteproyecto para la explotación minera subterránea y con Atkins & Partners, la definición de la factibilidad técnica. Para completar las tareas, el 1 de junio del ’64 formalizó un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por 400.000 dólares. En el documento se aseguró que “el desarrollo del complejo minero de Sierra Grande ha de tener las proyecciones previstas para lograr el afianzamiento de la industria siderúrgica nacional”.
En otra memoria, que abarcó desde el 1 de julio de 1966 hasta el 30 de junio de 1967, se indicó que el gobierno de turno reconoció y reembolsó el valor del total de las inversiones efectuadas más una indemnización y consignó que “proporcionaron al Estado los estudios completos del yacimiento y del mineral, etapa fundamental plenamente cumplida con la aprobación del propio gobierno nacional, que permitirá una decisión sobre la explotación”.

Origen y presente de ArcelorMittal

BUENOS AIRES.- ¿Cómo llegó ArcelorMittal a convertirse en el principal productor siderúrgico mundial?
Lo más elemental sería señalar que por fusión de las corporaciones que ocupaban los dos primeros lugares: la anglo-india Mittal Steel y la española-luxemburguesa-francesa Arcelor.
Mittal Steel comenzó con la fusión de dos firmas familiares: Ispayt International y Lnm Holdings. En las últimas dos décadas adquirió empresas en México, Trinidad y Tobago, Kazakhstán, Rumania, Argelia y Sudáfrica, siendo decisiva la de la estadounidense International Steel Group, en 17.800 millones de dólares, que le permitió ascender al primer puesto en el mundo. Con sede en Holanda, la presidía el indio Lakshmi N. Mittal, cuando en enero del 2006 lanzó una oferta pública de adquisición (OPA) por el 100% de las acciones de Arcelor, radicada en Luxemburgo, cuyo presidente, Guy Dollé, aseguró que estaba preparada para “resistir” la oferta hostil y que las dos corporaciones “no hacían el mismo acero y no tenían la misma concepción empresaria”. Cuatro meses más tarde se suscribió un acuerdo de fusión.
Con la segunda fase del acuerdo, el mes pasado, se buscó reducir los efectos de la fusión sobre los precios de las acciones para no afectar a sus propietarios y se previó completarla el 13 de noviembre. La propuesta de Mittal Steel, que ocupaba a 225.000 personas en 14 países, valorizó a Arcelor en 31.750 millones de dólares, que por su parte tenía 96.000 en más de 60.
Arcelor nació de la integración de Aceralia (España), Arbed (Luxemburgo) y Usinor (Francia). Eso comenzó el 19 de febrero de 2001 y se materializó el 18 del mismo mes pero del año siguiente, cuando la elección del nombre había sido publicitada. A su vez, el punto de partida de Aceralia se rastrea en 1902, como AHV y con el tiempo CSI; además, experimentó transformaciones por absorciones y alianzas estratégicas, incluso en 1997 con Arbed, que surgió en 1882 y efectuó diferentes adquisiciones en Bélgica y Alemania. La creación de Usinor data de 1948, como sucesora de Forges et Aciéries du Nord et de l’Est y de Hauts Fourneaux, Forges et Aciéries de Denain-Anzin, que sumó empresas y fue nacionalizada en 1981, para un quinquenio más tarde fusionarse con Sacilor y continuar efectuando absorciones hasta que en 1995 se privatizó Usinor-Sacilor, en el ’97 convertida en Usinor.
Tras resolverse la fusión ArcelorMittal, la familia de Lakshmi N. Mittal pasará a controlar el 43,98% del capital.

 



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